Un cóctel de hongos micorrícicos, arcillas y disuasores de fauna salvaje transforma las semillas de robles, pinos, encinas, alcornoques y castaños en semillas inteligentes que, sembradas desde el cielo con drones, pueden reforestar hasta cien hectáreas de bosque quemado en un solo día.
"Depende de la variedad pero con un dron y dos kilos de semillas por hectárea se pueden repoblar cien hectáreas en un día", asegura Jaime Olaizola, doctor ingeniero de montes y fundador de IDForest, empresa de Palencia pionera en el sector agroforestal, donde suman talentos ingenieros agrónomos y de montes, y biólogos que investigan los hongos y sus aplicaciones en sectores diversos como la agricultura o la alimentación.
Semillas resistentes
Esta empresa ha puesto todo su talento al servicio de CO2 Revolution, dedicada a reforestaciones con drones y que necesitaba mejorar el proceso para que las semillas germinaran mejor. "Ahí entró IDForest", señala Olaizola, que además es director externo de I+D en CO2 Revolution.
El laboratorio palentino empezó a hacer un desarrollo a la medida de las necesidades de CO2 Revolution y el resultado ha sido una patente de encapsulado de semillas forestales que han bautizado como 'iseeds', cuya técnica consiste en darle a la semilla forestal lo que necesita para prosperar en los primeros momentos en que se echa al monte. "Ese es el momento más difícil porque lo más normal es que se la coma un bicho o que se reseque y no funcione", explica el ingeniero.
La complicidad de hongos y arcillas
Aprovechando todo el conocimiento de IDForest en microorganimos, decidieron aportar a cada semilla hongos micorrícicos, hongos forestales que además de aportar valor al monte cuando vaya creciendo, ayudan a la planta en los primeros estadios a crecer y la refuerzan.
Además, han añadido un aditivo de arcillas para que absorban el agua de lluvia, la retengan y se la vayan aportando a la semilla para que germine y un disuasor de fauna, con diferentes productos, con el fin de que las semillas que caen del cielo no se conviertan en comida para los animales en el suelo.
IDForest lleva un año trabajando con CO2 Revolution y sus semillas ya han llovido sobre Valencia, Galicia, Zaragoza, Palencia, Burgos, Ávila y otros muchos montes, siempre con especies autóctonas y la colaboración de las administraciones que gestionan los montes públicos. Y aunque el éxito del proceso depende del lugar, se ha comprobado que los terrenos quemados son especialmente buenos para usar esta técnica.
"Solemos trabajar mucho en zonas incendiadas porque ahí las semillas van muy bien ya que el terreno se ha removido mucho y el semillado funciona muy bien con los aditivos que le ponemos", explica Olaizola. De hecho, asegura que los resultados están siendo "muy satisfactorios”, ya que el porcentaje de germinación puede estar en un 10% de media. "Esto puede parecer poco, pero no lo es si se tiene en cuenta el coste de un dron echando semillas, ya que lo mismo le da echar 10 kilos que uno", apunta.
"Siempre positivo"
Además, se trata de conseguir un número de árboles que sea lo que se define como un bosque (1.100 ó 1.500 árboles por hectárea). Han comprobado que no funciona en todos los sitios igual porque si viene un año muy seco la germinación se reduce y hay que hacer refuerzos de semillado, pero también han visto que muchas de esas semillas se quedan en el terreno y aunque no germinen el primer año lo hacen el segundo.
"Estamos viendo que es siempre positivo", asegura Olaizola mientras resume las ventajas de un sistema de reforestación que no tiene ningún inconveniente porque es menos costoso, permite acceder a cualquier lugar del monte y no emite CO2 ya que no hay que usar maquinaria que se mueva con gasoil. Un ejemplo exitoso es el último trabajo realizado con esta técnica en la región de Borela, en Pontevedra, que fue arrasada por importantes incendios en 2006, 2016 y 2017, donde se está consiguiendo una eficiencia de más del 50 por ciento.
Reforestar setas
Ahora tienen entre manos un proyecto en la Sierra de la Culebra (Zamora), donde darán un paso más en innovación, ya que sembrarán con dron árboles y hongos, metiendo en las semillas micelio y esporas de níscalos, boletus, rebozuelo y un montón de especies para regenerar la micología de unos montes que eran más rentables por las setas que por la madera.
"El camino es innovar", señala este ingeniero de montes, mientras recuerda que en el mundo forestal hace falta mucha innovación y "esta puede ser una de línea muy potente”, sobre todo en un momento en el que, tras los enormes incendios forestales ocurridos este verano va a haber que hacer mucho trabajo de reforestación.
Pero no basta con reforestar, también hay que hacer gestión forestal sostenible para mantener esos bosques sanos con planes de gestión a 20-40 años y para evitar grandes incendios. Porque no hay que olvidar que "muchas veces se queman grandes superficies por falta de gestión, podas, limpieza, cortafuegos y animales en el monte, auténticos desbrozadores que limpian y generan riqueza y actividad en los montes", concluye Olaizola.