“Lo que antes curaba males, ahora curará almas”. Con este sugerente eslogan se presenta ‘Melecina’, la nueva carta de El Patio de Butacas, inspirada en la medicina mágico-tradicional asturiana. Esta imprescindible coctelería ubicada en Pola de Siero (Asturias) reivindica con maestría los productos de proximidad y temporada, exhibiendo su rica identidad y tradiciones en deliciosos tragos.
Hace seis años, cuando abrieron este establecimiento, había gente en el pueblo que no había bebido nunca un cóctel. Sin embargo, esta localidad asturiana, que se encuentra a menos de 20 kilómetros de Oviedo y Gijón, es conocida desde los años 90 por su carácter fiestero. Por aquel entonces, los 65 discobares del pueblo se llenaban cada domingo de gente venida de toda España.
Casi 30 años después, la hora del aperitivo en Pola de Siero sigue siendo muy concurrida, pero ahora los polesos pueden alternar las tradicionales “compuestas” con los excelentes cócteles de autor de El Patio de Butacas.
Su nueva carta: 'Melecina'
Conscientes del reto de abrir una coctelería en 2018 en un pueblo de 13.000 habitantes, Tania López y Berto Díaz empezaron con una carta de tragos clásicos para ir educando a sus clientes y poco a poco fueron incorporando una mirada más personal a su oferta.
A finales de 2022 presentaron en FIBAR Valladolid —la feria más importante del mundo del bar en España— su primera carta completa con alma e identidad asturiana, 'Madre', con la que causaron sensación y pusieron a Pola de Siero en el radar. Solo un año después lograron entrar en la lista Top Cocktail Bars 2024 de los mejores bares de España.
Tras nueve meses de investigación, buceando en libros y preguntando a los vecinos más veteranos, Tania y Berto han desarrollado su nueva carta, “Melecina”. Sus 21 cócteles de autor se inspiran en las pócimas e ingredientes que la sabiduría popular asturiana recomendaba para curar diversas dolencias.
El nombre de cada cóctel hace referencia a su ingrediente principal —apio, eucalipto, remolacha, guisante o helecho— y a sus propiedades médicas, en un guiño a este conocimiento ancestral de la naturaleza que El Patio de Butacas quiere abanderar desde un prisma lúdico y gastronómico.
Los tres principios sobre los que se asienta este menú son la raíz, la identidad y el apego. “No entendemos El Patio de Butacas en otro lugar, fuera de Pola de Siero o de Asturias. Somos patria y hacemos patria. Tenemos apego a la tierra porque creemos que con el producto que hay a nuestro alcance podemos conseguir cualquier tipo de cóctel. Proyectamos identidad y pasión por lo nuestro”, explica Tania.
Lo cierto es que sus tragos podrían estar por calidad y sofisticación en una coctelería de cualquier gran ciudad pero al mismo tiempo sería imposible. Compran a pequeños productores de la zona y utilizan ingredientes que recolectan ellos mismos en bosques o caminos cercanos, así como en la huerta que la familia de Berto tiene a tres kilómetros del bar.
El nuevo lujo ya no es consumir ingredientes exóticos en cualquier lugar sino lograr elegancia y complejidad con un producto que solo puedes encontrar durante un tiempo limitado allí donde estás. Ahora que la globalización ha hecho que los centros de todas las ciudades parezcan iguales, toca crear experiencias que hagan que merezca la pena viajar para vivirlas, y esta lo consigue.
No hay cordial de vaina de helechos polenses en Nueva York, ni tampoco encontraremos en Londres el licor de los curiosos higos ahumados que producen las higueras de Berto durante solo 15 días al año.
Como curiosidad, en la carta de 'Melecina' se indican las coordenadas del lugar donde se recogió el ingrediente principal de cada cóctel así como su graduación alcohólica, que en muchas ocasiones no llega a la que tendría una copa de vino. Esto ayuda a quitar el miedo a los que piensan que los cócteles son siempre muy alcohólicos y anima al cliente a probar más de uno. También muestran la forma del vaso, lo que da una pista sobre la cantidad y concentración del trago que vamos a beber.
Cócteles sanadores (y sostenibles)
La sostenibilidad, un concepto demasiado usado a la ligera y adulterado por el marketing, se expresa aquí tal y como la entienden las abuelas asturianas. Como nos explica Tania, “el pote asturiano es en sí un plato sostenible, a las fabes que sobraban del día anterior, se les añadían berzas y patatas y con el compango se hacían croquetas”.
Esta filosofía de aprovechamiento es la que El Patio de Butacas aplica a sus tragos. El año pasado elaboraban un cóctel con calabaza para Monte —restaurante asturiano con una estrella Michelin— por lo que les sobraban muchas pipas de calabaza. En vez de tirarlas, las tostaron para conservarlas sin un objetivo claro.
En este menú, ya les han encontrado un uso: las prensan en frío y utilizan el aceite para elaborar una versión de un gimlet con gin y cordial de vaina de helechos. Tienen claro que de los tesoros que el campo ofrece puede aprovecharse todo. Como las hojas de las zanahorias salvajes, que utilizan para elaborar una sidra para su cóctel Apium, el té que hacen con las vainas de los guisantes o una miel que aromatizan con cáscaras de nuez verde.
Uno de sus cócteles más representativos es Urtica, que en latín significa ortiga y promete ser un remedio para el dolor de articulaciones. Esta planta se utiliza aquí en forma de licor y también para elaborar un hidrolato con el que diluir el trago. La acidez se la aporta un vino albarín de Cangas, del que se recuperó la producción hace unos años tras décadas olvidado, en el que infunden diente de león con la técnica del sous-vide.
La receta se completa con ginebra y llantén, una hierba medicinal que aporta toques herbáceos al trago. El resultado es un cóctel aperitivo que logra el equilibro perfecto al combinarlo con unas rodajas de rabanitos encurtidos que lo acompañan como decoración y que aportan acidez adicional.
Un carácter que nace del entorno
'Melecina' es el resultado de la creatividad que Tania y Berto aplican a los ingredientes que la tierra y su entorno les ofrecen. Café de escanda —un trigo salvaje de época prehistórica—, cordial de guisantes encurtidos, licor de manteca de vaca, jalea de melocotón asado y malvas, té de hojas de avellano, cordial de hojas de higuera, abeto… Te garantizo que una vez allí, vas a querer probarlo todo.
Algunos de los tragos tienen versiones sin alcohol para los que conducen o desean dar un buen repaso al menú. Si estás de vacaciones por la zona, quizás te merezca la pena pasar la noche en Pola de Siero y así alargar la visita. El único alojamiento disponible en el pueblo es La Casina de los Músicos, un apartahotel nuevo muy cómodo y acogedor, a solo 5 minutos andando del bar.
Como proclama Tania, “nuestra misión es hacer tragos que todo el mundo pueda identificar con nosotros”. Es cierto, El Patio de Butacas solo puede existir en esos montes y caleyes; pero ojalá sirva de inspiración para que más bares rurales conecten con la singularidad de su entorno y nos deleiten con propuestas que abanderen tan bien identidad, orgullo y apego desde dentro de una copa. // El Patio de Butacas. Pl. les Campes, 33, 33510, Pola de Siero (Asturias).