Es una alternativa natural y saludable a los refrescos, siempre que no lleve azúcar ni aditivos, y quizás por eso su consumo esté creciendo en nuestro país. Pero alrededor del agua con gas existen muchos mitos y creencias populares a los que hemos querido poner algo de luz. Hemos hablado con Natalia Álvarez Leboso, técnico especialista de Laboratorio Central Sensorial de Solan de Cabras, para que nos confirme o desmienta algunas de estas afirmaciones que solemos escuchar.
Los básicos del agua con gas
Con el CO2 empezó todo. Y es que lo que hace especial al agua carbonatada es que contiene ácido carbónico que al descomponerse libera dióxido de carbono el cual sale a la superficie en forma de burbujas cuando el líquido se despresuriza. Existen aguas que contienen este gas carbónico de forma natural, desde el manantial, y otras gasificadas, a las que se les añade en el proceso de elaboración, inyectado a presión.
En el primer caso, además, según el contenido del mineral que predomine, tal y como recoge la Organización de Consumidores y Usuarios, podemos distinguir entre aguas bicarbonatadas, cálcicas, sulfatadas, sódicas, magnésicas y cloruradas, cada una con sus beneficios específicos.
Verdades y mentiras
Engorda
Mentira. "El agua con gas no tiene aporte calórico (0 kilocalorías), por lo que no puede engordar", dice Álvarez. Aún así, es importante que leas bien la etiqueta para comprobar que realmente se trata solo de agua con gas carbónico, sin ingredientes ni azúcares añadidos, como sucede con la gaseosa, por ejemplo. Es más, en realidad su efecto saciante puede ayudarte a comer algo menos.
Facilita la digestión
Verdad. Es una buena aliada en las digestiones, especialmente si son pesadas, ya que "el CO2 estimula la función digestiva, favoreciendo la producción de jugos gástricos y el vaciado, por lo que mejora la sensación de digestión", apunta la experta. Y añade: "El agua mineral natural, con o sin gas, presenta una composición constante y contiene minerales, como por ejemplo los sulfatos, que también estimulan la digestión".
Provoca gases e hinchazón abdominal
Verdad. Aunque para Álvarez, "un consumo adecuado no tendría un excesivo impacto" en nuestra salud, es cierto que abusar del agua con gas puede incrementar la presencia de gases en el tubo digestivo. Por eso, es recomendable que las personas que habitualmente sufren problemas de gases o dispepsia la tomen con prudencia, para así evitar esas molestias. Lo mismo para aquellos que tengan el colon irritable, reflujo gastroesofágico, hernia de hiato u otras enfermedades del intestino.
No se puede beber a diario
Mentira. Se puede beber a diario y es una estupenda fuente de hidratación. De hecho, agrega Álvarez, "como contiene la misma composición mineral que el agua sin gas, aporta la misma hidratación". Aún así, y teniendo en cuenta que cada agua con gas tiene una composición diferente, lo ideal es consumir solo dos o tres vasos medianos de agua carbonatada y alternar con agua natural, para alcanzar el consumo de dos litros u ocho vasos al día que aconsejan los expertos.
Está prohibida para embarazadas
Mentira. El agua con gas no tiene contraindicaciones para embarazadas, que pueden consumirla normalmente durante este período. Sin embargo, durante el embarazo la sensación de hinchazón se puede acentuar debido a que el aumento de la barriga hace presión en el estómago, haciéndolo más sensible.
No es buena para ciertos enfermos
Mentira (con matices). Según Álvarez, el agua con gas no presenta contraindicaciones graves para los enfermos, aunque, en estos casos, "sería importante escoger un agua mineral natural cuya composición mineral favorezca las necesidades específicas de ese paciente". De todos modos, si sufres insuficiencia respiratoria severa (EPOC) es mejor que no la consumas. En eso coinciden los expertos, y también, cada vez más, en que protege contra la hipertensión arterial, algo que confirmó un estudio del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Perjudica el esmalte dental
Mentira. "El agua mineral natural carbonatada no contiene una cantidad de ácido muy elevada y su acidez es inferior a la que encontramos en otras bebidas como refrescos o zumos de limón, por lo que tendría que depositarse mucho tiempo para poder dañar el esmalte y eso es prácticamente imposible que ocurra", dice la experta, y corrobora así lo que ya han confirmado distintos estudios. Aún así, en el caso de las aguas carbonatadas con sabor a limón o a otro cítrico, sí que es probable que su nivel de acidez sea más elevado y, por tanto, tengan un mayor potencial erosivo. Lo mismo sucede si se añaden rodajas de cítrico.
Es mala para los huesos
Mentira. Álvarez sentencia con rotundidad: "No existen evidencias que indiquen que sea mala para los huesos". Así que olvidémonos de las habladurías populares que dicen que el agua con gas disminuye el calcio de los huesos e interfiere en la absorción del calcio de los alimentos, algo que sí que puede suceder cuando se consumen refrescos, como las colas, en exceso. De hecho, hay investigaciones que defienden justo lo contrario.