El 2 de diciembre arranca la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 25) con un almuerzo para recibir a los líderes políticos que acudirán a la cita. Los hermanos Roca, propietarios de El Celler de Can Roca, y Embajadores del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas desde 2016, serán los encargados de ofrecer una propuesta culinaria que abre el debate de las sombras de la alimentación e intenta remover algunos espacios de silencio. Un menú provocativo que interpela, que es “una herramienta conmovedora por definición, pero a la vez sabrosa, cuidadosa y tierna” afirma Josep Roca.Joan Roca afronta el reto con la responsabilidad que una oportunidad así supone: “Este almuerzo lo hacemos con el patrocinio de BBVA, que nos ha tendido la mano para poner en marcha el proyecto. Es un reto poder usar la cocina como una herramienta de comunicación de consciencia”. El menú planteado apela a la consciencia y hace referencia a algunos de los grandes problemas ambientales que se afrontarán durante la cumbre. “En el menú hay platos que hacen referencia a la sustitución el consumo de carne por productos de proteína vegetal, hablamos de los océanos, hablamos de la sequía. Planteamos un juego con estos temas para que a través del ingenio y la creatividad podamos dar mensajes y crear conciencia”, explica el mayor de los Roca.“La Tierra se agota. Un menú para tomar consciencia”. Con este título, el menú diseñado por los hermanos Roca se inicia con un plato que plantea el problema global del agua. ‘Agua clara & agua sucia’ trata de los océanos y las sequías, un plato “que representan el agua que cae sobre un fondo que se inspira en un lago seco y que en realidad es polvo de boletus liofilizado que al caer el agua cristalina se convierte en una especie de fango. Evidentemente está sabroso y está rico pero el efecto visual es impactante”, explica Joan Roca.Con ‘Variedades invasivas en una migración botánica incontrolada’ y con el ejemplo de la Opuntia ficus de el Cap de Creus y el cangrejo azul que coloniza el Delta del Ebro, ponen sobre la mesa la cuestión de los cultivos y las especies invasoras que están modificando los ecosistemas y destruyendo la biodiversidad. El aumento de la temperatura es tratado en ‘Mares calientes, comer desequilibrio’ por medio de un mar y montaña vegetal; y en el plato ‘Fermentación vegetal, una puerta contra la hambruna y el desperdicio de alimentos’ hablarán sobre técnicas ancestrales de conservación de alimentos, como los encurtidos y mostrar la importancia de las legumbres como sostén a la pobreza. Con ‘Urgente. Minimizar la proteína animal y aumentar la proteína vegetal’ analizan el problema del consumo de carne en un juego visual que han denominado “Gaia sangrante. Carnosidad vegetal”. Para ello han utilizado productos de la huerta murciana y almeriense azotadas por las inundaciones el pasado mes de septiembre.Los postres abordarán la cuestión del comercio justo (con un haba de cacao elaborada con producto de la comunidad indígena de los arhuacos en la zona de Sierra Nevada en Colombia) y con las aguas y el vino hablarán de inundaciones e incendios y de la recuperación de destilados a través de su proyecto Ars Natura Líquida. Servirán un vino directamente extraído del lodo de Rendé Masdeu, bodega desaparecida por la subida del río Francolí: Trepat de Jordiet 2018 Celler Rendé Masdeu D.O Conca de Barberà. Un vino de viñas quemadas en el incendio del 2012 en el Empordà, Caranyana 2012 Vi de Fum Arché Pagès D.O Empordà y un vino chileno para no olvidar este país, presente en el menú con un vino de secano del interior, abriendo el debate de justicia ambiental y justicia económica en la lucha de la Araucanía. El vino chileno escogido será Huaso de Sauzal Chilena Renán Cancino 2015. Un menú que irá acompañado por loza y vasos de vidrio reciclado por El Celler de Can Roca en su proyecto Roca Recicla. Además, en cada centro de mesa habrá una creación artística sobre reciclaje del artista social Joan Crous, de la cooperativa EtaBeta de Bologna.Un planteamiento gastronómico elaborado para ser apetecible, pero también para cuestionar el presente como único modo de buscar soluciones para el futuro. “La cocina es una herramienta de transformación, es una herramienta que puede crear consciencia y puede apelar a la sostenibilidad”, concluye Joan Roca.