El valle del Jerte, la sakura en Japón... y ahora los pumares de Asturias. La floración del manzano en el Principado es un evento que cada año gana adeptos. Aunque las plantaciones jalonan en la mayoría de los valles asturianos, son las verdes praderas de la Comarca de la Sidra quienes se inundan de un mar de flores blancas y rosas.
No sabemos si en un futuro, como en el país nipón, se celebrará también el hanami, las excursiones donde los asistentes reflexionan sobre el devenir de la vida y el paso del tiempo; pero de lo que sí tenemos la certeza es que actualmente la agenda de este evento florece con actividades donde la manzana y la sidra con Denominación de Origen son las protagonistas. Desde 2009 se organizan unas jornadas que cada año superan el récord de asistencia y participación. El parón de la pandemia en 2020 hizo que se organizase una cobertura online en 2021 pero, como dice Miguel Navedo, responsable de Comarca de la Sidra, “nada como venir al propio terreno para vivirlo y sentirlo”.
Minifundios y cero pesticidas
Las pumaradas asturianas adolecen la desidia de ser segunda actividad económica. Cultivadas en minifundios, es difícil encontrar plantaciones que superen las 20 hectáreas. Asimismo, los agricultores diversifican sus fincas a fin de optimizar los recursos. Se puede hablar de un rendimiento alrededor de 3.000€ por hectárea, en años impares.
Las características de los frutos, además de por su gran variabilidad génica, sufren por su ubicación. Así, García argumenta que la diferencia de cuatro o cinco grados entre la costa y el interior asturiano hace que los pumares no se encuentren en la misma fase de floración, con diferencias que rondan los 15 días. El uso de pesticidas o plaguicidas está prohibido por lo que los agricultores utilizan métodos como las colmenas de abejas en cajas de cartón o las feromonas para permitir una floración adecuada. Manzanas ecológicas que bien se pueden llevar a la mesa, aunque no es lo habitual.
76 variedades de manzana
El cultivo del manzano es la principal explotación agrícola en Asturias, por encima de las de fabes o kiwi, por ello no es baladí que la D.O.P. Sidra de Asturias cuente con hasta 76 variedades aceptadas. Más allá del elixir asturiano, existen unos 140 tipos diferentes de poma para la sidra.
Jorge García, director de producción vegetal en Cooperativa Campoastur señala que “hace unos 25 años, se contaban hasta 1000 o 2000 variedades de manzana”. La razón de este curioso hecho viene porque el cultivo en el Principado, ya en época romana, se realizaba a través de injertos. Esta multiplicación artificial permitió la variabilidad de las distintas pomaradas.
Hoy en día, la industria sidrera mueve unos cincuenta millones de litros anuales. Por desgracia, ni toda la sidra es asturiana ni toda la manzana acaba en Asturias. Mientras que es habitual encontrar manzanas gallegas o francesas en los llagares asturianos, parte de la producción local se lleva a los tolares euskeras.
La vecería, éxito y debilidad
La naturaleza es caprichosa. Así lo demuestra el proceso de la vecería. Motivado por causas biológicas, las propias flores de los pumares segregan unas hormonas que impiden la formación de yemas. Así, los años impares, cuando la producción y, por tanto, floración es mayor, los manzanos se cargan de flores y sustancias que impiden la alta carga floral en años pares.
Según García, en este 2022 hablamos de una floración tardía. Un paseo entre los valles de Nava, Villaviciosa o Sariego demuestra que la floración aún no se ha colmado. La semiácida de la Riega o la ácida Vialona son las únicas que parecen querer ganar la carrera de la floración.
Del árbol al plato
La floración también se degusta. Más allá de la sidra, la manzana también se come. Hasta siete restaurantes y chigres tradicionales de la Comarca de la Sidra preparan estos días deliciosos menús donde los clientes pecan con el fruto prohibido. Diferentes usos de la manzana en la cocina tradicional asturiana demuestran su versatilidad.
Platos más tradicionales, como el bacalao a la reducción de sidra o el cachopo de merluza dejan paso a creaciones más arriesgadas como el solomillo de cerdo sobre cama de manzana caramelizada o los supremos canelones de manzana asada con pitu caleya. El toque dulce nos lo da la siempre querida tarta de manzana o los frixuelos rellenos de compota casera. Las raciones abundantes, junto a la fantástica relación calidad-precio, son marca endémica de Asturias.