Si algo distingue a Calanda es su melocotón con Denominación de Origen Protegida. Nos adentrarnos en largos caminos de tierra en busca de los melocotoneros de este municipio del Bajo Aragón, en la provincia de Teruel, para ver de primera mano el proceso de recogida en sus campos, cultivados de manera única y con delicadas técnicas que permiten obtener los que, sin duda, son los mejores melocotones del país.
El melocotón calandino, un icono de la comunidad aragonesa, es conocido por su color amarillo y su gran tamaño, pero destaca especialmente por el aroma que desprende y, sobre todo, por su dulce sabor. Su recolección comienza en septiembre y se prolonga hasta casi finales de octubre, cuando la fruta está en su punto óptimo de maduración.
Embolsado para conseguir un melocotón único
Antonio Palos es agricultor en Calanda y nos espera bajo el pequeño hueco de sombra que crea el tractor de recogida en sus campos. Nos explica cómo funciona la técnica del embolsado, que se realiza de forma manual durante los meses de verano, y que consiste en embolsar de uno en uno los frutos en el árbol usando papel traslúcido y transpirable.
Utilizan un grapado doble para proteger el fruto de factores externos, ya sean climáticos o de pequeños insectos —la plaga de mosca es habitual—, y así favorecen su maduración y el desarrollo de un melocotón de cualidades excepcionales. Ya en la recolección, esto facilita la retirada del fruto haciendo que además el chito del árbol permanezca intacto, conservándose con fuerza para una nueva remesa.
Bajo largas horas de sol y campo, los jornaleros recogen la fruta que rápidamente se traslada y distribuye a las naves donde se realiza la selección de los melocotones. En la Cooperativa La Calandina, y de la mano de uno de sus operarios, Raúl Caldú, descubrimos cómo se desarrolla este proceso.
Con la ayuda de maquinaria, los trabajadores proceden a quitar las bolsas que cubren los melocotones y posteriormente las frutas llegan a una zona donde se inicia el primer filtrado. Vistas las características de cada pieza, y siguiendo el criterio y los años de experiencia que los trabajadores tienen a sus espaldas, se retiran las que no cumplen con los estándares de calidad.
Una vez terminado el milimetrado proceso de selección, y siguiendo criterios de peso, color y calidad, se dirigen los melocotones por cintas mecánicas y se agrupan para ser envasados todos los que tienen el mismo calibre. Es momento de embalarlos con la información debida de cada pieza y su respectiva cooperativa, esperando a ser transportados a los grandes mercados de abastos, supermercados y pequeños comercios.
Antonio empieza un nuevo día en el tractor, mientras que Raúl espera el nuevo género recién cogido de los melocotoneros calandinos y el comerciante sus melocotones para ser vendidos en la plaza del pueblo. Así, hasta que a finales de octubre termine la época de comercialización del auténtico melocotón D.O. Calanda.