Trabajar la memoria es un activismo que vence al espacio y al tiempo. Antes de hablar de una de las mayores aportaciones de la fallecida Jan Longone es necesario mencionar una red de gastrónomas tejida a lo largo de tres siglos. Porque fue vital que Mary Randolph (1762-1828) publicara cuatro años antes de morir The Virginia House-wife, todo un bestseller durante décadas que tenía la finalidad de aligerar el tiempo de trabajo de las mujeres y que, además, introdujo platos extranjeros al público estadounidense, como los macarrones y el gazpacho.
Aquel libro cayó en las manos de Malinda Russell, hija de una esclava liberada. Malinda se inició en el arte de cocinar gracias a otra cocinera de color llamada Fanny Steward, de la que aprendió un oficio que propició su independencia. Malinda se convertiría en la primera afroamericana autora de un recetario. Lo escribió para ganar dinero y volver a su casa. Aquellas 265 recetas, publicadas en 1866 bajo el título de A Domestic Cookbook: Containing a Careful Selection of Useful Receipts for the Kitchen mostraban lo sofisticada y versátil que también podía ser la cocina sureña.
Sin embargo parece ser que un incendio quemó la mayoría de sus copias y el libro que sobrevivió fue menospreciado durante más de siglo y medio. En 2001 la investigadora y autora Jan Longone lo rescató del olvido y decidió dedicar siete años de estudio y documentación para reconstruir su historia. El descubrimiento de Malinda Russell significó cambiar los índices de la historia gastronómica.
Jan Longone (1933-2022)
Janice Bluestein Longone trabajó en las bambalinas de la cultura del comer durante prácticamente toda su vida. Nació durante la Gran Depresión en Boston, hija de un ama de casa y un vendedor de cocinas. Fue la primera de su familia en ir a la universidad, donde se doctoró en historia de China. Se enamoró de la gastronomía después de casarse, gracias a su marido Dan, que le regaló un libro editado por la revista Gourmet. Juntos, aún como estudiantes de postgrado, ahorraron durante meses para suscribirse a la célebre publicación. Aquellas lecturas cambiaron la vida de ambos.
Comenzó a dar clases de cocina y vino con su marido, experto en vinos y doctor en Química. También condujo el programa de radio “Adventures in Gastronomy”. En los ochenta fundó uno de los primeros grupos de investigación culinaria de EE.UU. En 2001 se involucró de lleno, de manera muy activa y prolífica, en el pionero proyecto digital Feeding America de la Universidad de Michigan, que sigue siendo una fuente de recetarios y recursos valiosísima para los que documentamos y escribimos. Fue en aquel momento cuando llegó a Malinda Russell, la primera autora afroamericana de un recetario, injustamente olvidada o invisibilizada en su momento, pero clave para echar abajo prejuicios y clichés de la cocina del sur.
La doctora Longone fue una de las fundadoras del American Institute of Wine & Food, fundamental para la documentación culinaria del país. Además formó parte del consejo editorial de la publicación Gastronomica. Contribuyó en manuales enciclopédicos tan cruciales como The Oxford Companion to Food y The Oxford Encyclopedia of Food and Drink in America. Aún en activo donó más de 20.000 materiales (libros, recetarios, artículos, menús, ephemera y documentación de toda índole) a la Universidad de Michigan, catalogados y preservados en un archivo que lleva su nombre. Allí también es donde reposa el libro de Russell.
Es posible que no conocieras a la Dra. Jan Longone. Esta historiadora culinaria ha sido, como tantas otras, una figura ciertamente invisible en este mundo hedonista, ególatra y masculinizado de la gastronomía. No veremos selfies panegíricos de chefs o críticos demostrando que la conocieron. No. Sin embargo, su muerte este 3 de agosto deja un legado ejemplar y un vacío insustituible. Y, sobre todo, la enseñanza de que todavía queda mucha historia gastronómica por reescribir. DEP. //