Está claro que los grandes chefs ya son estrellas del rock. Pero, una vez que se han convertido en personajes públicos, ¿deben de empezar a controlar lo que escriben y dicen en medios de comunicación y en redes sociales? ¿Es bueno que se posicionen políticamente? ¿Puede afectar a su negocio?
El debate ha vuelto a la palestra este fin de semana después de que Ignacio Solana (Solana, Cantabria; una estrella Michelin) haya subido una foto con dos diputados de VOX, Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio. En el texto que acompaña la imagen el cocinero escribió: "Nos visitaron…" y los emoji de dos manos formando un corazón. Las críticas no han tardado en llegar y las llamadas al boicot han sido inmediatas. Boicot, por cierto, que pedía hace unos años la misma diputada de la fotografía a una cadena de restaurantes por mostrar una pareja gay en una de sus publicidades.
Imaginad que tengo mesa para este restaurante y, debido a mis convicciones políticas, cancelo la reserva. ¿Acaso voy a compartir mesa con el chef? ¿Su equipo opina exactamente igual que él? Recordemos que la opinión es del chef, no del restaurante. Cuando vas a un sitio a comer, vas a comer, no a hablar de política con la gente que allí trabaja.
Yo soy antitaurino, pero no dejaría de ir al restaurante Coque. ¿Estoy traicionando mis ideas por ello?
Yo soy antitaurino, pero no dejaría de ir al restaurante Coque (si me lo pudiera permitir) por el simple hecho de que los hermanos Sandoval, chefs y propietarios del restaurante, tienen una ganadería de toros de lidia y han apoyado públicamente la tauromaquia. ¿Estoy traicionando mis ideas por ello? Otra cosa sería que tuvieran un restaurante "temático" lleno de parafernalia taurina y cabezas de toro disecadas, y empezaran a soltar a la clientela sus opiniones sobre cualquier tema de actualidad (muy tipical spanish, dicho sea de paso). En ese caso sí que vería normal que alguien no quisiera volver.
Otro ejemplo que demuestra que estos temas, sobre todo a la larga, no afectan al restaurante si el servicio es bueno, es el de Pepe Solla. El cocinero recibió los insultos, boicots y cancelaciones típicos de las redes sociales (“incendia las redes” se suele decir) a principios de 2019, cuando subió a Instagram una foto en la que decía que Casa Solla era un espacio “libre de violencia de género (y de VOX)”. ¿Alguien se acordaba de esto? ¿Alguien dejó de ir al restaurante? Han pasado tres años y parece que a Pepe Solla no le va mal: una estrella Michelin que mantiene hace más de 20 años, tres Soles Repsol, organizador de la parte gastronómica del Festival Portamérica… Parece que las redes ardieron, pero solo un ratito.
El ser humano es político por naturaleza, ya lo advirtió Aristóteles
Otro que también tuvo un pequeño quilombo con el tema político fue Jordi Cruz, que apoyó a Ayuso en un par de ocasiones y que al final se arrepintió y reculó diciendo "¿Tú crees que un cocinero puede hablar públicamente de política y se le puede tomar en serio? Que no, hombre, que no". En esta ocasión Cruz se hizo un flaco favor a sí mismo y a sus colegas de profesión. El ser humano es político por naturaleza, ya lo advirtió Aristóteles con su zoon politikon. Nosotros, los humanos, hacemos política y hablamos de política en cada acción vital. Cuando compramos nos manifestamos políticamente, y cuando comemos también. Así que creo que es sano y saludable que cada uno dé su opinión como individuo, fuera de su negocio, siempre dentro de los límites legales.
Estoy seguro de que si el retrato hubiera sido con otros políticos, esos mismos que le han insultado y pedido que se dedique a cocinar, lo hubieran aplaudido, retwitteado y todo sería maravilloso. Por otro lado, me gustaría saber si los que han defendido la imagen y han abogado por la tolerancia y la libertad, dirían lo mismo si la foto se la hubiera hecho, por ejemplo, con políticos de Bildu. Quizás es esta la verdadera reflexión. //