Viticultores de Suances recuperan viñas ancestrales para elaborar el primer tinto Costa de Cantabria

El cultivo de la vid en Cantabria estuvo casi olvidado durante lustros tras la filoxera, pero en los últimos años el panorama vitivinícola ha cambiado

EFEAGRO / Javier G. Paradelo

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Uvas de la variedad petit verdot en la plantación experimental de Cortiguera (Cantabria) /Foto: EFE/ Javier G. Paradelo
Uvas de la variedad petit verdot en la plantación experimental de Cortiguera (Cantabria) /Foto: EFE/ Javier G. Paradelo

Dos viticultores de Suances (Cantabria) han logrado recuperar viñas, de origen romano y de más de un siglo de antigüedad, de las variedades petit verdot y graciano, dentro de un proyecto que pretende elaborar de aquí a cinco años el primer vino tinto acogido a la IGP Vino de la Tierra de la Costa de Cantabria.

Este proyecto está liderado por el ingeniero agrícola Pablo Oria y el escritor José Manuel Gómez Eguren, con la colaboración del enólogo riojano Diego González Rodríguez, que comenzó hace ya nueve años con la identificación de pequeñas plantaciones abandonadas de viñas en Tagle, Ongayo, Cortiguera e Hinojedo, en el municipio de Suances.

Variedades prefiloxéricas

Posteriores análisis de ADN en el Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino de Logroño permitieron corroborar que las viñas eran de las variedades petit verdot (la bitúrica romana) y graciano, ambas prefiloxéricas, de entre 1870 y 1900, anteriores a la plaga que se extendió por Europa y que devastó miles de hectáreas de vides.

Pablo Oria y José Manuel Gómez han logrado determinar la existencia de viñas en el municipio allá por el año 456, y que Suances llegó a tener 66.180 cepas de vid, en unas 50 hectáreas, con una producción media estimada de unos 45.000 litros de vino al año, según datos extraídos del Catastro de Ensenada de 1749-1759.

Una plantación experimental

Tras un estudio de campo, en 2009, José Manuel Gómez y su padre recogieron los primeros esquejes y los plantaron a pie franco (sin hormonas ni patrón) en una plantación experimental del Cortiguera de 220 cepas (80% de graciano y 20% de petit verdot).

En 2014 ya consiguieron la primera cosecha y posterior microvinificación de lo que se conoce como "vino ancestral", utilizando técnicas antiguas y sólo apoyados en los conocimientos de lo que eran los maestros de viñas. 

A finales de verano del año siguiente, el enólogo de la bodega riojana Eguren Ugarte, Pablo Martínez Urigüen, realiza la primera cata que, según relata Oria, confirmó "el enorme potencial" de estas dos variedades, sobre todo de la petit verdot, y las posibilidades de conseguir en los próximos años un vino de calidad. 

El futuro del proyecto

Explica que las sucesivas cosechas y catas han permitido constatar que, pese a que las vendimias han sido pobres en kilos de uva, el resultado es un vino "que cada año supera al anterior", lo que ahora permite abordar una nueva fase del proyecto con una reproducción de las cepas y una plantación mínima de 5.000 metros cuadrados.

Ello permitiría obtener un mínimo de 1.000 litros de vinos, poder experimentar con distintas vinificaciones e incluso comenzar a utilizar barricas para el envejecimiento, a fin de corroborar el potencial enológico de estas variedades.

Para José Manuel Gómez, este proyecto permite "reconstruir el pasado" del municipio recuperando una actividad ancestral que "puede ser un negocio para el futuro de los jóvenes", pero que también representa un atractivo turístico, paisajístico, histórico y cultural para el municipio de Suances, el Portus Blendium romano.

Cultivo de la vid en Cantabria

Faro en la costa de Suances (Cantabria) / Foto: Canva
Faro en la costa de Suances (Cantabria) / Foto: Canva

En este sentido, resalta que la IGP Vino de la Tierra de la Costa de Cantabria constata como en Suances existen viñas con las variedades más antiguas de toda la comarca del Besaya.
Oria recuerda que el cultivo de la vid en Cantabria estuvo casi olvidado durante lustros tras la filoxera, tanto por la introducción de la vaca frisona como por la escasa rentabilidad de los viñedos, un panorama que en los últimos años ha cambiado con bodegas de vino blanco en Novales, Santillana, Ruiloba, Cieza y Suances.

José Manuel Gómez resalta que la petit verdot es una variedad cuyo cultivo lo recuperó hace unos años el Marqués de Griñón con gran éxito en los montes de Toledo bajo la denominación de Dominio de Valdepusa, un vino de culto entre los aficionados, y que ahora puede surgir en Suances como "única en el Norte de España y las más cercana a la costa".

Para ser explotadas comercialmente estas variedades, según Oria se necesita que Cantabria tenga una mayor estabilidad climática en verano e invierno, ya que ello garantizaría un vino con la acidez y la calidad requerida.