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La bebida secreta que se fabrica en una de las montañas más bonitas de España: es de origen medieval

Este orujo típico, que empezó a producirse durante la Edad Media, es uno de los grandes reclamos de la zona: tiene su propia Fiesta de Interés Turístico Nacional

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Estanterías en un bar con distintos licores, orujos y destilados / Canva
Estanterías en un bar con distintos licores, orujos y destilados / Canva

En la comarca de Liébana, en el corazón de los Picos de Europa, se encuentra una joya de la tradición española: el orujo de Liébana. Esta bebida destilada, rica en historia y sabor, es más que un simple aguardiente; es un emblema de autenticidad y herencia cultural que trasciende más allá de sus fronteras.

Su proceso artesanal, transmitido de generación en generación, hace del orujo lebaniego un producto único que destaca en la rica gastronomía del norte de España.

¿Cómo se elabora el orujo de Liébana?

Así se prepara el orujo lebaniego / Cedida
Así se prepara el orujo lebaniego / Cedida

El orujo de Liébana es, sin duda, uno de los aguardientes más peculiares de España. Su carácter se debe a un proceso de destilación artesanal que involucra la fermentación de uvas de alta calidad, las cuales dotan a esta bebida de un sabor intenso y un aroma inconfundible.

Su preparación emplea una técnica tradicional con raíces árabes: la alquitara de cobre. Este método de destilación, que se ha mantenido prácticamente inalterado con el paso de los años y los siglos, permite conservar la pureza de los aromas y los sabores originales. 

La alquitara, dividida en tres partes —la caldera, el capotillo y la copa—, es esencial para este proceso. En la caldera se deposita el hollejo, o “el bruju”, que al calentarse produce vapores ricos en compuestos aromáticos. Estos vapores ascienden a través del capotillo y se condensan en la copa, donde el aguardiente finalmente toma forma. Este proceso lento y controlado da lugar a una bebida con una graduación alcohólica notable, pero que, gracias a la destilación en alquitara, conserva una suavidad característica. 

¿Por qué es tan popular en Asturias?

Pequeña iglesia en un pueblo de la comarca de Liébana / Canva
Pequeña iglesia en un pueblo de la comarca de Liébana / Canva

Aunque su origen se sitúa en Cantabria, en la comarca de Liébana, el orujo ha ganado popularidad en diversas regiones del norte de España, siendo especialmente apreciado en Asturias. Las razones de su popularidad radican en su vinculación con las tradiciones rurales y su capacidad para capturar la esencia de la tierra en cada sorbo. En esta zona, el orujo se ha convertido en una bebida emblemática, representando el espíritu de las comunidades montañesas.

Además, su fama ha crecido gracias a eventos como la Fiesta del Orujo en Potes, que se celebra cada noviembre y ha sido declarada de Interés Turístico Nacional. Durante esta festividad, se lleva a cabo una competencia en la que las destilerías locales compiten por la “Alquitara de Oro”, galardón que premia al mejor orujo del año.

La celebración atrae a visitantes de todas partes que acuden a disfrutar de degustaciones, demostraciones en vivo del proceso de destilación y música tradicional. Para muchos, la Fiesta del Orujo es una ocasión para reconectar con las raíces y descubrir el mundo del orujo lebaniego.

La historia del elixir que se preparaba en la Edad Media

El orujo de Liébana tiene un pasado fascinante que se remonta a la Alta Edad Media. En aquellos tiempos, los monasterios en la comarca cultivaban viñedos y producían vino para el consumo religioso y medicinal. Los monjes, que eran expertos en el arte de la destilación, comenzaron a experimentar con el hollejo, los restos de uvas prensadas que quedaban tras la elaboración del vino. Este subproducto, al destilarse en alquitaras, resultaba en un aguardiente fuerte y aromático, el cual era apreciado no solo como bebida, sino también como medicina.

El conocimiento sobre la destilación se fue extendiendo fuera de los muros de los monasterios y comenzó a formar parte de la vida cotidiana de los habitantes de Liébana. A lo largo de los siglos, la tradición de destilar orujo se mantuvo viva, y el aguardiente de la región se consolidó como un símbolo de identidad cultural.

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