La ignorancia se sienta a la mesa o cómo usar la gastronomía para romantizar la violencia mafiosa

COLUMNA | La cadena de restaurantes “La Mafia se sienta a la mesa” se escuda en 'El Padrino' para no asumir su responsabilidad en usar el nombre de la organización criminal

Maura Sanchez

Gestora cultural

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Mensajes del movimiento anti mafia de Palermo (Italia) / Foto: Instagram Addio Pizzo
Mensajes del movimiento anti mafia de Palermo (Italia) / Foto: Instagram Addio Pizzo

Hace poco más de un mes paseaba por Salamanca con mi pareja, siciliano de Palermo, cuando de pronto, con la cara desencajada, se para en seco frente a una fachada en la que en grandes letras negras vemos escrita la palabra “Mafia”. El resto de la frase continuaba, mucho más pequeña, hasta formar el nombre de la cadena de restaurantes “La Mafia se sienta a la mesa”.

Algo similar le debió de pasar al nuevo embajador de Italia en España, Giuseppe Buccino Grimaldi, cuando el 4 de septiembre envió una carta pública a Reynaldo Benito, presidente del club de baloncesto Casademont Zaragoza, transmitiéndole su “turbación” al enterarse que desde febrero de este año “La Mafia se sienta a la mesa” es uno de los patrocinadores del club.

Pero el malestar entre los italianos por la elección del nombre de este restaurante viene de largo.

De hecho, la marca ya había sido impugnada por Italia en 2015 ante la voluntad de la cadena de usar el nombre fuera de España. Más tarde, en 2018 el Tribunal de Justicia de la Unión Europea declaró su nulidad por ser “contraria al orden público y a las buenas costumbres”.

El malestar entre los italianos por la elección del nombre de este restaurante viene de largo.

La marca la creó el empresario Javier Floristán, actual CEO del grupo, y según se explica en el blog del restaurante, en un post también de 2015, el nombre nació en el año 2000 "tras un viaje a Sicilia de dos amigos, que tras descubrir la potencialidad de la comida italiana fundaron la compañía. Su pasión por la trilogía de la saga El Padrino les ayudó a pensar en el nombre comercial y en el logotipo de la marca”.

Ni la sentencia del Tribunal europeo, ni la carta del Embajador, ni el malestar de los italianos, a los que dicen representar a través de su gastronomía en España, les ha hecho plantearse cambiar el nombre, pedir disculpas o considerar los sentimientos que genera.

Al contrario, parece que lo más relevante para el grupo de restauración, según se extrae del comunicado que difundieron ayer, 7 de septiembre, son ellos mismos. Lo que les importa es explicar su relación con el nombre, su origen y la comida que ofrecen en sus restaurantes.

Como no teníamos bastante con el 'mansplaining', ahora llega el 'mafia splaining': un grupo de españoles explica a los italianos de qué va esto de la mafia y cuáles son sus significados.

Al mismo tiempo que declaran “sentirse muy sorprendidos”, reconocen que reciben comentarios a menudo por el tema del nombre —que ahora dicen que se inspiró en el libro del mismo título—, niegan que politicen o banalicen el significado de la mafia y se justifican señalando que, además de ellos, en Italia hay otras sociedades que usan esa misma palabra.

Como no teníamos bastante con el mansplaining, ahora llega en otra versión: el mafia splaining, que consiste en que un grupo de españoles explica a los italianos de qué va esto de la mafia, cuáles son sus símbolos y sus significados.

Ya en la sola idea de “descubrir la potencialidad de la comida italiana” en un viaje a Sicilia, percibo cierto tufillo a colonialismo, entendido como apropiarte y llevarte a tu país lo que puedes comercializar del país al que viajas, pero negando tu responsabilidad cuando, en este caso, ignoras la historia criminal que el nombre de tu marca lleva consigo para las personas que viven en ese lugar.

Es como si en Roma estuviera el asador El zulo o el restaurante El etarra se sienta a la mesa.

Para Anna Mayer, italiana que vive en España desde hace 25 años, por su experiencia opina que “en España, igual que en más países, no se es consciente de lo que significa para un italiano la mafia. Hay una romantización que tiende a banalizarla”.

Mayer, que desde su Instagram @panepanna lleva 15 años divulgando sobre comida y cultura italianas, explica que “es como si en Roma estuviera el asador El zulo o el restaurante El etarra se sienta a la mesa. La falta de gusto y sensibilidad para un español de un sitio así sería evidente. Con el agravante de que en España ETA ya no existe y en Italia la mafia sí”.

Laura Donadoni, sumiller y periodista italiana, comparte la opinión de Mayer y cree que en España, como en otros países, “existe una percepción borrosa de lo que es realmente la mafia”.

Donadoni me cuenta que cuando en un viaje a España se encontró “con esta cadena de restaurantes que orgullosamente hacía de su nombre un himno a los bajos fondos” se preguntó “a qué clase de persona se le podría ocurrir vincular los valores positivos de la mesa italiana con una asociación criminal, ¿quizás a alguien que forme parte de ella? No lo sé, espero que no”.

Para la gran mayoría de españoles, o al menos es mi caso, la relación con la mafia es abstracta, y la hemos adquirido a base de ver un cierto tipo de películas.

Me parece una buena pregunta que, además, me hubiera gustado hacerle a sus dueños, pero como me han dicho que no quieren hacer declaraciones, aventuro una hipótesis por aquí.

Creo que para la gran mayoría de españoles, o al menos es mi caso, la relación con la mafia es abstracta, y la hemos adquirido a base de ver un cierto tipo de películas.

Películas que han fabricado y difundido una representación del mafioso que se ha grabado en el imaginario colectivo: hombres con una apariencia elegante y sofisticada a quien se les carga de valores positivos, como la honorabilidad o el respeto y que desactiva el carácter criminal de un asesino.

Para los italianos la relación con la mafia no es una abstracción, sino la realidad de una organización de la que forman parte asesinos y narcotraficantes.

Sin embargo, para los italianos la relación con la mafia no es una abstracción, sino la realidad de una organización de la que forman parte asesinos y narcotraficantes, que empobrece los territorios donde opera y extorsiona a sus habitantes.

Por eso, lo relevante es cómo el enamoramiento por la película de Coppola de los fundadores del restaurante, no solo alimenta la pervivencia de estereotipos que blanquean a los delincuentes, sino que además lo usan como excusa para desentenderse de lo que socialmente significa y silenciar las historias reales de las víctimas.

Y, por eso, el único lugar donde a la mafia se la debe sentar es en la celda.