Gasolina, goma negra y pis de gato: el feísmo en los aromas

COLUMNA | Existen aromas feos y desagradables que se pueden asociar a un vino y no hay que tener miedo a decirlo, es más, ya toca normalizarlos

Óscar Soneira, autor de Hule y Mantel

Comunicador, sumiller y elaborador de vino

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Gasolina, goma negra y pis de gato: el feísmo en los aromas / Collage: Zozu para Hule y Mantel
Gasolina, goma negra y pis de gato: el feísmo en los aromas / Collage: Zozu para Hule y Mantel

Lo que a veces a simple vista uno comprende como algo normal, dada una conversación puede derivar en artículo. Eso y la acuciante necesidad de escribir para cobrar. Bromas aparte, es curioso como siempre la ortodoxia hace que las personas nos alejemos de normalizar según qué, o como, a veces, el feísmo es algo que por norma general apartamos de la cotidianidad.

En el mundo del vino se suele corregir mucho y a veces hasta sobremanera a las personas. Sobre todo, en lo que concierne a los aromas. Últimamente hago muchas catas, cosa que le da sentido a mi trabajo. Sin esa parte se me haría harto tedioso. El contacto con la gente y ver sus reacciones, sus descubrimientos, cómo se sorprenden mediante la cata es algo muy gratificante.

En el mundo del vino se suele corregir mucho y a veces hasta sobremanera a las personas. Sobre todo, en lo que concierne a los aromas.

Siempre que empiezo una cata les digo: “hoy no van a tener un no por respuesta, a menos que me pidan dinero, pero sí quiero que participen. No tengan miedo y sobre todo digan esa 'tontería' que se callan porque de bien seguro es pertinente”. Y ahí empieza la verdadera cata.

Al final, nuestros sentidos son recuerdos. En la escuela te han dicho qué son los cítricos, que pueden ir desde el limón, pasando por el pomelo y llegando hasta la piña. Cosa que si nos ponemos a razonar es de lo más lógico, ya que todos tienen esa carga cítrica. Pero, ¿y si te dicen manzana? Pues también. Porque uno no puede tener siempre el no en la boca, ya que el aroma en sí abarca un sinfín de frutas que pueden estar o no el recuerdo de la persona. Dicho esto, entramos en el momento de corregir en los feísmos. 

Los hidrocarburos, es decir, los aromas a gasolina y derivados, son muy normales en los vinos blancos cuando envejecen.

Durante todos estos años, en los que he podido asistir a catas o compartir momentos con colegas de profesión, he visto que existe esa manía casi autoritaria de corregir al asistente cuando, o por no querer llegar más allá, o por la simpleza de que no te gusta, corregir per se. Me lo encuentro especialmente cuando se trata de aromas desagradables o de recuerdos. 

Me explico, los hidrocarburos, es decir, los aromas a gasolina y derivados, son muy normales en los vinos blancos cuando envejecen. Pero claro, si alguien comenta que ese vino huele como cuando derrapa una moto o acelera un coche, pues suele llevarse un no. Cuando, en realidad, el aroma puede ser muy parecido. Una vez, una señora se refirió al aroma de “la goma negra de la ventana” y no pude más que decirle, sí. Al final es eso, me da igual que sea feísta o no, el resultado es el mismo prácticamente.

Que si aromas de brioche, de flores blancas y unicornio arcoíris. Ya cansa, que no todo debe ser positivo, que también es positivo normalizar los aromas desagradables.

Tenemos un componente aromático muy similar y debemos recordar con humildad, que no toda persona se pasa como un sabueso oliendo todo por donde va y analizándolo para después guardar en su mente este marcador. Así que sí, goma negra de las ventanas, aceptado.

Como también a razón de una cata de vinos frenchies salió el susodicho “pis de gato” de la sauvignon. Yo lo había percibido previamente y no comenté nada esperando a que saliera. Éramos catorce personas, alguien lo tendría que oler. Lo dijo una chica, tímidamente, comentó que encontraba algo desagradable, pero no lo quería decir. Se lo arranque de la garganta literalmente. Y se armó el belén, la gente exclamó, algunos se taparon como si no fuera con ellos, sus amigas la miraban incrédulas… y dije, sí. Lo hay. Se calmaron las aguas y empecé a explicar el porqué. Vamos, que se normalizó.

Así que al final hay que empezar a normalizar los términos. Si el marcador es algo feo, pues se dice y no pasa nada. Y sí, existen ese tipo de aromas. Es más, empiezo a estar un poco hartito de ese Wonderfulleo existente en que todo tiene que ser bonico. Que si aromas de brioche, de flores blancas y unicornio arcoíris. Ya cansa, que no todo debe ser positivo, que también es positivo normalizar los aromas desagradables y, sobre todo, reforzar a la gente que pierde una hora y media de su vida yendo a tu cata. Porque eso es lo bonico, ver que existe gente capaz de ir a un sitio a aprender y no a que la reprendan.