Despierta el tigre que hay en ti, que nos vamos de desayuno. Recorremos el Empordà en busca de bares y restaurantes donde los desayunos son, simplemente, la comida más importante del día.
A pesar de las apariencias digitales existe un movimiento soterrado y (casi)ausente en el cuqui-radar de Instagram. No tiene el glamur del brunch cosmopolita, a menudo flácido y derrengado, pero en los desayunos de cuchara y tenedor se asoman las fuerzas telúricas del buen comer. El magma de una cocina de décadas, que digo décadas, de siglos, emerge en forma de erupciones a mantel puesto y caloría desatada. Pequeñas fiestas degustadas a doble carrillo que pueblan comedores matutinos de platos hondos, cucharadas y parroquianos.
El Xalet (Colomers)
Una de las primeras cosas que sorprende de El Xalet es que está literalmente situado en la orilla del rio Ter. Desde el balcón, privilegiado, se observa un embarcadero que se asoma tímidamente al interior de las aguas mansas de un meandro. En esta casa se desayuna de campeonato, con unos callos que son de lo mejorcito que he probado en los últimos noventa y cuatro años. Tripas fundentes, sabores profundos y caramelizados. La textura del amor hecha bocado.
Acompáñalos con el excelente pan de corteza crujiente, muy aromático y gran alveolado. Lo vas a necesitar para rebañar el plato. Tienen gran dominio de la brasa —que domina visualmente el espacio del comedor interior— y sin ir más lejos puedes disfrutar de un secreto ibérico, unas butifarras o una buena carne de perol de campeonato. Tienen un plus importante: son muy amables y simpáticos. // El Xalet. Ctra. Costa Brava, s/n, 17144 Colomers, Girona / 972 76 84 74
Hostal Nou (La Bisbal de l'Empordà)
En pleno centro de la Bisbal se encuentra este restaurante donde los hermanos Jordi y Francesc Girones dirigen un establecimiento que va ya por la cuarta generación familiar. Se nota el oficio en la atención, en los detalles y en el trato. Tienen una cocina de platos con "toque empordà" como el maravilloso conejo con xamfaina y la sensacional sepia con guisantes.
En el primer caso, a la cocción exacta de la bestia roedora se suma una sanfaina (una de las cuatro salsas que forman la base canónica de la cocina catalana) descomunal que ha tenido el tiempo necesario de chup-chup para que resulte confitada y golosa, sin ningún rastro de sutil crudeza vegetal. La sepia llega con bien de azafrán, a dados grandes para que sea exuberante la cucharada y con los mejillones cocidos al punto justo para que conserven la tersura y jugosidad. Maravilla. Terraza sencilla, cómoda y soleada. Muy sexy en una mañana de invierno de l’Empordà. // Hostal Nou. c/ Prat de la Riba, Ctra. de Calonge, 4, 17100 La Bisbal d'Empordà, Girona / 972 64 00 77
Can Carola (Vila-sacra)
Can Carola esconde sus maravillas masticables tras una ubicación poco glamurosa, en una calle poligonal en las afueras de Vila-Sacra. Pero en cuanto traspasas la puerta te das cuenta de que estás en un lugar especial. Junto a la entrada, tras sortear una pequeña barra, se encuentra una sala cálida e informal, con viguetas de madera enrejando el techo, paredes salmón, grandes ventanales y mesas rústicas con sillas de bar.
Reina un ambiente festivo y relajado (en nuestra última visita, un grupo de parroquianos jugaba alegremente a las cartas en la mesa más central) que invita a pasear el paladar por sus estupendas tortillas hechas al momento, claro está; el muy goloso capipota y por supuesto por la butifarra de perol y su marrana melosidad. Si te la pides con unas alubias mejor, que son matrimonio que no falla nunca jamás. ¿Tienes ganas de mar y montaña porque estamos en el Empordà? Pídeles su platillo de alcachofas calamares y pilotilles (albóndigas). Lo vas a flipar. // Can Carola. c/ Castelló, 66 (17485) Vila-sacra, Girona / 972 67 35 08
Bar Mont-ras (Mont-ras)
A pie de carretera encontramos el Mont-ras, en una senda que a menudo hemos transitado en nuestro camino hacia las playas de Calella de Palafrugell, en la Costa Brava. Luce una modesta terraza que suele quedarse pequeña porque el Mont-ras tiene alta popularidad. Y también atesora una sala enorme con aspecto avejentado y de gran personalidad.
De la cocina surgen platos y raciones como las manitas de ministro a la brasa, servidas con pa amb tomàquet (aquí se podría mejorar bastante la calidad del pan) que resultan irresistibles para los que gozan al rechupetear huesines y sober gelatinas porcinas. Qué barbaridad. ¿Qué te apetecen más unas carrilleras? Pues las pides, fin del problema y ya está. O cabrito, o caracoles a la llauna, o callos o incluso un bogavante. Por opciones no será. Plus importante para los que vamos de paso: enorme aparcamiento delante del local. / Bar Mont-ras. c/ Torres Jonama, 19 (17253) Mont-ras, Girona / 972 30 49 30
Ca la Sogra (Roses)
Ca la Sogra es un tesorito escondido en el centro de Roses, una de las poblaciones más carismáticas de la Costa Brava. En su cocina se prepara uno de esos platos que te quedan grabado en la memoria y que justifican acercarte a desayunar a poco que estés a una distancia razonable de la joya: el atadillo de col relleno de setas con salsa de boletus. Lo sirven en cazuelita de barro, con muchísima salsa –marrón y brillante, muy bien ligada– y al primer mordisco ya resulta un escándalo en el paladar.
Si nos ponemos modernos, diremos que la explosión de umami es de aurora boreal. Y si queremos ser algo más clásicos, que la jugosidad carnosa de las setas combina de maravilla con el sutil amargor terroso de la col. Hay que pedir pan, por supuesto. Y luego un poco más, porque habrá que rebañar. Además del atadillo tienen buenas croquetas y unas ensaladillas cremosonas y bien aderezadas. Cuesta un poco encontrar aparcamiento en la zona, pero el atadillo vale la pena dar vueltas o aparcar más lejos y pasear. Lo bueno a veces cuesta, no pasa nada, es natural. / Ca la Sogra. c/ del Puig Rom, 88, 17480 Roses, Girona / 972 15 09 56
Can Tomàs (Cantallops)
Cantallops es un pequeño municipio de apenas 300 habitantes, situado a pocos kilómetros de la frontera con Francia y donde uno encuentra refugio y cuchara en Can Tomàs, local abierto en a finales del S.XIX (ya son años) y que hasta hace bien poco había estado en las manos de Teresa, que ha traspasado el negocio a Jorge Luque. En sus cocinas mañaneras encontramos guisos como los garbanzos en potaje, o tal y como nos comenta el mismo Jorge, dos de los grandes hits del local: la ternera guisada con setas (los catalanes y las setas,…ya se sabe) y el civet de jabalí.
El local luce humilde y sencillo, sin pretensiones pero con esa solidez que sólo confieren los años de trabajo y una cocina con raíces de granito. Un lugar maravilloso para perderse una mañana en el Empordà más interior –y por ello también el más desconocido– y encontrarse con la cálida certeza de que por mucho brunch que nos aceche, no todo está perdido. // Can Tomàs. Plaza del Fort, 7, 17708 Cantallops, Girona / 972 55 48 89. ///