Los inicios de la undécima edición de MasterChef no están siendo fáciles, al menos para el público. El super-recorte que prometió TVE a los programas, y la razón por la que hacen un programa doble, se resume en lo siguiente: programas de dos horas y media. Casi nada. Y a eso se ha sumado la reprogramación del segundo programa, que ha hecho que tengamos MasterChef tres días seguidos, ya que el martes tuvieron que pasar el programa al Domingo de Resurrección para que no empezara a las 12 de la noche. Que digo yo que tampoco hubiera pasado nada, si estamos más que acostumbrados a acostarnos a la mil. Pero bueno, vamos paso a paso con todo lo acontecido en esta "Semana Santa".
Programa 3: Vaquerizo, toros y fast food
La primera prueba de la semana venía con Mario Vaquerizo disfrazado de vaquero, valga la redundancia. Así, sin anestesia ni nada. El “cantante”/”actor”/”presentador” que denunció hace unas semanas que actualmente vivimos casi igual que con Franco, aparecía en la TV pública para subirse a un toro mecánico en horario de máxima audiencia. Ver para creer.
Era la pre-prueba para ganar puntos en la prueba de nominación, los concursantes tenían que aguantar subidos a un toro mecánico. Cuanto más aguantaran, más tiempo les daban para el cocinado. Pilu cogió el toro por los cuernos, literalmente, y aguantó casi dos minutos encima del bicho y tuvo que elegir qué cocinarían sus compañeros. En esta ocasión, platos típicos de fast food americano: alitas, aros de cebolla, hamburguesas, costillas y demás alimentos healthy. Justamente esta prueba coincidió con que Mario Vaquerizo está protagonizando una campaña de unas famosas hamburguesas. ¡Que casualidad!
Los nominados en esta prueba fueron doce, nada más y nada menos, que se vieron eclipsados por Pepe Rodriguez usando lenguaje inclusivo al hablar con Tuki, y por Samantha imitando a un cerdo porque unas costillas estaban crudas. Considero ambos momentos cumbre de la radiotelevisión española.
Dos expulsiones a la francesa
En la prueba de expulsión, Camino y Laura, que fueron las mejores en la prueba anterior, pudieron salvar a dos de sus compañeros. Los elegidos fueron Sergio, el taxista majete, y Carlota, la pija simpática. Básicamente salvaron a gente que parece más floja escudándose en que son simpáticos.
El chef invitado a la prueba fue Juanlu Fernández, cocinero de Lu, cocina y alma, restaurante jerezano con una estrella Michelin y dos soles Repsol. Me resultó curioso que el jurado no dijera lo de la estrella al nombrarlo, lo que me hace pensar que MasterChef ha llegado a algún tipo de acuerdo con Repsol.
La prueba de eliminación consistía en replicar platos típicos de la cocina francesa, como la cassoulet de Carcassonne, el foie gras micuit o el beouf bourguignon. El momento de vergüenza ajena de la prueba fue escuchar a Luca, el tiktoker insoportable, diciendo que los macarrones eran típicos de Francia. No puedo describir con palabras las ganas que tengo de que este chaval vaya desfilando para su casa. Y pinta que lo van a aguantar lo máximo posible, porque si algo les gusta a los responsables de MasterChef, es vernos sufrir.
El nivel en la prueba fue bastante potable. Se nota que este año hay gente que por lo menos algo sabe de cocina, pero hubo tres platos que no había por donde cogerlos: la quiche lorraine de Pilu, la controladora aerea espídica, que estaba más cruda que el sashimi; el gratin douphinois de Frank, el brasileño feliciano, que tenía la patata sin hacer; y el pot-au-feu (cocido para los españoles) de Karla, la repescada en el último programa, que tenía la carne más seca que la mojama y solo sabía a verduras.
El jurado dio un giro final al más puro estilo Shyamalan, director de El sexto sentido, y expulsó a dos concursantes: Karla y Frank. El paso de Karla por MasterChef ha sido más corto que el de Maxim Huerta por el Ministerio de Cultura. Tras estas expulsiones servidor se iba al sobre a las 00.30 horas, sin saber el infierno que le esperaba al día siguiente.
Programa 4: Prueba por "suplicios"
El martes la cosa pintaba mal. El fútbol acababa a las 23 horas y el programa se iba a ir, fácilmente, a las 1.30 horas. Para más inri todo indicaba que iba a haber prórroga y efectivamente la hubo. TVE informó de que reprogramaban al domingo el programa. Esto si era un calvario y no el de Jesucristo.
La primera prueba del programa fue mi "favorita": la prueba por equipos. En esta ocasión, los concursantes viajaron al Oceanogràfic valenciano, y la cocinera invitada fue Rakel Cernicharo, del restaurante valenciano Karak, y ganadora de Top Chef. La última vez que Rakel visitó las cocinas de MasterChef fue en el último Celebrity, donde le tocó ser capitana de ambos equipos. En esta ocasión simplemente se encargó de diseñar el menú que cocinaron los concursantes, así que su paso por el programa fue más anecdótico, aunque sacó su carácter marca de la casa.
Como salseo contar que antes de empezar la prueba se soltaron pullas a mansalva: Larraitz acusó a Fray Marcos de ser un actor; Jorge Juan, que pese a tener nombre de calle pija de Madrid es más manchego que el queso, dijo que Jeremy le había llamado "follacabras", etc. Lo cierto es que fueron minutos de auténtica magia y fantasía.
En la prueba el equipo nominado fue el rojo, liderado por Fray Marcos, que hicieron un primer plato muy flojo. Tiene pinta que el cura trabaja solo en su parroquia, porque de dirigir equipos sabe poco el párroco. Para mejorar su papel, soltó una machistada de aúpa: "Yo no discuto ni con mujeres ni con niños". Tendrá que contratar a un par de becarios/monaguillos mayores de edad cuando salga del programa.
Expulsión y repesca
En la prueba de expulsión la invitada fue Isabelle Junot, la primisima de Tamara Falcó que participó en el pasado Masterchef Celebrity diciendo que era coach nutricional especializada en nutrición intuitiva. Mi intuición me dice que es una pija vendehumo, pero qué sabré yo.
La prueba consistía en cocinar con alimentos de primera a cuarta gama: frescos, en conserva, congelados y envasados. La quinta gama no la incluyeron, aunque se dice que a los castings un tiktoker que está de concursante llevo cositas cocinadas desde casa para que lo pasaran los jueces a la fase final.
Pese a que Eneko, el ex-futbolista de Zaragoza, y Jhota, el DJ que vacila a Jordi Cruz por encima de sus posibilidades, hicieron platos mediocres, la expulsada de la noche fue Carlota, que destrozó un rape que se le hizo bola al jurado. En esta ocasión, no ha habido repesca de ninguno de los delantales negros que se quedaron en standby en el casting. Y esto fue todo. En un par de días vuelvo con la turra.
