No es la primera vez que el pionero TecnATox: Centro de Tecnología Ambiental Alimenticia y Toxicológica comunica una alarma. Este organismo especializado en la Innovación y Transferencia de Tecnología en el ámbito Alimentario, Ambiental y Toxicológico de la Universitat Rovira i Virgili (URV) ha implementado más datos sobre la ingesta anual de de microplásticos (MP) de una persona adulta a través de moluscos, sobre todo bivalvos. Las cifras reveladas en su última publicación indican que comiendo ostras o mejillones tragamos una media de 8.100 microplásticos al año.
De la lavadora a la mesa
Los microplásticos más abundantes provienen del poliéster y de la celulosa sintética, es decir, de fibras textiles artificiales, en su mayoría de la ropa que llevamos, corroborando así otros estudios precedentes de la institución y de otros organismos. Los MP se presentan en forma de hebras (74 %), fragmentos (13 %) y filmes (13 %). También incluso en forma de micropellets de polietileno. ¿Cómo llegan al mar? TecnAtox ya los avanzó años atrás, cuando advirtieron que esas fibras artificiales se desprendían lavado tras lavado. A pesar de la depuración a la que se somete el agua de la lavadora, estos MP acaban en el mar.
Los moluscos más afectados
Los microplásticos nos rodean, pero el marino es el medio donde más abundan y más fácilmente son absorbidos por su flora y su fauna, principalmente moluscos bivalvos. TecnATox publica ahora su último estudio, a partir del análisis de más de 2.300 moluscos individuales de la costa de Cataluña: mejillones, berberechos, ostras, caracoles marinos, berberechos, navajas y coquina. De todos ellos, las ostras y los mejillones son los que poseen una media más alta, con niveles de 23 y 19 microplásticos por individuo; seguidos por las navajas, los berberechos, los caracoles y las coquinas.
Enfermedades derivadas
A día de hoy, ciertas investigaciones vinculan los plásticos con enfermedades inflamatorias del aparato digestivo. Asimismo, se mantiene que los microplásticos contienen sustancias químicas y metales como aditivos y contaminantes ambientales adheridos potencialmente tóxicos.
Puedes leer el estudio entero aquí.