Empieza a ser complicado llevar las cuenta de las vidas del restaurante Casa Leopoldo. La nueva acaba de empezar hace apenas un par de semanas de la mano del grupo Banco de Boquerones, que se ha hecho cargo de esta mítico restaurante del Raval, parte de la historia gastronómica y literaria de Barcelona.
Una responsabilidad mayúscula en la que se mezcla preservar el legado de esta casa, cuidar el mito pero sin permitir que convierta el lugar en un parque de atracciones y, no lo olvidemos, dar bien de comer.
La nostalgia es siempre benévola con los recuerdos y muy exigente con el presente. Es parte de su esencia, pero una faena para quienes tienen que dar de comer a los clientes y, por el mismo precio, lidiar con lo que allí han vivido. Porque, no nos engañemos, quienes hayan tenido —hayamos tenido— la suerte de compartir alguna vez mesa con Rosa Gil seguro que recuerdan con más cariño las mil anécdotas de aquella vida de película que lo que comieron en Casa Leopoldo.
De hecho, cuando antes de la pandemia Romain Fornells y Óscar Manresa se hicieron cargo del negocio allí se comía muy bien. Mejor —que nadie se nos enfade— que en los últimos años de la propuesta original. Pese a la buena cocina y un recetario fiel al original pero ajustando lo que hacía falta, aquello no acabó de cuajar y lo ocurrido en 2020 lo borró del mapa.
La mesa de Montalbán
Tras una breve etapa reconvertido en restaurante asiático con menú del día que dio mucho que hablar y destapó algún que otro tic entre lo racista y lo clasista, 2024 es el año del renacer del Leopoldo. Ojalá sea el definitivo. La ciudad parece haber acogido encantada la reapertura y lo cierto es que un martes al mediodía nos encontramos la sala principal prácticamente llena.
Todo parece estar donde siempre, con pequeños cambios y un ambiente más luminoso y colorido. Los azulejos, los carteles taurinos, la cocina bajando las escaleras, la sala de arriba con un techo muy bajo y, ahora, una barra azul que promete ser lugar de sobremesa y cócteles. Entre las novedades, se estrena en honor a Rosa Gil un bonito privado, escondido en la encantadora y laberíntica distribución que siempre ha tenido esta casa.
Además de la sala dedicada a Manuel Vázquez Montalban con acceso directo a la calle, el parroquiano más ilustre de Casa Leopoldo tiene ahora también una placa que identifica la que era su mesa favorita. Nos sentamos en esta privilegiada esquina del salón y ojeamos la carta, también más colorida que antaño.
Pica pica, platillos carnes, pescados y arroces. Como era de esperar, la mayoría de los clásicos siguen en su sitio, incluyendo el rabo de toro y el suquet de rape y marisco. Es, por cierto, el plato más caro de la carta y cuesta menos de 26 euros la generosa la ración. De hecho, el ticket medio por debajo de los 50 euros es más contenido que antes.
¿Qué se come en Casa Leopoldo?
Al rodaje habitual que necesita cualquier restaurante, en este caso se le suma esa responsabilidad del peso histórico que va incluido en el alquiler del lugar. Quedan detalles por pulir e ingredientes por mejorar —o sencillamente quitar— pero todo lo que probamos está rico.
Los calamares seguro que lucirían más a solas con los guisantes y sin espárragos, por ejemplo. Y las bonitas zanahorias y brotes que decoran el mítico rabo de toro al vino tinto tampoco nos dicen mucho. ¿Es como el de Rosa? Seguramente mejor, por mucho que la mirada se nos vaya a la placa de Montalbán y la memoria quiera jugarnos malas pasadas.
Pintan bien los arroces, las croquetas están buenas —y sin cosas por encima, milagro— y la carta da juego para compartir unos entrantes al centro y luego un principal. Si hablamos de postres, eso sí, es innegociable que vuelva el tortell de la cercana pastelería Lis, un clásico de la carta del Leopoldo que por ahora no está, aunque nos han prometido que ya trabajan en ello.
Sí que hay crema catalana, una versión propia del músico —con bizcocho de almendra y helado— y el recuit de drap con nueces caramelizadas.
Abren cada día de la semana de 12 del mediodía a 12 de la noche, así que no hay excusa para no volver e ir viendo cómo evoluciona tras este prometedor arranque. De momento, sólo cabe desearle larga vida, otra vez, a Casa Leopoldo. // Casa Leopoldo. c/ de Sant Rafael, 24, 08001 Barcelona. Tel.: 933 127 385