Es cierto que su apertura supuso una revolución en la gastronomía del Paseo de Gracia de Barcelona, y aunque muchos actualmente lo vean como un polo de atracción de turistas, El Nacional continúa siendo un espacio gastronómico singular.
Este viernes, 25 de octubre, cumple diez años defendiendo una propuesta que, si bien ya no es tan novedosa, sigue siendo única: cuatro restaurantes y cuatro barras, ocupando un espacio de más de tres mil metros cuadrados y bajo un mismo techo modernista.
Una nave con historia en Paseo de Gracia
La historia de este espacio es de lo más interesante: a finales del siglo XIX el espacio cobró vida en forma de teatro y, posteriormente, se convirtió en una fábrica de pieles, también fue un concesionario de coches y, por último, hasta 2013, operó como un garaje privado.
La nave es un fantástico ejemplo de arquitectura modernista industrial, que se caracteriza por un techo tipo bóveda catalana, grandes lucernarios y pilares de hierro forjado. Un patrimonio que se quiso conservar durante el proceso de restauración del espacio.
Así, se usaron distintas técnicas de principios de siglo como los alicatados artesanales decorados a mano, se confeccionaron vitrinas con materiales reciclados y se trabajó con piezas exclusivas de época, como los dos balcones antiguos traídos desde La Coruña que presiden la entrada de El Nacional. Además, se mantuvieron las paredes en el estado en que se encontraron, simplemente limpiándolas y fijando las pinturas antiguas.
La oferta gastronómica de El Nacional
Pero vamos a la gastronomía, que es el principal reclamo de este espacio, que está abierto los 365 días del año hasta la 1h de la madrugada, y ofrece cocina ininterrumpida. Como decíamos, cuenta con cuatro restaurantes y cuatro barras gastronómicas, cada uno con su propia personalidad y su propia carta. Pero el denominador común es siempre el mismo: "Ofrecer los mejores productos y recetas de la Península Ibérica", explican en un comunicado.
El espacio cuenta con un comité gastronómico que elabora, cada año, su propio calendario donde cada mes se destaca un producto estrella, bien sea porque es de temporada o porque cuenta con una Denominación de Origen Protegida o una Indicación Geográfica Protegida destacada. Con estos productos seleccionados se elaboran varios platos para cada uno de los espacios.
Así, los distintos espacios de El Nacional son la barra de vinos y embutidos, donde se ofrecen los mejores vinos, tablas de quesos del país y jamón ibérico de bellota recién cortado, todo producto nacional; la barra de cervezas y conservas, para cervecear con un surtido de pinchos o conservas; la barra de cócteles, donde tomar aperitivos y cócteles clásicos o de autor, durante todo el día; y la barra de ostras, un rincón especial donde comer este molusco bien fresco y abierto delante nuestro, además de marisco y caviar.
Los restaurantes son La Parada, donde disfrutar de comida ligera, un café o un trocito de tarta; La Taperia, que propone una carta de tapas frías y caliente y arroces; La Llotja, especializado en arroces y pescado, donde el comensal puede elegir el producto —expuesto a la vista— y decidir cómo quiere que se lo cocinen; y La Braseria, un restaurante entregado a las carnes, que se preparan a la brasa, al horno de leña o a la plancha.
Por último, El Magatzem es su salón privado para grupos escondido en la trastienda de El Nacional, y El Quiosc, dedicado a la venta de helados artesanales y con sabores de temporada.
“Hace 10 años decidimos reconvertir lo que era un parking privado, en un espacio diáfano, dedicado al ocio gastronómico y abierto a toda la ciudad: un restaurante de restaurantes”, resume Gerard Subirats, socio fundador de El Nacional, y celebra así este aniversario.