Patrimonio románico en Vielha, Salardú o Arties, esquí en Baqueira Beret... y en Bossòst: cerveza artesana. Además de disfrutar de las montañas, de los paisajes pirenaicos y de rutas por el legado románico de sus pueblos, en la Vall d'Aran la gastronomía también reclama su lugar.
Y no hablamos sólo de la tradicional olla aranesa o del civet de jabalí, en el valle existen restauradores que aportan una nueva visión a la gastronomía de la zona, y productores que también contribuyen a ello con sus proyectos entregados a la elaboración de quesos, mieles, embutidos ―como el choriço y la langoissa seca―, patés, licores o cerveza artesana.
Los inicios de REFU
REFU es uno de estos proyectos y así nos lo define David Solano, su CEO y head brewer: "Tenemos dos eslogans 'Cultura Cervecera' y 'Proyecto Alternativo'". Unos valores que Solano ya había bebido anteriormente en Baladin, una de las más reconocidas fábricas de cerveza artesana en Italia, donde además aprendió la técnica cervecera.
Fue en 2010 cuando, llamado por la nieve y la bici de montaña, se instaló en Bossòst y puso en marcha este proyecto. Por aquel entonces, la cerveza artesana empezaba a dar sus primeros pasos en España. "Si en la Península había poca cultura, imagínate en la Vall d'Aran", apunta. Compraban cervezas a otros elaboradores y las vendían, aprovechando para hacer divulgación.
"En 2015, la cultura de la cerveza artesana empezaba a estar en auge, aunque la calidad media de las cervezas era baja". Unos fondos de ayudas europeas llegaron al valle, ellos presentaron su proyecto y los consiguieron. "Al principio entraba muy poca gente en el local y teníamos mucho tiempo para hacerles probar cervezas y convencerles", apunta recordando la importancia de esa labor pedagógica, que a día de hoy siguen practicando con formaciones y catas en otras cerveceras y eventos.
Cervezas con ADN aranés
Actualmente, cuentan con su bar birreria en el centro de Vielha (c/Major, 18A), donde disponen de catorce grifos de cerveza y ofrecen una carta enfocada al comfort food, con hamburguesas y bocadillos, pensada para acompañar sus cervezas. Además de su fábrica en la población de Bossòst (c/Sorieus, s/n), donde hacen toda la producción.
Cuentan con una gama regular de siete cervezas, "son todas reinterpretaciones de estilos clásicos ingleses, cervezas muy populares, equilibradas, fáciles y aptas para todos los públicos", explica Solano, quien prefiere utilizar el término de cerveza "viva" en lugar de "artesana", una palabra que las grandes empresas han ido pervirtiendo.
Confiesa que también "son cervezas 'egoistas', porque somos buenos bebedores de cerveza y nos gusta beber durante largas horas. Por eso hacemos estos estilos de baja graduación, baja carbonatacíón y sin químicos en ninguna parte del proceso. No hacemos trampas, todo es materia prima real".
Para elaborarlas, utilizan el agua del valle y lúpulo de Navarra, y puntualmente de Girona, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. A día de hoy, reconoce, "es muy difícil hacer una cerveza con un 100% de materia prima local", aunque su objetivo es apostar por pequeños productores independientes de lúpulo que ya existen, pero que todavía tienen que mejorar la calidad de sus productos.
Por su parte, están experimentando con la plantación de diversas variedades de lúpulo, para ver cuáles se adaptan al territorio y "ver si conseguimos un lúpulo propio del Aran, ese es el sueño".
7 referencias cerveceras
Para empezar a probar sus cervezas, lo mejor es iniciarse con la Legzira, una blonde ale elaborada en un 100% con lúpulos locales de Navarra. "Es cítrica, equilibrada hacia el dulce". La cerveza que cualquier novato en el mundo de la artesana podría tomar.
Se puede subir un peldaño con una IPA como la 10 minutos, una session IPA con un amargor persistente y resionoso y un 4% de graduación alcohólica; o con la 20 minutos, una IPA anaranjada, con aromas a fruta de hueso, ligeras notas caramelizadas, y algo más alcohólica.
Y pasar después a creaciones como a la Wee, una scotch strong ale envejecida durante 18 meses en una barrica de oloroso en tres usos ―oscura, con aromas a frutos rojos y caramelo, y notas ahumadas―. "Una cerveza que marida bien con una chimenea, con buena compañía y con copa de cognac después de comer", afirma.
Otros nombres a recordar: Palissandro (brown ale), Bruno (english stout) y Huxley (best bitter). Además, mensualmente elaboran cervezas de edición limitada y hacen colaboraciones con otras cerveceras de la península e internacionales, recordándonos ese compañerismo que siempre se respira en el mundo de la cerveza artesana y que forma parte de la cultura cervecera que quieren difundir: "Compartir, enseñar y aprender", dice.
Un proyecto alternativo
A día de hoy, en el proyecto trabajan 13 personas y recalcan que no forman parte de ningún grupo inversor, de ninguna cervecera industrial. "Escapamos de la industria en todos los sentidos: valores, maneras de trabajar, materia prima y trato del equipo". Un trabajo de resistencia y más teniendo en cuenta que, aunque el sector está en auge, la inflación ha obligado a cerrar cerca de 200 proyectos de cerveza artesana, sólo en Cataluña.
Las cervezas de REFU se venden en un 70% a nivel local en la Vall d'Aran y el 30% restante lo distribuyen por toda España y por el sur de Francia sin intermediarios, "para mantener el control de la cadena de frío y elegir quién es prescriptor y colabora con nosotros".
En Barcelona, por ejemplo, cuentan con colaboradores como las cervecerías Homo Sibaris (Sants) y La Cervecita (Poblenou), y sus latas ―por cierto, con un diseño acertadísimo del estudio de manresano Killing Weekend― se venden en Beershop (Gràcia). También realizan envíos en frío a toda la península y trabajan con todos los restaurantes gastronómicos de la Vall d'Aran, donde es fácil maridar un menú con sus cervezas.
Aunque si queréis captar bien el espíritu REFU lo mejor es pasar por su fábrica en verano, ya que además de abrir sus puertas al público, montan un tap room al aire libre, con mucha cerveza, un food truck, catas, conciertos y otras actividades culturales. Un planazo para empaparse de esa cultura cervecera, en plena montaña.