La lista de productos a base de proteína vegetal que se plantean como alternativas a la carne es cada vez más larga. Pero entre hamburguesas, nuggets, salchichas e incluso pescado, es verdad que el bacon siempre impone un poco más de respeto. Algo así como la penúltima frontera de la versión vegana de la carne que, en realidad, hace ya tiempo está en el mercado.
Hace más de dos años probamos uno de los primeros bacon veganos que llegaron al país de la mano de Zyrcular Foods, y ahora nos reencontramos con este producto en la versión que Let it V ha sacado al mercado y que llega —o llegará en breve a los escaparates— con el ingenioso nombre de Veikon Kuidao.
Para dejar de comer carne
Además de su colorido y moderno diseño y de los mensajes habituales de este tipo de productos sobre la sostenibilidad o su parecido al producto de origen animal, nos ha llamado mucho la atención uno de los lemas utilizados para su promoción: “El bacon para los que quieren dejar de comer carne”.
Una idea que enlaza con el recurrente debate sobre el sentido de este tipo de productos que buscan emular el aspecto, sabor y textura de la carne. Hay un público para ellos que quiere comer menos carne pero mantener la experiencia lo más intacta posible. Incluyendo un bacon crujiente y sabroso, lo más parecido posible al real.
De momento, congelado
Según nos explican los responsables de la compañía, la idea es venderlo refrigerado con una caducidad de 45 días, pero por ahora se comercializa congelado en packs de 500 o 250 gramos y pensado sobre todo para hostelería. Como es habitual en este tipo de productos, la lista de ingredientes es muy larga, no apta para quienes desconfían de los “E” y de nombres extraños. La base es la proteína de guisante, y el aporte de grasa es de aceite de girasol. Incluye también hierro y vitamina B12.
Las lonchas son bastante finas, de color tirando a rosáceo y con vetas de grasa pronunciadas. El olor es intenso, con un toque de ahumado que destaca claramente, también entre las manos al manipularlo. ¿Huele a bacon? La verdad es que en crudo, no.
Colocamos varias tiras en la sartén. Si es antiadherente no hace falta añadir nada, si se pega, unas gotas de aceite ayudarán. Un par de minutos por cada lado serán suficientes si lo queremos normal, aunque la verdad es que luce mucho más buscándole un punto crujiente.
La frontera entre esa textura firme y crocante y el quemado es muy delgada así que hay que estar atentos. No hemos conseguido la ondulación que aparece en las imágenes oficiales y ese crujiente perfecto, pero suponemos que es cuestión de seguir probando hasta dar con el punto exacto de fritura y la cantidad de grasa a añadir.
Un ahumado notable
Durante el cocinado, ese olor ahumado que notábamos al abrirlo se multiplica, así que mejor tener una buena campana extractora o una ventana cerca si no queremos dejar la casa perfumada. La buena noticia es que esa intensidad no está presente en el gusto. El ahumado es relativamente sutil y el punto de sal bien controlado. Suele ser una tentación de este tipo de productos suplir el sabor de la carne pasándose de sal o saborizantes ahumados.
En versión crujiente nos ha gustado bastante. ¿Con los ojos cerrados pasaría por bacon? No hace falta cerrarlos porque, de hecho, el aspecto está muy bien conseguido y aunque es fácil distinguirlo del bacon de carne, este tipo de productos suelen estar pensados para formar parte de un plato o ir acompañados de salsa. En ese contexto, la verdad es que cumple con su misión.
Eso sí, con lo de “el sabor y la textura de la panceta tradicional, pero sin cerdo” igual alguien se ha pasado de frenada. Será cuestión de idiomas, pero una cosa es hablar de bacon —ese complemento que ponerle a cosas— y otra mentar la panceta, un producto más sagrado.