La cerveza es una de las bebidas más conocidas y consumidas en todo el mundo. Sin embargo, puede ser perjudicial si se consume de manera abusiva, dado que puede comportar problemas de salud a largo plazo.
El primer viernes de agosto es el Día Internacional de la Cerveza, que conmemora la historia y el origen de este producto que se introdujo en España en el siglo XVI gracias al monarca Carlos V, muy aficionado a esta bebida. Tanto él como su padre provenían de Flandes, territorio cervecero desde donde importó el producto, y fué él quien instaló las primeras fábricas cerveceras en Madrid.
En nuestro país su consumo está más que consolidado y actualmente una persona adulta bebe de media unos 58 litros anuales de cerveza, según los datos del Informe Socioeconómico del Sector de la Cerveza 2022 elaborado por la Asociación de Cerveceros de España y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Hábitos de consumo en España
El documento también señala otros aspectos. Por ejemplo, una leve reducción del 10% en el consumo de cerveza fuera del hogar, debido al cambio de hábitos provocado por la pandemia. Esto ha hecho que algunos consumidores hayan mantenido la costumbre de tomarla en casa en vez de fuera de ella.
Sin embargo, es la bebida fría más demandada en hostelería, puesto que el 94% del consumo tiene lugar en un contexto social. Así pues, quedar para tomar una caña con amigos o familiares es toda una tradición consolidada en nuestro país que se multiplica durante el verano en las terrazas, además de servirse siempre acompañada de una buena tapa.
Otros resultados del informe apuntan que el 13% del consumo total de cerveza no contiene alcohol, así como que el 90% de las ocasiones en las que se bebe cerveza están asociadas a momentos de ingesta de otros alimentos, como durante las comidas.
¿Cuáles son sus componentes?
Este producto se elabora mediante la fermentación de granos de cebada con agua (supone el 92% de su composición) y levadura, convirtiéndose en malta. A esta se le añaden aromatizantes como el lúpulo u otras plantas para obtener su sabor amargo característico y asegurar su conservación.
La especialista en nutrición de la Unidad de Obesidad del Hospital Quirónsalud de Torrevieja, Carolina Pérez, destaca que, entre los nutrientes presentes en la cerveza, ésta contiene valores bajos de vitaminas, carbohidratos, proteínas, minerales, silicio y propiedades antioxidantes que podrían fortalecer la salud ósea, entre otros efectos.
Su elevado aporte calórico es causado por el alcohol, así que son calorías vacías que no aportan beneficios al organismo, además de convertir los carbohidratos en azúcar y ser almacenados como grasa.
Consumo excesivo y riesgos
Aunque las sin alcohol ganan terreno, la mayoría de cervezas contienen alcohol, ya sea en mayor o menor cantidad, una sustancia que siempre es tóxica para nuestro organismo, por lo que se debe evitar consumir en exceso.
De hecho, la nutricionista Elena de la Fuente, del Hospital Quirónsalud San José, afirma que las bebidas alcohólicas en su conjunto no son saludables. "No es sensato aconsejar su ingesta, aunque sea moderada y responsable. No hay ninguna cantidad recomendable de alcohol; desde el punto de vista médico no está justificado beberlo", destaca.
Algunos de los riesgos que implica un consumo abusivo son la mayor probabilidad de sufrir enfermedades hepáticas graves, llegando incluso a tener cirrosis. Además, aumenta el riesgo de padecer cáncer en áreas como la laringe, el esófago, la boca, la garganta, el colon o el hígado.
La cerveza en exceso también puede afectar la salud cardiovascular, incrementando el riesgo de padecer hipertensión. Asimismo, la Comisión Europea advierte de que la ingesta moderada de alcohol aumenta a largo plazo el riesgo de sufrir cardiopatías.
También puede ocasionar obesidad, pues su consumo abusivo implica una ingesta calórica elevada. La ingesta de dos o más cervezas diarias puede aumentar el riesgo de sobrepeso en un 34%. Al ser una bebida gaseosa, en combinación con el alcohol, puede causar fatiga mental y malestar estomacal. Además, puede dañar las conexiones neuronales del cerebro.
En el peor de los casos, puede desembocar en alcoholismo, una grave enfermedad que puede generar a largo plazo riesgos de sufrir depresión, adicción y dependencia.
"Por lo tanto, ante tantas evidencias, podemos asegurar que no existe un consumo seguro de alcohol y de ahí que la recomendación de la moderación sea una indicación negligente", asegura de la Fuente.