Patatas Corominas, empresa familiar fundada en 1928, es una marca icónica en Badalona. Casi un estandarte, como el básquet, la horchata Riera o la Fábrica Anís del Mono.
Su historia comenzó en una pequeña tienda de alimentación donde el matrimonio Stanislao Sió Vidal y Antònia Ubach Serra freían y vendían patatas bajo el apellido Sió. Fue tal el éxito entre los vecinos, que tuvieron que trasladarse a un local más grande para dar respuesta al aumento de demanda.
Tres generaciones detrás del negocio
La falta de descendientes propició que los sobrinos Pere, Francisco y Joan Corominas entraran en el negocio para echar una mano, así que cuando el matrimonio se jubiló, en 1961, se hicieron cargo de la tienda y cambiaron el nombre por el de Patatas Corominas.
Años después, en 1991, la tercera generación, formada por Joan Corominas y Josep Garcia, hijo y yerno respectivamente de los anteriores, constituyeron la sociedad Patates Fregides Corominas, S.L.
A lo largo de los años la empresa no solo ha ido incorporado otros productos de aperitivo sino que ha conservado su vínculo con la calidad. “Aunque hemos ido modernizando máquinas, hemos mantenido el sistema de producción artesanal lo que permite que nuestras patatas sean 100% naturales, sin añadir ningún tipo de aditivo”, explican desde la marca. Este es el motivo por el que su producción abarca sólo un perímetro determinado que se concentra en el Barcelonés Nord y el Baix Maresme.
¿Por qué no hay patatas Corominas?
Desde 1991 la trayectoria de la empresa ha fluido con una aparente normalidad hasta que hace unos cuatro años una herencia se interpuso en su futuro. Según las fuentes consultadas, parece ser que este documento cedía el nombre de la marca a una parte de la familia, lo que propició que ésta reclamara royalties a la otra parte de la familia que había estado durante años al frente de la dirección y gestión de la empresa. De la evolución del resto de la historia se han ocupado los juzgados.
Este año, la última sentencia judicial ha dado la razón a la parte demandante, con lo que la sociedad Patates Corominas, S.L. fundada en 1991, no podrá seguir utilizando la marca y se ha visto obligada a parar la producción hasta ver qué camino tomar.
“Esta sentencia unida a los 40 días de cierre por el Covid, el aumento de materias primas por el conflicto Rusia-Ucrania y las decisiones, no siempre acertadas, han provocado que llevemos unos días cerrados. De momento temporalmente, ya que no sabemos si podremos reanudar la actividad”, explica Josep Garcia, uno de los miembros de la citada sociedad, a Hule y Mantel.
Por su parte, según la información publicada en el periódico local Tot Badalona hace unas semanas, la familia propietaria actual de la marca estaría valorando lanzarla con una nueva imagen y abrir fábrica en Montcada i Reixac.
Sea como sea, parece que las patatas de icónica bolsa roja dejarán de recorrer las mesas de la ciudad después de casi 100 años de historia. Una noticia triste que vuelve a demostrar que dinero, negocio y familia no siempe son la mejor combinación.