No es un nuevo superhéroe de Marvel ni, suponemos, tampoco se refiere al impresionante local que acoge este restaurante y que vistas las dimensiones y los alquileres que, según los rumores, se estilaban por la zona, no será nada barato. Superlocal se estrena en el flamante Balcó Gastronòmic del renovado Port Olimpic de Barcelona con una apuesta por lo local que pone nombre al proyecto y una promesa clara: todos los ingredientes llegan de menos de 100 kilómetros de distancia.
El discurso de la proximidad aquí se traduce en números (99,9 km es el límite) aunque, como suele ocurrir, también hay letra pequeña: “Siempre que sea posible”. La verdad es que casi se agradece la sinceridad más allá del discurso habitual del departamento de marketing donde siempre todo es de temporada, ecológico, sostenible y de proximidad.
El caso es que, desde hace unos días, Superlocal se ha convertido en uno de los pocos —dos por ahora— restaurantes operativos en esta zona que promete ser el nuevo centro gastronómico de la ciudad. Es un proyecto de Pantea Group que aquí mismo, y en unas semanas, abrirá junto a los Hermanos Torres el restaurante Eldelmar en otro local que también promete ser bastante espectacular.
Cocina ininterrumpida
Es verdad que por ahora la zona resulta un tanto desangelada por mucha Copa América que se le eche al asunto. Las obras en los locales cercanos y los curiosos que se acercan a descubrir el lugar son el paisaje estas semanas, pero todo parece indicar que en cuestión de semanas la cosa se irá animando con las nuevas aperturas.
En el caso de Superlocal, por días y horas no será, porque abre cada día de la semana de mediodía hasta la 1 de la mañana (cocina hasta las 23 horas) y los fines de semana se alarga una hora más. Tampoco falta espacio, porque hay sitio para hasta 250 personas o eventos de hasta medio millar.
Por completar la información práctica, el ticket medio ronda los 50 euros y el bonito interiorismo está salpicado de guiños a la sostenibilidad, empezando por una enorme lámpara elaborada con botellas de plástico.
La carta de Superlocal (y una pizzería)
Pero, ¿qué se come en Superlocal? La respuesta sería larga porque aquí manejan una carta de esas en las que casi todo el mundo puede encontrar su sitio. Más si incluimos SuperPizzaLocal, la pizzería que con la misma filosofía comparte un pequeño espacio del restaurante, aunque ambos funcionan de forma independiente.
Los platitos para compartir son los protagonistas de la carta aunque, en realidad, aquí casi todo está pensado para poner en el centro de la mesa. Muy rica la ensalada de sandía, queso, menta y almendras y también la stracciatella con bonito en escabeche, melocotón asado, almendra tostada, bimi salteado y aceite verde. Todo encaja perfectamente por temporada y la mayoría en lo de los 100 kilómetros.
No sabemos distancias de las bolitas de gambas, con un relleno muy suave y un sabor a gamba bien definido, pero una cobertura que no se decide entre el crocante y una masa tipo bao y acaba en ninguna parte.
La heterodoxa lista de platos incluye suquet de ñoquis con cangrejo de Vilanova, katsu de pollo, fritura de pescado o tofu ahumado casero con aguacate y trigo, por mencionar algunos que llaman la atención. Los vegetarianos, eso sí, pueden estar tranquilos porque hay muchas opciones.
El arroz meloso de pulpo a la brasa con puerros que probamos tropezaba en lo que parecía más fácil. El pulpo y los puerros estaban estupendos y en su punto pero no parecían hablarse mucho con el arroz meloso.
Detalles por pulir
Interesante propuesta de cócteles, buena selección de vinos con gran presencia de botellas locales —claro— y además otras referencias nacionales e internacionales y los postres prometen con combinaciones como el sorbete de remolacha con mousse de chocolate o el de albahaca con yogur y limón pero no acaban de convencer en el plato.
La buena noticia, además de la amplia propuesta y el acogedor local es que, conociendo otros proyectos de Pantea Group (como Público, que abrió este mismo año), es fácil imaginar que sólo hace falta algo más de tiempo para acabar de pulir algunos detalles en cocina y sala para redondear la experiencia.