El restaurante que combina tapas y rumba en el centro de Barcelona: ¿una receta apta para locales?

El Grup Arenal ha abierto Rumbla, ubicado en la céntrica Rambla Catalunya, dirigido a vecinos y turistas con tapeo, arroces y actuaciones de músicos locales

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La brocheta de butifarra de perol junto a otros platillos catalanes de la carta de Rumbla (Barcelona) / Foto cedida
La brocheta de butifarra de perol junto a otros platillos catalanes de la carta de Rumbla (Barcelona) / Foto cedida

La rumba tiene poder. En el último año, sus promotores han cultivado hitos en su programación, como la presencia en todas las calles de las pasadas fiestas de Gràcia. También en su lucha institucional para reconocerla como Patrimonio inmaterial de la Humanidad en la UNESCO.

El Rumba Beach Festival, celebrado el pasado mes de junio en la Barceloneta, es otra de las muestras de esta tendencia. A los pocos días de terminar, subía la persiana en el número 70 de Rambla Catalunya la nueva apuesta del Grup Arenal: Rumbla. Un local con platillos, tapas y arroces acompañados de actuaciones de rumba catalana.

Podrían ser los ingredientes perfectos para un restaurante “atrapa turistas” como los que inundan la calle, pero los protagonistas de esta apertura exponen su receta para también dirigirse al público local, mimando el ecosistema gastronómico y musical de la ciudad.

La cocina del arroz

Interior del restaurante Rumbla en Barcelona / Foto cedida
Interior del restaurante Rumbla en Barcelona / Foto cedida

Al mando de los fogones está Danieli Simoes de Oliveira. Hace un par de años estudió cocina ejecutiva en la prestigiosa Hofmann, pero pertenece a la raza de cocineras de oficio puro y duro. Curtió su carrera durante 15 años en el restaurante Arenal, partiendo como friegaplatos hasta escalar a jefa de cocina.

“Encontré una pasión que no sabía que tenía”, comenta esta chef llegada desde Maringá (Brasil) con decenas de personas a su cargo. De todas las partidas por las que ha pasado, se reivindica como una “chef de arroz”: uno de sus mayores retos profesionales fue estandarizar en los locales del grupo hostelero “el punto exacto del grano, con el mismo fumet”.

Aparte de los clásicos de la tradición marinera de Arenal, estrenan un arroz “Sarandonga”, con guiño rumbero. Desprende el frescor del perejil de una picada catalana combinada con un caldo de verdura y gambas coronado con bacalao. Todos elaborados con granos de una cooperativa del Delta del Ebro: “No hay otro igual”.

El repertorio de Rumbla

La chef Danielli Simoes de Oliveira y los huevos con chanquetes de Rumbla / Foto cedida
La chef Danielli Simoes de Oliveira y los huevos con chanquetes de Rumbla / Foto cedida

El repertorio de Rumbla también combina productos locales (anchoas de l’Escala, butifarra de perol) con clásicos mediterráneos (sardinas con trampó mallorquín, picaña ibérica a la brasa). Desde un grupo de este tamaño, Simoes admite que recurren a proveedores de volumen como Mercabarna, aunque también abarcan “negocios familiares” con los que han desarrollado complicidad a lo largo de los años. Como Peixos Sampera, Selectes Penedès o comerciantes de la Barceloneta a los que compran aceitunas.

La carta homenajea otras marcas de la casa: los huevos con chanquetes, chistorra y aceite de trufa de Arenal (abierto en 2005); las bravas del Xup Xup (2010), ambos ubicados en Barceloneta, y los pimientos del piquillo con queso de cabra de sus Alcobas del Gòtic (2018).

Jordi Fané, director del grupo que engloba todos estos establecimientos, admite que Rumbla, con una inversión de 850.000 euros, es su segunda incursión en el Eixample, después de que la pandemia se llevara por delante Cor Caliu.

Pese a estar en una de las zonas “más concurridas y turísticas” de la ciudad, donde tapas y platillos se imponen en un ecosistema muy competitivo, Fané asegura que han confeccionado una carta con alma autóctona: “Está pensada para el ciudadano de Barcelona, gente como mi madre”. Persiguen una proporción de clientela basada en “un 60% de público local y un 40% de extranjero”.

Comida y cultura gitana

Platillos y vinos en el restaurante Rumbla de Barcelona / Foto cedida
Platillos y vinos en el restaurante Rumbla de Barcelona / Foto cedida

Molins design reconvirtió los 250 metros cuadrados de una galería de arte en un espacio donde caben hasta 114 comensales. Entre sus paredes y celosías, marcadas por verdes y marrones, se plasman varios versos de Rumba de Barcelona, tema de Manu Chao de 2002.

Es precisamente ese “Rambla pa' aquí Rambla pa' allá” lo que inspiró a Fané para vincular la marca del establecimiento con esta expresión musical ideada por gitanos catalanes. Ante el reto de diferenciarse en una calle tan privilegiada como competitiva, el empresario se aferra a que “pasen cosas” constantemente.

“Queremos transportar el ambiente de Barceloneta a La Rambla: que un cliente se arranque a bailar, enseñar producto fresco en el expositor de la entrada, ver la cocina abierta…”. Prevé ampliar las dos actuaciones semanales a partir de septiembre con un nuevo dueto. Serán “músicos gitanos catalanes de Gràcia”, cuyo nombre se desvelará más adelante.

”Al igual que en la calidad de la comida, con producto local, hay que apostar por rumberos de cuna”, sostiene Sicus Carbonell, un claro ejemplo de esto. Lidera el grupo Sabors de Gràcia, a punto de cumplir 30 años, y participa en la Plataforma en Defensa de la Rumba Catalana que impulsa la misión de la UNESCO.

Los músicos Anna y Pepe Casi Ná actuando en el comedor del restaurante Rumbla / Foto cedida
Los músicos Anna y Pepe Casi Ná actuando en el comedor del restaurante Rumbla / Foto cedida

“No existe una cocina ‘rumbera’, pero sí una gastronomía gitana que la mayoría de restaurantes no hacen” al quedar recluida en recetarios trasladados de en cada hogar para celebraciones familiares. Menciona la escudella de habas con fideos y judías blancas heredado de su bisabuela; un plato “para combatir el frío con pocos recursos en el campo” que fueron actualizando con jamón en las generaciones posteriores.

Carbonell reconoce el “valor de conocer una cultura, como la gitana, a través de su comida”. Su plataforma aspira a crear una casa-museo rumbera con platos gitanos, con la misma filosofía en la que la rumba salió de las fiestas gitanas de Raval, Gràcia u Hostafrancs en los años cincuenta al resto de la sociedad.

Desde Rumbla, Simoes señala que la carta evolucionará: “Está en un estado embrionario y siempre abierta” a considerar recetas gitanas, pero remarca que debe “aprenderse bien antes de lanzarse a lo loco”. Por ejemplo, el detallado recetario Halar, cuina gitana a Catalunya, elaborado por la Fundació Alícia con asociaciones gitanas en 2017, recoge 34 platos como el potaje de bacallà, el brou de chicharros o los biñuelos

Jalar, como otras palabras comunes del castellano, proviene del léxico gitano. Carbonell defiende que puede lograrse un balance entre la autenticidad y la deriva turística para evitar que aventuras empresariales como esta se conviertan en “un sucedáneo”. “En la rumba catalana no está reñido tener a locales y a turistas: la clave está en equilibrar y saber vender la verdad”.

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