La Remesa Mala. Los revolucionarios del vino español

COLUMNA | En el panorama del vino patrio existen viñadores inquietos que se revolucionan ante la homegeneización y lo establecido. Estos son algunos a los que hay que seguir

Óscar Soneira, autor de Hule y Mantel

Comunicador, sumiller y elaborador de vino

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La "Remesa Mala" del mundo del vino / Foto: Canva y Disney + / Collage Hule y Mantel
La "Remesa Mala" del mundo del vino / Foto: Canva y Disney + / Collage Hule y Mantel

La Remesa Mala es una serie de animación anclada dentro del mundo de Star Wars donde un grupo de Soldados Clon intentan encontrar su sitio tras rebelarse contra el Imperio. En el mundo del vino también tenemos a estos soldados que marchan contra los Lord Sith de turno: Denominaciones de Origen o prescriptores. Al final, unos por ser la salvaguarda de la calidad y otros por ser tendencia acerca de sus gustos, acaban creando una corriente homogénea. Un mal extendido que evita cualquier tipo de revolución. Y las revoluciones, querid@s míos, son buenas y bienvenidas. Porque sin revolución no hay evolución.  

Para mí, uno de estos soldados revolucionarios ha sido y será Alfredo Maestro Tejero. Empezó su andadura en Peñafiel, zona perteneciente a Ribera del Duero, haciendo vinos como mandan los cánones ribereños. Sota, caballo y rey. Como esto no le seducía, quiso buscar una personalidad propia y hoy día hace vinos con mínima intervención, apuesta por todo tipo de varietales, desde blancos a tintos, e incluso se ha atrevido con los vinos dulces. Si queréis probar las diferencias que se pueden obtener con la tempranillo, pero con otro punto de vista al de Ribera del Duero, hay que apostar por referencias como Viña Almate, Tinto Castrillo de Duero, La Guindalera y La Olmera, claros ejemplos del estilo de Alfredo.

Para mí, uno de estos soldados revolucionarios ha sido y será Alfredo Maestro Tejero que hoy día hace vinos con mínima intervención

Otro caso son Ramón Jané y Toni Carbó, dos de los ideólogos de Mas Candí. Esta bodega del Penedés empezó, como muchas otras, con el empeño de cuatro jóvenes enólogos que provenían de familias bodegueras. Un viaje a Francia les marca, allí probaron vinos que les llegaron al alma o, como bien dice Toni, “vinos que me recordaban a los de mi abuelo”. Con esta epifanía volvieron a sus tierras y empezaron su andadura: vinos que también están en la corriente de la poca intervención, ahondando más en los varietales típicos de la zona.

Curiosamente los varietales que trajeron ese estilo más bordelés a las tierras catalanas —merlot, syrah, cabernet sauvignon o pinot noir— han ido cediendo paso a otros: sumoll, monastrell, garnacha (blanca y tinta), xarel·lo, mandó o mónica. La curiosidad reside en que la misma transformación que cambió el viñedo francés es, poco a poco, la misma revolución que está sufriendo visiblemente el Penedés. Mas Candí es ejemplo de ello con vinos como QX, Desig, Roig Boig, Ovella negra o Baudili. Ellos también son fundadores e impulsores de la marca Corppinnat, esa transgresión por parte de unos viñadores elaboradores de espumoso y su marcha de la Denominación de Origen Cava. Otra gran transformación.

Willy (Guillermo) Pérez y Ramiro Ibáñez son dos de los enólogos llamados a provocar un seísmo en las tierras del Marco de Jerez

Y acabamos con Willy (Guillermo) Pérez y Ramiro Ibáñez, dos de los enólogos llamados a provocar un seísmo en las tierras del Marco de Jerez. Estos dos eruditos incansables son la revolución de un pasado en el Marco. A través de sus estudios sobre la historia de Jerez entienden que ahora esas joyas que tanto me llegan al alma no son solo sus vinos, sino que el terruño, el varietal y la historia nos pueden llevar a vinos que hasta ahora nos eran desconocidos.

Podría pasarme horas enteras hablando del maravilloso mundo que se dibuja a través del conocimiento de este par, pero necesitaríamos un artículo más extenso. Willy fue el creador del primer fino sin encabezar, el Fino Caberrubia, un proyecto que nace del cabeceo de sus vinos La Barajuela. Un fino conseguido a través de una palomino que pasó por un asoleo para llegar a los 15º alcohólicos que pide la D.O., de esta forma no se le añade alcohol vínico. Entretanto, Ramiro, en su bodega Cota 45, empezó trabajando sobre los vinos de pago. Ube es el proyecto que anda buscando la esencia más expresiva de la uva palomino en sus diferentes terruños. Actualmente nos trae también vinos que hablan del pasado, como sus Agostado Palo Cortado o Raya Olorosa, aunque la palma se la lleva la recuperación de la tradición de los Pajaretes, vinos de Cádiz que gozaban de una gran reputación.

Como veis, la "Remesa Mala" que revoluciona nuestro país es tremenda, a mí personalmente me llena de ilusión comprobar que hay tantos viñadores inquietos. Se presenta un panorama genial y esperanzador para el vino español, con gente que viene pisando fuerte desde hace años, viñadores preparados, trabajadores, estudiados y con un entusiasmo y una pasión nada desdeñables.