Al final lo consiguió y el aguilucho cenizo ha podido coronarse como Ave del Año 2023 por votación popular. Después de varias ediciones quedándose a las puertas —en 2022 el título se lo llevó el alzacola rojizo—, este ave rapaz ligada directamente a los ambientes agrarios ha recibido el apoyo de más de tres mil personas para obtener esta distinción, organizada por SEO/Birdlife.
Y diréis, ¿por qué hablan del aguilucho cenizo en Hule y Mantel? Pues por la relación estrecha que ha tenido siempre con los paisajes agrícolas, en especial en los campos de trigo y cebada, y también por ser un gran aliado de los agricultores para mantener a raya la población de topillos, ratones o langostas, que diezman cosechas.
La población de aguilucho cenizo
El aguilucho cenizo es un ave rapaz migratoria, que pasa el invierno en África y llega a España en primavera para su época de reproducción. Se le conoce como cenizo precisamente por su plumaje gris, especialmente llamativo respecto a otras rapaces. Tradicionalmente ha dependido de las grandes extensiones cultivadas de trigo y cebada, donde instala los nidos camuflado entre las espigas.
La evolución de la población de este aguilucho en España, con un declive de entre el 23 y el 27% de individuos en solo una década, se ha convertido en un claro reflejo de las transformaciones que están experimentando los hábitats agrícolas tradicionales. Así, el cambio de cultivos de cereal de secano a cultivos de regadío o leñosos, las prácticas agrícolas intensivas y la reducción de linderos y barbechos son factores que han contribuído a ese descenso.
Pero si hay un factor que afecta especialmente al aguilucho cenizo es la recogida temprana de las cosechas respecto a lo que venía siendo habitual, aceleradas por el calentamiento global. Estas cosechas tempranas dejan un panorama de nidos y polluelos arrollados por las cosechadoras y, en otros casos, con el nido completamente a la intemperie y sin protección frente a depredadores al desaparecer las espigas que los camuflaban.
¿Cómo protegerlo?
El esfuerzo de las entidades de conservación se ha centrado en practicar alianzas con los agricultores para detectar y marcar los nidos de esta especie. ¿Cómo lo hacen? Pues se baliza la zona del campo donde hay un nido y se deja sin cosechar esa zona “protegida”. De esta manera, la pollada puede tirar adelante sin ser detectada por depredadores.
Desde SEO/Birdlife creen que con la nueva Política Agraria Común (PAC) se podrán solicitar medidas de compensación para los agricultores que cumplan con los objetivos de conservación del aguilucho cenizo, catalogado como especie vulnerable. Una PAC que también debería desarrollar medidas como el retraso de las cosechas, la conservación de los linderos y la conservación de los barbechos, que son puntos clave para la biodiversidad de los campos de cultivo.
A cambio, el aguilucho cenizo se compromete a mantener a raya las poblaciones de topillos —hay años en los que se considera una auténtica plaga—, ratones, langostas, pequeños reptiles y aves granívoras. Porque a pesar de haberse reducido su población, especialmente en Galicia, Andalucía, Extremadura, Madrid y Euskadi, España continúa siendo el país europeo más importante para la reproducción de esta especie, uno de los mejores aliados para los agricultores.