La sandía es, junto al melón, la fruta estrella del verano. Rica en agua, cuya proporción supera el 95%, sirve como hidratante natural, así que es un gran aliado para refrescarse y combatir el calor habitual de esta estación del año.
Este fruto originario de África se exportó a los territorios bañados por el Mar Mediterráneo e incluso su cultivo se expandió en América, siendo una de las frutas más consumidas en todo el mundo.
Perteneciente a la familia de las cucurbitáceas, es fácil de identificar una por sus características más llamativas: su gran tamaño, su forma circular, sus múltiples semillas y su inconfundible color rojo.
¿De dónde proviene el rojo?
Para muchos es una incógnita el origen de este color. Asimismo, las frutas y verduras presentan una amplia gama de colores e intensidades debido a los pigmentos vegetales que se encuentran en cada una ellas y que tienen propiedades colorantes.
En el caso de la sandía, se trata del licopeno, sustancia que también se encuentra en los tomates. Además de darle ese color tan característico a la sandía, le otorga una serie de beneficios para tu salud que te detallaremos a continuación.
Propiedades y nutrientes
El licopeno forma parte la familia de los carotenoides, por lo que comparte parentesco con la coloración típica de otros vegetales como las zanahorias. Esta sustancia antioxidante se almacena en el hígado y su biodisponibilidad puede disminuir con el envejecimiento.
El licopeno es un gran protector ante enfermedades cardiovasculares, diabetes o distintos tipos de cáncer por su efecto antiinflamatorio y neuroinflamatorio que mejora las funciones cerebrales.
El resto de componentes de la sandía también hacen que sea un alimento muy saludable y de alto valor nutricional. Contiene fibra, minerales como sodio, potasio, hierro y calcio, vitamina A y C, y glúcidos.
Según QuirónSalud, posee un aporte calórico muy bajo, que oscila entre 26 y 32 kilocalorías por cada 100 gramos.
Posibles elaboraciones
Este clásico veraniego se utiliza tanto para postre, como merienda, tentempié entre horas, o bien, incorporado como ingrediente principal a otras recetas. Ejemplos de ello son helados, granizados, gazpachos, pasteles, incluso alguna ensalada o brocheta de macedonia de frutas con melón o plátano, entre otros.