Bizarrap, el productor musical que convierte en oro todo lo que toca, acaba de cubrir del preciado metal a la taberna Juana la Loca de Madrid. Ha dicho en una entrevista que es su parada obligatoria para llenar la panza cuando visita la capital. Y yo, sin ser Bizarrap ni de Madrid, ya llevaba tiempo prescribiendo este lugar a todos mis amigos.
Porque cada vez que voy a la capital tengo que ir a comer allí. Aunque cueste un horror que te cojan el teléfono o hacerse un hueco en las reservas de la web. Incluso he llegado a esperar en la puerta a que acabara alguna mesa, lloviendo, después de llegar del AVE y recorrer a pie toda la calle Atocha y alcanzar La Latina.
Yo, sin ser Bizarrap ni de Madrid, ya llevaba tiempo prescribiendo este lugar a todos mis amigos.
Me han acogido en comidas de trabajo, en comilonas de amigos y en comidas familiares, con carro de bebé incluido. Y ahora, da hasta cierto miedo que, con la recomendación de Bizarrap, el restaurante se reviente aún más.
Y es ahí donde radica mi temor. ¿Tendrá Bizarrap un efecto de altavoz tan potente para poder llegar a saturar esta taberna? Y los medios, ¿qué papel jugamos dando eco a estas afirmaciones? ¿Qué pasa, que si lo dice un famoso, el sitio es bueno por que sí? Yo prescribía el restaurante a mis amigos (que son cuatro). Ahora Juana la Loca puede ser "el de las tortillas de Bizarrap” y convertirse en una atracción más de los mitómanos que vayan por Madrid.
Ahora Juana la Loca puede ser el de 'Las tortillas de Bizarrap' y convertirse en una atracción más de los mitómanos que vayan por Madrid.
Y también lo entendería, porque de Juana la Loca vuelve loco su tortilla de patatas, para mí de las mejores de Madrid. Es de esas texturas y sabores que te atrapan. Y muchos van sólo por la tortilla, como dijo Bizarrap. Pero Biza, amigo, márcate una session de las guapas, de esas tuyas, probando lo que ofrece su carta.
El rabo de toro deshilachado, el chivito de solomillo con panceta, o el lomo de atún rojo, cunden como nunca. Y sí, la tortilla es el primer plato, pero después no te puedes resistir al “increíble huevo confitado trufado con chicharrones marinados de Cádiz” que te comes de un bocado. Ni a las sardinas con burrata. Cuando te das cuenta llevas tres cervezas y se te ha parado el tiempo en el ajetreo de Madrid.
Y no quiero olvidarme de ese primer trago de cerveza fría que disfrutas aún más mientras piensas en todo lo que te vas a comer después y que vas a rematar con el volcán de dulce de leche, que sabes que no lo deberías haber pedido porque no te entra. Pero sí que entra, vaya que si entra.
El restaurante está contentísimo con la repercusión que les ha dado Biza, y así lo hacen saber en sus redes sociales. Diversos medios se han hecho eco, con mucho clickbait de por medio. De este hecho, como también lo es, al fin y al cabo, esta columna. Pero pido, con todo el cariño, que los responsables de Juana la Loca sigan trabajando como siempre, con un restaurante lleno día y noche pero que sabe mantener el respeto por los clientes. Que lo de Bizarrap sea un buen empujón, pero que no se altere su esencia. ¿Os imagináis una barra solo para atender a los quieren comer tortilla? Yo tampoco.
Así que, Juana la Loca, quédate, que Madrid sin ti duele.