Cuando hay una noticia o evento de actualidad intento llevarlo al terreno gastronómico. Sea lo que sea. No lo puedo evitar. Mezclar la gastronomía con temas muchas veces intrascendentes o superficiales me parece interesante, y esta semana me hubiera gustado hablar de la boda de Tamara Falcó e Íñigo Onieva, que se celebró el pasado sábado contra todo pronóstico.
Después de infidelidades, robos al más puro estilo Hollywood (tres ladrones vestidos de guardia civiles atacaron el coche donde viajaban las joyas de la boda), cambios de vestido (la firma que iba a vestir a Tamara canceló el acuerdo poco antes de la boda) e incluso el incendio de la casulla de un cura durante la ceremonia (no es broma), nadie daba un duro porque salieran juntos de la Iglesia.
Pero claro, este no es mi trabajo principal y solo escribo cuando tengo tiempo, así que cuando lo propuse, dos días después de la boda, ya era tarde. “El SEO ya no es bueno”. “Ya ha hablado todo el mundo sobre ello y el posicionamiento en Google va a ser malo”. En definitiva, no podía sacar el tema, y eso que me hubiera gustado hablar de muchas cosas.
Hubo preboda en el Ritz con menú de Quique Dacosta. Sí, ahora toda boda tiene una preboda. Es querer alargar la agonía que ya de por sí es una boda.
Me hubiera gustado hablar de que hubo preboda en el Ritz (¿también buscáis siempre Ritz en Google pensando que se llama Risk o soy el único?) con menú de Quique Dacosta. Sí, ahora toda boda tiene una preboda, que es como una boda antes de la boda. Es querer alargar la agonía que ya de por sí es una boda, repleta de trajes y vestidos incómodos y zapatos que son una tortura y un atentado a nuestros pies.
Como aquí se habla de gastronomía, me hubiera gustado decir algunos de los platos que se comieron los invitados: ocado de patata trufada, pimiento caramelizado, empanadillas crujientes de rabo de toro, pan airbag con presa ibérica, croquetas de boletus, dado de atún marinado, pan bao de codillo asado con pimiento verde, chupito de gazpacho, cóctel de salpicón de marisco gallego en lima o tartar de vaca madurada con huevo de codorniz.
La gente tiene la manía de darle pedigrí a su boda con caterings de chefs estrellados, pensando que va a ser igual que ir al restaurante, pero, sorpresa, no lo es.
También me hubiera gustado hablar de la comida de la boda (la de verdad, no la preboda), que fue realizada por Eneko Atxa y un equipo de 40 cocineros, y que constaba de 20 aperitivos, como talo de langostas, oliva helada, macaron de trufa, tarta de txangurro, brioche de salazones y anguila, espárrago en texturas, macaron de flores, nigiris, sardina a la bilbaína o atún con piparras; un entrante compuesto por quisquillas con esencia de hierbas; un pichón asado como principal; y chocolate con aceite como postre.
Hubiera hablado de esta manía que tiene la gente ahora de darle pedigrí a su boda con caterings de chefs estrellados, pensando que va a ser igual que ir al restaurante, pero, oh sorpresa, no lo es. Y también hubiera comentado que a veces los cocineros se meten en unos berenjenales mediáticos que no sé si les benefician mucho.
Hubiera hablado de Tamara Falcó que tras ganar MasterChef Celebrity se autodenomina chef sin que se le caiga la cara de vergüenza.
Incluso hubiera hablado de Tamara Falcó, que después de ganar MasterChef Celebrity y hacer un curso en la escuela Cordon Bleu se autodenomina chef en su perfil de instagram, sin que se le caiga la cara de vergüenza ni nada. Por supuesto hubiera comentado que la autoproclamada chef sacó un libro de recetas titulado Las recetas de casa de mi madre, que entiendo estará lleno de recetas de las diferentes cocineras que han pasado por casa de Isabel Preysler, porque no creo que esta señora haya cogido una sartén en su vida. Incluso Tamara una vez declaró a Vanity Fair que su madre “odiaba el olor a cocina”. Supongo que el olor a pobre tampoco le gusta a la Preysler.
No me hubiera olvidado de hablar de los vinos de la boda, la mayoría de las bodegas Marqués de Griñón. Le hubiera contado a la persona que leyese este texto y que no esté puesta en el mundo vinícola y rosa (rosado podríamos llamarlo), que el padre de Tamara, Carlos Falcó (aka Marqués de Griñón), fue uno de los pioneros de la modernización de la viticultura patria (incluso fue multado por introducir cepas de cabernet sauvignon a España).
¿Una camarera vestida de época? Es más normal de lo que parece en las bodas actuales (que no modernas), donde se valora que los trabajadores parezcan sirvientes.
Y que su bodega, Marqués de Griñón, sigue en pie tras su muerte en 2020, dirigida por la hermana de Tamara, Xandra Falcó, que tiene pinta que es la hermana que trabaja, ya que además de desempeñar su trabajo en la bodega familiar, ha creado un vino rosado junto a Marcos y Miguel Eguren, de la bodega Sierra Cantabria, llamado XF, que obviamente se sirvió en la boda.
Por último me hubiera gustado hablar de una de las polémicas de la boda, que fue una foto de una camarera vestida como si estuvieran rodando una serie de época. Hubiera roto una mini-lanza en favor de Tamara, porque aunque todos sabemos que no es un adalid de la modernidad y el progreso, esto es más normal de lo que parece en las bodas actuales (que no modernas), donde se valora que los trabajadores parezcan sirvientes, porque a la gente le encanta gastarse cientos de euros para pagar una cocina mal resuelta y una bebida regulinchi (seguro que luego se quejan de pagar impuestos) y aparentar ser lo que no son durante unas horas, con trajes y vestidos que probablemente no vuelvan a ponerse.
De todo eso me hubiera gustado hablar si el SEO y el posicionamiento en Google me lo hubieran permitido, pero ya habrá otra ocasión. Mientras tanto, le deseo a la pareja un largo matrimonio, sin viajes al festival Burning Man de por medio, no vaya el bueno de Íñigo a liarla otra vez.