Suiza, histórico territorio neutral ante conflictos, ha declarado la guerra a Lidl. La paz ha sido abolida en el momento que se ha tocado uno de sus símbolos nacionales: el conejito de chocolate. La emblemática Lindt & Sprüngli, marca con 175 años de historia, ha sido la que ha subido a la cadena de supermercados alemana al estrado. Lindt acusa a Lidl de que su conejito es demasiado parecido al suyo, algo que salta a la vista: mismo papel dorado, mismo perfil, mismo cascabel y, sobre todo, misma mirada luciferina.
El Tribunal Federal, máxima instancia de la justicia helvética, da la razón a la marca de chocolate local después de cuatro años de una batalla legal iniciada en el tribunal local del cantón de Argovia, que en un principio se había posicionado a favor de la alemana. Finalmente se dictaminó que el cliente podía confundir uno con el otro y que existía una violación de las leyes de marcas registradas. El fallo del jurado no ha podido ser más cruento, y no solo se prohibirá a Lidl venderlos en Suiza, además sus conejitos han sido condenados a la pena máxima: serán fundidos.