En la gala Michelin, lo más interesante es todo lo que ocurre antes y después. Justo eso que normalmente no se puede, no se quiere o no se debería contar porque una cosa es el periodismo y otra desvelar ese cotilleo de última hora que ha compartido un compañero, o la crisis de turno porque la lista se ha filtrado antes de tiempo. Un clásico.
Así que cuando a las ocho empezó puntual la presentación de la Guía Michelin 2023 en Toledo todo el mundo sabía más o menos lo que iba a ocurrir. Era un secreto a voces que este año la lista era larga, que habría dos nuevos tres estrellas y que algunos medios acreditados ya habían podido dejar los titulares listos y las crónicas escritas, aunque no fue nuestro caso. Decenas de piezas alrededor de la misma noticia en las que todos intentamos hacer algo más que el resto. Somos parte del show.
¿Os habéis dado cuenta de que los cocineros nunca nos preguntan qué tal nos va a nosotros?, suelta una compañera mientras apuramos una ración de carcamusas. Que se note que estamos en Toledo y que somos veteranos: en las galas Michelin nunca se sabe cuándo o qué se va a comer. La pregunta provoca gestos de afirmación en la mesa. La mayoría de periodistas que escribimos sobre salvar la hostelería o sobre las condiciones del sector en realidad representamos un eslabón laboral muy débil en este engranaje. De eso tampoco solemos escribir.
Es la noche de los cocineros. En masculino
Seguramente hoy tampoco es el día. Es la noche de los cocineros. En masculino, no en neutro de la RAE. La alegría por la generosidad de la guía roja contrasta con la indignación en los corrillos posteriores al ver las fotos de los premiados y hacer cuentas. La paridad sigue sin estar invitada a la fiesta. 2 mujeres y 61 hombres premiados. Si esas cifras por sí solas no chirrían, es que tenemos un problema. No ya Michelin, todos. No faltan, eso sí, continuos agradecimientos desde el escenario a la mujer y la familia que soportan los andamios de ese camino al éxito. La conciliación mal entendida es norma por aquí.
2 mujeres y 61 hombres premiados
Mientras la lista de estrellas verdes no para de crecer y aportan un justo reconocimiento a esa cocina más apegada a su entorno y al territorio, tal vez tocaría preguntarse si esa sostenibilidad también se mide en salarios, horarios, horas extras y, en general, condiciones de trabajo de esos equipos a los que todos dedican el premio.
Los rumores desde hace semanas sobre la tercera para Cocina Hermanos Torres acabaron dando más protagonismo a la que se fue a Atrio. La emoción de Toño Pérez y José Polo en el escenario fue, sin duda, uno de los momentos más bonitos. Una historia de amor y estrellas que bien podría ser el titular de esta edición.
En realidad titulares hay muchos. El protagonismo de Barcelona, que suma ya tres restaurantes triestrellados, frente a la omnipresencia mediática de Madrid, la reivindicación de la cocina rural --Arrea! de Edorta Lamo fue uno de los galardonados más aplaudidos-- o que, como apuntó Dabiz Muñoz al recoger el reconocimiento para Ravioxo, ahora El Corte Inglés ya puede decir que tiene una estrella.
Ahora El Corte Inglés ya puede decir que tiene una estrella
"Se va a enfriar la comida", bromea en el escenario Iván Cerdeño, uno de los cocineros manchegos encargados de organizar la cena posterior. En realidad no era broma. La duración de la gala, tres horas de reloj, fue uno de los temas más comentados cuando ya fuera de la platea empiezan a circular las bandejas y las copas. Los medios gráficos no pueden estar en esta parte de la celebración. Un asunto curioso teniendo en cuenta que hay tantas cámaras como personas y móviles. Felicitaciones a los premiados, abrazos, corrillos, algún micrófono, portátiles en las mochilas que identifican que en esto también hay clases y, en realidad, algo mucho más modesto que esa bacanal de chefs famosos que igual algunos imaginan. "No vuelvo", repiten veteranos y algunos nuevos mirando el reloj. Todos sabemos que es mentira.