La gastronomía y la restauración son algo más que una opción laboral para personas con discapacidad intelectual, falta de visión o que vienen de entornos difíciles, es una forma de empoderarlas y de darles visibilidad, como se ha puesto de manifiesto este jueves en la primera edición de EA! Gastrosocial Experience.
Para dar testimonio de ello se han puesto sobre la mesa tres proyectos sostenibles y económicamente viables muy diferentes entre sí pero convertidos en modelos de gestión inclusiva, como la asociación Cocinar a Ciegas (La Rioja), El Quiosco de Down (La Coruña) o el Hotel Escuela San Cristóbal-Sümma Horeca (La Cisterniga, Valladolid). Tres iniciativas que tienen sus propias características y tras las que se esconden no solo las historias de quienes las hacen posibles, sino también de quienes participan y se benefician de ellas.
Cocinar a ciegas (La Rioja)
Ángel Palacios trabajaba como profesor de sala y cafetería, pero un día perdió la visión y, “aunque parezca contradictorio”, esto le sirvió para afianzar su relación con la gastronomía. Para él, cocinar va más allá de un simple trabajo, ha subrayado, que en su momento le sirvió -y le sirve- como punto de fuga ante la llegada de su discapacidad visual; así, “medio en broma, medio como terapia”, se adentró en el universo de la gastronomía, “un campo aparentemente vetado para los invidentes”, ha comentado.
La iniciativa que lidera Palacios, con la que pretenden empoderar y visibilizar a personas ciegas o con una discapacidad visual severa, nació hace catorce años mientras hacía terapia con otros compañeros en la ONCE, y hoy en ella se integran 35 personas que trabajan en este sector y aportan su granito de arena a otros colectivos a través la gastronomía.
El Quiosco de Down (La Coruña)
Otro modelo de empresa inclusiva -Down Experience- es la que han puesto en marcha la asociación Down Coruña con El Quiosco de Down, proyecto que vio la luz el pasado junio, pero es el resultado de cuatro años de trabajo, ha detallado el vicepresidente de la entidad, Manuel Álvarez Esmoris.
El Ayuntamiento de La Coruña les cedió un edificio emblemático en la plaza de Orense, popular por sus bocadillos de calamares, y a partir de ahí se decidieron a montar una empresa que dirigen jóvenes con discapacidad intelectual y que emplea a personas sin discapacidad.
El objetivo, dar visibilidad e integrar a personas con discapacidad con quienes no la tienen y desarrollar una propuesta económicamente sostenible, ha indicado Alvarez Esmoris, en la que ha resultado “una experiencia tremendamente positiva” que esperan se pueda exportar a otras poblaciones.
Hotel Escuela San Cristóbal (Valladolid)
El tercero de estos proyectos inclusivos y sostenibles presentados durante la segunda jornada de este encuentro gastronómico y social es el Hotel Escuela San Cristóbal-Sümma Horeca, en el que reciben formación y prácticas jóvenes que provienen de entornos difíciles y en riesgo de exclusión social. El objetivo de esta iniciativa, que vio la luz en julio de 2020, es “trabajar con niños y adolescentes de los que el sistema se olvida una vez cumplen la mayoría de edad”, ha comentado el promotor y director del hotel escuela, Tomás Aller.
En el San Cristóbal se desarrolla un modelo de formación basado en el acompañamiento profesional, y más que una enseñanza reglada al uso, ha explicado Aller, se trata de “dar una oportunidad a chavales que no tienen nada para ganarse la vida”. En este centro se incorpora a perfiles a los que otras instituciones no tienen en cuenta, ha apuntado, se les enseña un oficio desde el puesto de trabajo en el que la figura del mentor es clave y pasa por involucrar a los proveedores como docentes y no solo como pagadores, concluye.
