Si hay una fecha anotada en mayúsculas, bolis de color y subrayada en flúor para los amantes del golf, esa es la del Masters de Agusta, que se celebra esta semana, del 6 al 9 de abril. Este torneo, que data de 1934, es el único de los cuatro majors de golf que se celebra cada año en el mismo campo, el Augusta National Golf Club, situado en la ciudad de Augusta, en el Estado de Georgia (Estados Unidos).
Si no son ustedes aficionados a este deporte, aunque seguramente les suene el torneo, se estarán preguntando qué es un major y qué hago yo aquí hablándoles de golf en vez de dedicarme a las flores de pascua y las torrijas. No se preocupen. Todo se andará, pero es que también hay una parte gastronómica en el golf.
Chaqueta verde y una cena muy exclusiva
Recibe la denominación de major cada uno de los cuatro principales torneos de golf que reúnen a los mejores golfistas cada año: el Open de Estados Unidos, el Open Británico, el Players Championship y el que hoy nos ocupa, el Masters de Augusta, que se juega en uno de los campos de golf más bellos que existen y que es una delicia ver aunque sea en la pequeña pantalla.
Se trata de un torneo lleno de tradiciones, por ejemplo la de imponer la icónica chaqueta verde al ganador de ese año, y que hemos visto vestir a varios españoles como Severiano Ballesteros, José María Olazábal y Sergio García, y que supone un pase de por vida a este campeonato que funciona por invitación. La chaqueta verde, además, te convierte en el anfitrión de la cena que se celebrará el año siguiente en la nueva edición del Masters.
Esta cena se celebró por primera vez en el año 1952 cuando el golfista estadounidense Ben Hogan decidió invitar a cenar a los ganadores de ediciones anteriores y así quedó establecido. Este ágape recibe el nombre de Masters Club Dinner y a él asisten exclusivamente aquellos que han ganado con anterioridad, así como el director del evento. Su finalidad es la de dar la bienvenida al Club al ganador del año anterior, que formará ahora parte de ese exclusivo club de golfistas que tienen en su armario la chaqueta verde y que será quien corra con los gastos de la celebración.
¿Cuál es el menú de 2023?
Este año la cena se celebró el martes 4 de abril, con Scottie Scheffler como anfitrión. El jugador americano preparó un menú que no oculta las preferencias del golfista que, aunque nacido en Nueva Jersey, siendo niño se mudó a Dallas, Texas (Estados Unidos). Se trata de un buen ejemplo de esa cocina americana con claras influencias de la cocina texana, que tiene un fuerte componente tex-mex, apreciable por ejemplo en la sopa de tortilla (tortillas de maíz crujientes) del entrante.
Served in Honor of Mr. Scottie Scheffler. #themasters pic.twitter.com/AbpHBJ4MgN
— The Masters (@TheMasters) March 15, 2023
Este fue el menú, que reproducimos en inglés, pues la mayoría de platos no cobran mucho sentido al traducirlos al español, ya que son muy locales. Como aperitivo, cheeseburger sliders y firecracker shrimp; de entrante, la mencionada sopa de tortilla; como plato principal, Texas ribeye steak o blackened redfish, acompañados con guarniciones como mac & cheese, jalapeno creamed corn, fried brussels sprouts y seasons fries. Para el postre, warm chocolate chip skillet cookie.
Cheeseburger Sliders served Scottie-style. #themasters https://t.co/1ryGU1vkNH pic.twitter.com/xie86xNIlA
— The Masters (@TheMasters) April 5, 2023
Los menús de los golfistas españoles
En la historia del Masters ha habido hasta cinco cenas con sabor español. Los registros de los menús solo llegan hasta el año 1986, cuando este empezó a hacerse público como sucede en la actualidad, de modo que hemos podido comprobar qué sirvieron José María Olazábal y Sergio García en los respectivos menús que elaboraron.
Olazábal escogió en 1995 paella, merluza y tapas, mientras que cinco años después se decantaría por carne en salsa de vino tinto, ensalada y patatas fritas. Sergio García, haciendo honor a sus orígenes valencianos, seleccionó un arroz caldoso de bogavante y el pastel tres leches de su esposa. Platos que se regaron con vinos españoles, Albariño y Ribera del Duero.
Por último, no podemos dejar de destacar una anécdota entrañable. Phil Mickelson, jugador norteamericano, eligió en 2011 un menú integrado por platos españoles como la paella de marisco en homenaje a Severiano Ballesteros, enfermo de cáncer en ese momento.
Menús con raíces personales
Como bien se indica en la página web del Masters, los menús a menudo suelen representar la procedencia o los gustos personales del ganador e incluso la edad. Y es que no podemos olvidar que la gastronomía es una cuestión identitaria, en la que nuestras raíces y gustos personales afloran con facilidad. Cuando uno revisa los menús que se han servido en los últimos años no encuentra platos con grandes florituras —al menos en el concepto, quizás sí en la ejecución—, sino que a menudo recuerdan a los platos que uno tiene en su mente como platos favoritos cuando se le pregunta a un niño.
Se observan contrastes especialmente interesantes si analizamos el menú del ganador de 2022, el japonés Hideki Matsuyama, cuyos platos eran todos de inspiración o procedencia nipona, incluyendo la referencia de un sake en la selección de vinos. Bacalao glaseado con miso, wagyu y la típica tarta de nata y fresas componían los pases, lo que contrasta con otros platos más repetidos entre el amplio acerbo de ganadores americanos, que repiten preparaciones como la ensalada césar, los macarrones con queso y el puré de patatas.
Otros campeones de diversa procedencia ayudan a dar variedad a los platos que se sirven cada martes de Masters. Por ejemplo, el británico Danny Willet sirvió, en 2017, mini cottage pies, Sunday roast y un crumble de manzana como postre. Difícil elaborar un menú más británico, salvo que incluyese fish and chips o bangers and mash en él.
Del mismo modo sucede con los menús de golfistas de origen australiano, alemán, e incluso escocés, que incluyeron productos tan típicos de su tierra como los haggis. En más de una ocasión, el anfitrión no habrá dejado indiferentes a sus comensales.
No sabemos si en casa consumen productos cercanos a sus orígenes o, por el contrario, como efecto de la globalización que todos vivimos, los platos tradicionales conviven con los de la cocina mundial. Tampoco si, teniendo en cuenta los millonarios premios que ganan los golfistas de estas categorías, cuando salen a comer acuden a restaurantes laureados o prefieren el bar o el dinner de la esquina. Lo que sí podemos tener claro es que en una cena de estas características, el menú se convierte en una especie de performance en la que se intenta poner en contacto a los asistentes con los gustos, preferencias y raíces propios sin importar la consideración más o menos elevada que pueda tener cada uno de esos platos.