Aunque la sorpresa gastrocinematográfica del año fue The Bear, serie que podéis disfrutar en Disney+, el 2022 también nos trajo entretenimientos más ligeros, como la película que nos ocupa, El Menú, y que, desde el 18 de diciembre, también forma parte del catálogo de la casa de Mickey Mouse. Un thriller con altas dosis de comedia negra que atiza sin miramientos a todo lo relacionado con la alta gastronomía, desde cocineros a críticos y comensales con ínfulas. Una auténtica gozadera para reírte de todo lo que ves día a día en Instagram.
La sinopsis
La sinopsis de la película es sencilla: un grupo de lo más variopinto viaja a una isla perdida para comer un menú inolvidable, más de 1200 dólares el cubierto, en el restaurante Hawthorne, inspirado, según los propios guionistas, en el restaurante Fäviken del chef Magnus Nilsson, que cerró sus puertas en 2019, y que se encontraba en una isla remota de Noruega. En el restaurante de la película, el chef Slowik, interpretado por un Ralph Fiennes al más puro estilo Hannibal Lecter, les tiene preparado un menú de lo más especial. Y hasta ahí puedo leer.
Los comensales
La película viene en un momento perfecto, ya que los personajes que aparecen en la película siempre han estado ahí, pero ahora los vemos día a día autoexpuestos en las redes sociales, y conocemos a la perfección los estereotipos que nos sirve este menú: la crítica gastronómica sin piedad que no tiene problema en hundir restaurantes, acompañada de su respectivo lameculos; el famoso que se cree amigo de los cocineros y les llama por su nombre de pila aunque estos no se acuerden de quién es; los nuevos ricos (jóvenes aunque sobradamente gilipollas) que trabajan en una big four 200 horas a la semana, viven en un piso de 20 metros cuadrados, y van de restaurantes solo para fardar, aunque no sepan diferenciar una croqueta de un buñuelo; el empresario que va a restaurantes caros porque en algo tiene que gastarse el dinero, aunque no recuerda ni lo que comió ayer; y el friki obsesionado con la alta cocina y con subir fotos a redes, pero que no sabe ni freír un huevo.
Todos los perfiles que se incluyen en la película, en ocasiones con demasiado trazo grueso y sin aristas, están escogidos para que merezcan todo lo malo que les pase, excepto el personaje que interpreta Anya Taylor-Joy, que cae en esta exclusiva comida de rebote, y desprecia todo lo que ve en el restaurante desde el minuto uno. Por añadir un pero, todos los personajes son tan gilipollas que el de Anya cae demasiado bien todo el rato, y se aprecia menos la evolución del personaje. Pero vamos, que tampoco estamos viendo una peli de Tarkovski, no nos flipemos.
El equipo
Los guionistas, Seth Reiss y Will Tracy, no solo disparan a los comensales, sino que también tienen para los que están en sala y cocinas, con ese chef endiosado que se cree el salvador del mundo y un Picasso de las cocinas y al final solo es un pobre diablo con problemas de autoestima; la jefa de sala psicópata, interpretada por Hong Chau, que se cree la dueña de la empresa, y es capaz de pisar a quien sea por ser la mano derecha del jefe; y esos trabajadores que están dispuestos a aguantar una disciplina militar y abusiva para conseguir ser como su ídolo porque ver MasterChef les cambió la vida.
También se critican las condiciones en las que vive el equipo, donde la película hace una clara alusión a las situaciones que vivían los stagiers en el pasado, y que gracias a las denuncias de muchos valientes han ido desapareciendo paulatinamente, aunque supongo que todavía quedan resquicios.
La parafernalia y la performance vacía también están bien presentes en la película, con esos discursos innecesarios que nos tenemos que tragar en algunos restaurantes por obligación, haciendo la experiencia del menú degustación muy larga y en ocasiones agobiante. Punto que aprovechan los guionistas, a los que les debe dar más miedo un menú degustación que comer con los suegros, para aumentar las situaciones de tensión. Cada vez que el chef explica un plato, sabes que “se vienen cositas”. Es en esos momentos cuando la película resulta más divertida. Aviso a navegantes: no olvidaréis las palmadas de Ralph Fiennes en un tiempo.
El menú
Para preparar el menú y la estética de los platos, el director Mark Mylod contó con los servicios de la cocinera francesa Dominique Creen, primera mujer en conseguir dos estrellas Michelin en Estados Unidos. Este apartado es muy importante en la película, ya que la misma avanza por capítulos, y cada capítulo es uno de los 8 pases que componen el menú, con una sorpresa final en forma de petit fours. Se nota que está cuidado hasta el mínimo detalle, y eso te hace entrar todavía más en la película, sintiendo un amor-odio por todos esos manjares que vas viendo pasar, y que no anticipan nada bueno.
En resumen, si esperáis ver un drama sesudo sobre la alta gastronomía esta no es vuestra película, pero si queréis reíros de todo, incluso de vosotros mismos, pasar un rato entretenido con buenos actores y disfrutar de los excesos de esta comedia negrísima, este menú puede que os sorprenda, aunque no le pongáis 5 estrellas en Google. Porque al fin y al cabo, comer es pasarlo bien, y este menú lo consigue.