Arganzuela se está convirtiendo en una zona de moda entre los que les gusta salir a comer y beber por Madrid. Por eso, te proponemos un paseo por sus calles, en el que no pretendo hacer crítica, sino simplemente ofrecer una mirada a algunos de los bares, tabernas o restaurantes de este distrito que vale la pena descubrir.
Que conste en acta que Arganzuela es muy grande, y en este paseo he intentado no alejarme más de 15 minutos andando de la parada de metro Arganzuela-Planetario. Así que, como diría Luis María Ansón en cualquiera de las galas de Miss España que presidió: “No están todas las que son, pero son todas las que están”.
Vascos, argentinos y menús del día
La ruta empieza donde se juntan la calle Embajadores y paseo del Molino, en la llamada plaza Italia, que ni es plaza ni es nada, donde nos encontramos el pequeño y humilde bar El Jamonal (c/Embajadores, 218, 28045 Madrid), donde sirven unos desayunos maravillosos y a precios muy económicos. Aparte de eso, si te pides una caña te ponen una tapa hecha con mucho cariño y de buen tamaño.
Siguiendo por el paseo del Molino nos encontramos con Latxaska Etxea (Paseo del Molino, 8, 28045 Madrid), un restaurante vasco que tiene un menú del día muy cumplidor y a buen precio. Si seguimos por esa calle y bajamos por Maestro Arbós llegaremos a uno de mis lugares favoritos de la zona, Nantes (c/Maestro Arbós, 15, 28045 Madrid), donde además de disfrutar de un buen menú del día nos encontramos una carta perfecta para ir con amigos y disfrutar sin dejarnos una pasta. A mi me encantan sus bravas de boniato y su longaniza a la parrilla.
Ya marchando hacia el paseo de la Chopera nos encontramos con Piantao (Paseo de la Chopera, 69, 28045 Madrid), parrilla argentina que está cogiendo mucho nombre en los últimos meses, y que se especializa en carnes a la brasa, aunque todo el mundo habla de su empanada criolla.
Si nos metemos por esas callejuelas que hay frente al Matadero nos encontraremos con Mama Rosa (c/de Alejandro Saint Aubin, 1, 28045 Madrid), también de influencia argentina, especializada en milanesas de diferentes tipos, y con Alma Cheli (c/San Félix 9, 28045 Madrid), local perfecto para tomarte un vermut muy bien preparado con unos platos bien trabajados, como sus langostinos en crujiente de arroz verde o sus carrileras al oloroso.
De Guillermo de Osma a Jaime el Conquistador
Y después de pasar estos dos locales, en la calle Guillermo de Osma, nos encontramos con la que para mí es la joya de la corona de esta zona, BarraFina (c/de Guillermo de Osma, 19, 28045), un pequeño local con una cocina diminuta pero de una calidad espectacular, con platos maravillosos como la berenjena con burrata, la tortilla vaga o los torreznos. Además tienen una buena selección de vinos por copa, para refrescar el gaznate.
A unos pasos de allí está el Mercado Guillermo de Osma, uno de los pocos que hay por la zona, donde hallaremos un gran secreto escondido: Canastaco (c/de Miguel Arredondo, 4, 28045 Madrid), una taquería mexicana con buen producto, buenos precios, y tragos 100% mexicanos.
De aquí tenemos que ir sí o sí a la calle Jaime el Conquistador, donde nos esperan cuatro locales que merecen la pena. Primero, la Bodega Salvaje (c/de Jaime el Conquistador, 25, 28045 Madrid), especializada en cervezas artesanales, pero con una mano para los guisos espectacular (las albóndigas están para enmarcar). Segundo, Las Tinajas (c/de Jaime el Conquistador, 15, 28045 Madrid), donde tienes que pedir su mítico bacalao en tempura.
Tercero, CRUDA (c/Divino Vallés, 28, 28045 Madrid), un bar de vinos naturales que ha reabierto hace poco; y, por último, ya al final de la calle, La Púa Café Bar (c/de Embajadores, 113, 28045 Madrid), el lugar perfecto si quieres escuchar buena música mientras te tomas una cerveza y te comes una empanada chilena.
En la zona de los 'metales'
Si tienes tiempo y te puedes desviar un poco, cerca del metro Palos de la Frontera, está Bardero (Palos de la Frontera, 11, 28012 Madrid), uno de los mejores restaurantes de la zona, donde hacen un pulpo con ñoquis que te hace muy feliz. Ah, y si tienen fuera de carta el tartar de atún sobre fideos, pídelo sin dudar.
Volviendo hacia la zona del metro, y si te gusta el dulce, tendrás que hacer una para técnica en Bite me café (Pl. de la Beata María Ana de Jesús, 2, 28045 Madrid), donde los donuts son la especialidad de la casa. Hay tantos sabores distintos que es difícil escoger. Cerca de este paraíso del dulce, y si te gusta la comida asiática, tienes la empanadillería (no sé si existe este término) Los Tres Cerditos (Paseo de las Delicias, 73, 28045 Madrid), donde te podrás dar un auténtico festival de gyozas.
Ya en la zona de “metales”, llamada así porque muchas calles tienen nombre de elementos de la tabla periódica, nos encontramos con Éter (c/del Granito, 20, 28045 Madrid), el restaurante del barrio destinado a ser estrella Michelin (este año tiene que caer si o si), donde los hermanos Tofé (Sergio en cocina y Mario en sala) hacen un trabajo espectacular en un sitio muy pequeño. Su menú degustación de 12 pases por 65 euros merece mucho la pena. El único inconveniente es que solo abren de lunes a viernes y reservar no es nada fácil.
Sin alejarnos mucho de allí podemos encontrar dos sitios donde los vinos son bastante importantes: Despacho Clandestino (c/del Plomo, 10, 28045 Madrid), un lugar muy curioso donde podemos encontrar un pequeño colmado de vinos y productos gourmet nada más entrar; y Divino Tinto (c/del Hierro, 4B, 28045 Madrid), un lugar al que reconozco que hace tiempo que no voy pero del que guardo un buen recuerdo.
Para ir acabando este largo y copioso paseo me gustaría recomendar dos sitios sin pretensiones, ubicados en la calle Bolivar, que personalmente me gustan mucho: Los Metales (c/de Bolívar, 24, 28045 Madrid), donde hacen los mejores arroces de la zona; y Buenas y Santas (c/de Bolívar, 9, 28045 Madrid), con un muy buen menú del día, y donde puedes comer unas quiches espectaculares para acabar la jornada.
Si después de todo esto no te han entrado ganas de visitar la zona, yo ya no puedo hacer nada más para convencerte. Y no, a una ronda no te voy a invitar.