Los criadores de oveja palmera han lanzado el grito de alarma: si persisten los ataques de perros a sus rebaños, la raza se va a extinguir. La alerta la pronuncia el ganadero Ángel Custodio, presidente desde hace 30 años de la Asociación de Criadores de Oveja Palmera. Ellos recogieron el testigo de los pocos ejemplares que quedaban en la isla de La Palma. La GESCAN, empresa especializada en veterinaria genética, que asesora a las Asociaciones de Criadores de Razas Autóctonas, por su parte, se ha hecho eco de esta alarma en un artículo.
La oveja palmera es una raza rústica, que se adapta muy bien al territorio, le gusta el frío, y con una larga longevidad, con ejemplares que pueden vivir hasta 18 años. Además, es una gran aliada para el control de la vegetación y prevención de los riesgos de incendio. “Es el mejor bombero forestal que tenemos en la isla. Tenemos que potenciar esta función de la raza, pero además son necesarias para la protección y la conservación de la biodiversidad. Propagan las semillas mediante pastoreo, y comen muy al rente del suelo, eliminando rastrojos”, asegura Custodio.
¿Qué sucede con la oveja palmera?
El problema radica en que estos rebaños de ovejas no pueden pastar solas, sin protección, por los numerosos ataques que reciben de perros. Las jaurías matan a las ovejas y también dejan animales malheridos: “No te imaginas, es algo muy duro, te deja tocado ver a tus animales destrozados”, lamenta Custodio en el citado artículo.
Y este lamento desanima a los criadores ya que muchos no reponen sus ovejas. “Para que luego vengan los perros y me las maten, lo paso mal y todo son problemas", dicen algiunos ganaderos. Además, los rebaños son muy pequeños, las madres son muy protectoras y no se alejan nunca del cordero aunque esté recibiendo un ataque. Las denuncias a policía y autoridades quedan en nada y las aseguradoras tampoco responden ante estas amenazas.
El caso de Custodio es extrapolable al resto de ganaderos de esta raza que se sienten solos ante su defensa de la oveja plmera, que engloba una raza, un patrimonio genético y cultural relacionado estrechamente con La Palma.
La calidad de sus carnes
No hay que olvidar que el cordero palmero ofrece una carne de gran calidad, así lo certifica la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria que ha elaborado estudios que demuestran que la composición y calidad de los ácidos grasos de esta carne son excelentes, comparables a las del atún, y por tanto más cardiosaludables que otras carnes rojas.
Estas cualidades se traducen en su protagonismo en la gastronomía insular: “La gente lo aprecia, en plena problemática con los precios, nosotros hemos subido el precio de los corderos. Se venden bien, trabajamos con diferentes restaurantes de la isla que lo ofrecen en carta”, explica Ana Novo, veterinaria de la Granja del Cabildo, en la Finca de Garafía, además de amante de la raza palmera.
El cordero palmero se sirve en diferentes guisos, como el de Casa Osmunda, en Breña Alta, que aúna las recetas tradicionales canarias con cierta innovación. “Cuando comes este cordero, estás manteniendo un paisaje, una raza, se fija territorio, población, economía circular, el dinero se queda en la isla, y el comensal lo nota”, expone Novo. Además, la lana de la oveja palmera se ha utilizado desde hace siglos para elaborar la monteras, el gorro de los campesinos de la isla.
La conservación de la biodiversidad genética
El Cabildo de La Palma ha aprobado recientemente el reconocimiento de los genotipos locales como patrimonio isleño, hecho que permite garantizar la protección de la oveja palmera. Eva Muñoz, veterinaria y gerente de GESCAN, reconoce que “en el futuro nos enfrentaremos a los desafíos del cambio climático sin las razas ganaderas tradicionales, que por lo general son más tolerantes a las enfermedades, más resistentes a los cambios de temperatura, y que se adaptan mejor al entorno natural para su aprovechamiento a través del pastoreo”.
Juan Capote, veterinario y biólogo experto en razas autóctonas canarias, asegura, además, que “perder esta raza, que es un tesoro genético, supone un golpe y la triste realidad de que no hemos sido capaces de transmitir a la siguiente generación que la oveja palmera es un patrimonio vivo y que debemos seguir trabajando para su protección”. Para ello, Capote añade que la única forma de conservar esta raza autóctona es haciéndola rentable.