En El Prat de Llobregat, en el área metropolitana de Barcelona, aún pervive una raza de pollos única, de sabor inigualable y con distintivo de Indicación Geográfica Protegida. El pollo pota blava, de patas azules, es el rey del corral y protagonista de las cartas de los mejores restaurantes de Barcelona y de unas jornadas gastronómicas que se celebran hasta el 18 de abril en el Baix Llobregat.
El pollo que servía de impuesto en la Edad Media
La raza prat tiene su origen en todos los gallos y gallinas que campaban por el Delta del Llobregat desde la Edad Media. Los libros de historia recogen la satisfacción de los condes de Barcelona cuando les pagaban sus impuestos con pollos y capones de esta zona. A finales del siglo XIX se fijan los estándares de una raza con origen en la gallina de la cochinchina de color leonado que se había asentado al sur de Barcelona. Ahí nacieron los pollos raza prat, de carne roja y con poca grasa, costosa de guisar pero irresistible al paladar.
Esta raza de pollos destaca por el plumaje leonado, la cresta de seis puntas bien marcada, las orejas blancas y su elemento más característico: las patas de color azul pizarra que hacen que se conozca a estos pollos como pota blava (pata azul). Hoy el pota blava se cría en masías del Prat de Llobregat, algunas de ellas dentro del casco urbano, y en otros lugares del Baix Llobregat. La Granja Torres es la única que destina su producción a la comercialización de este ave.
I.G.P. al albor del aeropuerto
Los pollos de la raza prat fueron, durante años, los únicos de España reconocidos por la IGP de la Unión Europea. Esta certificación avala la calidad de un pollo especial criado en un lugar aún más único. Entre pistas de aeropuerto, reservas naturales y más de 7 millones de personas, estos pollos representan la tradición ganadera y la pervivencia de un oficio que cada vez es más residual.
Valentina Guisado es la presidenta de la Asociación de Criadores de la Raza Prat. “Toda mi vida he criado pollos en la masía. Los días de guardar no falta el pota blava en la mesa. La cría de pollos representa el papel de la mujer en la masía, ya que éramos nosotras las encargadas de domar el gallinero, alimentarlas y seleccionar los mejores ejemplares”.
El pota blava ofrece una carne única fruto de una rígida normativa de crianza en la que prevalece la cría al aire libre y en tierra, en gallineros con una densidad que no puede superar los 8 animales por metro cuadrado interior y con una alimentación basada en un mínimo de 70% de cereales como maíz. Con estas características, los pollos pota blava llegan a restaurantes y casas listos para ser degustados en su momento óptimo. Los capones de raza prat son ya un producto aún más selecto, destinado a las mejores mesas de la burguesía barcelonesa en fechas navideñas.
¿Dónde comer el pollo pota blava?
Hasta el 18 de abril, más de 20 restaurantes del Prat de Llobregat y el Baix Llobregat participan en las Jornadas Gastronómicas del Pota Blava y la Carxofa, donde el protagonista indiscutible es el pollo del Prat. Confitado, a la cazuela, en canelón, transformado en croqueta, laqueado al estilo Pekín, de sustento de un imponente arroz… el pota blava se disfruta en la mesa sabiendo que es un producto único del extrarradio de Barcelona.