En Palma, las costumbres en la Semana Santa que se avecina pasan por el Frit de Pascua, una versión del clásico Frit mallorquín, pero que se prepara con carne, sangre, papa, guisantes, pimiento e hinojo en el que en lugar de utilizar carne de cerdo se añade de cordero. (El Bar Can Frau, situado en el mercado de Santa Catalina, está considerado como uno de los mejores lugares para degustar un buen frito mallorquín).También son protagonistas las tradicionales pastas saladas. Por un lado, las famosas panades: empanadas que pueden estar rellenas de carne de cordero -sobre todo en los tiempos de Pascua, cuando está más sabrosa- o de cerdo, pero también de pescado o de guisantes. Los cocarrois (un legado culinario árabe con forma de media luna que se elaboran con la misma masa, pero van rellenos de verduras, pasas y piñones). Tanto panades como cocarrois admiten muchas variedades de ingredientes, por lo que su elaboración puede adecuarse a todos los gustos. Pueden prepararse en casa o encontrarse en hornos y pastelerías de Palma, como por ejemplo el Horno Santo Cristo (con envío a toda la península), Can Joan de s’Aigo o Forn Fondo.En las escalas dulces destacan los crespells: pastas secas con múltiples formas (flores, estrellas, corazones) elaboradas con harina, huevo, manteca de cerdo, aceite de oliva y azúcar. Los robiols están elaborados con pasta de harina fina plegada con forma semicircular, cubiertos con azúcar glas y rellenos con mermelada de fresa o albaricoque, cabello de ángel, crema, requesón o chocolate. Muy laureados los crespells y robiols de Fornet de la Soca y Forn des Pont (que pueden pedirse online). Confits, grandes caramelos de anís con una almendra en su interior. Normalmente, los caperutxes (nazarenos) los reparten a los niños cuando desfilan en procesión haciendo penitencia, pero en esta ocasión se tendrán que comprar en las pastelerías de la capital balear para evitar las aglomeraciones.