"Quiero que la Academia Madrileña de Gastronomía sea más popular", nos cuenta Rogelio Enríquez tras asumir el cargo de nuevo Presidente de esta institución madrileña. Farmacéutico de profesión y miembro de la institución desde 2018, Enríquez sucede a Luis Suárez de Lezo, quien ha pasado a ocupar la presidencia de la Real Academia de Gastronomía.
Con experiencia en la importación y distribución de vinos, y gran aficionado a la enología, el nuevo Presidente también ha sido crítico gastronómico en El Español y ha colaborado con diversos medios especializados, entre ellos Hule y Mantel. Con él hablamos para conocer cómo va a enfocar esta nueva etapa.
Una nueva etapa
De la anterior, destaca que Luis Suárez de Lezo "ha convertido la Academia en una Corporación de derecho público y ha conseguido una relación institucional a todos los niveles: con la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Madrid, profesionales del sector, concejales de barrio, restaurantes, productores... Su labor ha sido infinita, si consigo hacer la mitad de lo que ha hecho él me doy con un canto en los dientes".
Como nuevo presidente, tiene claro que sus objetivos pasan por continuar con esa labor, "manteniendo los acuerdos que tenemos con las instituciones, pero sobre todo con los restaurantes y personas que participan en la gastronomía madrileña, desde los comedores de colegios hasta los bares de barrio que sirven menú del día, con los productores, la gente de los mercados o incluso los supermercados, que es donde compra más gente hoy en día, por lo menos en Madrid", afirma.
Acercar la Academia
También se ha marcado el reto de cambiar la percepción que se tiene de la Academia: "Hasta ahora, la gente nos ve como un grupo de amigos que quedamos a comer, lo pasamos muy bien, y damos una fiesta con premios, pero realmente la Academia es mucho más".
Y destaca algunas de las muchas acciones que están llevando a cabo: "Tenemos un plan de educación; unos acuerdos de promoción con la Comunidad de Madrid; estamos haciendo viajes con periodistas extranjeros y touroperadores para fomentar el turismo y la gastronomía en Madrid; programas de promoción de nuestros productos, desde el garbanzo hasta el aceite y los vinos; y queremos fomentar el enoturismo y que toda la región sea más conocida, no sólo la capital".
En la línea de acercar la institución reconoce que "Luis puso el foco de atención en la Academia desde un punto de vista muy personalista, porque era necesario que hubiese una cara visible, que todo el mundo reconoce, sabe quién es y sabe lo que hace. Pero mi intención es que la gente reconozca la Academia como algo propio, que tiene valor y que ayuda a todo el sector. Yo seré la cara visible, pero habrá muchas más".
Entre ellos, Eric Vernacci, que ejercerá como vicepresidente, "es súper conocido en el mundo gastronómico, y muy querido", apunta Enríquez; y también Bea Garaizábal, que será la vicepresidenta segunda, y que "va a tener una labor fundamental". Pero habrá más profesionales en la junta, "gente con vocación de servicio a su comunidad y con muchas ganas de hacer cosas".
Los Premios de Gastronomía
El acto que más visibilidad da a esta institución son, sin duda, los Premios de Gastronomía de la Comunidad de Madrid, que celebran su séptima edición y que cuentan con doce categorías: Restaurante/Cocina, Sala, Sumiller, Cocina Regional en Madrid, Cocina Internacional, Bar Tradicional, Bares y Tragos, Vinos y Licores, Plato Castizo, Producto de Madrid, Pastelería/Repostería y Propuesta Innovadora. Se entregan el próximo día 24 de octubre, junto con otros tres reconocimientos especiales: A toda una Vida, Proyecto Social e Industria.
Pero más allá de los galardones, Enríquez reconoce que lo que pretende es "que los restaurantes, los productores, los gastrónomos, etc. sientan la Academia como algo cercano, que ellos también pueden formar parte. Que sea un interlocutor entre todos. Y quiero fomentar el tema de Amigos de la Academia, para que la gente pueda participar de las acciones que hacemos".
¿En qué momento está la gastronomía madrileña?
Le pedimos que nos haga una radiografía del estado de la gastronomía en Madrid: "Vive un momento de ebullición, están viniendo muchos hoteles, abriendo muchísimos restaurantes y cadenas, cocineros extranjeros famosos que quieren abrir en Madrid, porque tener su nombre aquí les da repercusión, cocineros jóvenes con ganas y talento... Todo eso está muy bien, pero hay un poco de espejismo. Por cada restaurante que abre hay otro que cierra. De los que abren habla todo el mundo y de los que cierran apenas habla nadie, y es una pena porque no hay más licencias".
También destaca otras problemáticas, como el coste inmobiliario: "Los alquileres están disparados y para gente joven es muy difícil acceder a un local bueno en una zona buena". Y la omnipresente inflación: "Los hosteleros están intentando no repercutirlo en el precio final, pero es difícil".
¿Y qué sucede con las casas de comidas y los bares de toda la vida que también marcar el carácter de la gastronomía madrileña? "Es un tema que me preocupa muchísimo, porque me entusiasman este tipo de sitios, y son los que marcan la imagen y el pulso real de una ciudad. Me preocupa la continuidad que puedan tener".
Y hace referencia a la falta de personal, a la dificultad de conciliación de horarios y, de nuevo, al mercado inmobiliario, como barreras a su pervivencia.
Tenemos que seguir yendo a estos establecimientos, entre mis planes está organizar comidas en ellos, promocionarlos. Como Academia tenemos que fomentar que sigan existiendo y que sigan abriendo nuevas casa de comidas. En Hule y Mantel he publicado artículos de casas de comidas, que es de lo que más me enorgullece haber escrito. Así que seguiremos apostando por ello".