¿Qué se come, tras haber hecho un esfuerzo físico enorme, en lugares donde la materia prima llega en helicóptero? Tienes que saber que a este lado de los Pirineos existen una docena de refugios guardados de alta montaña, a más de 2.000 metros, abiertos todo el año y distribuidos entre Aragón, Andorra y Cataluña.
Algunos necesitan una reforma urgente, como el de Góriz y otros tienen una arquitectura espectacular, como el de Cap de Llauset o el de l'Illa.
Hay algunos míticos porque hacen de base para alcanzar las cimas más deseadas, como el de La Renclusa para coronar el Aneto o el de Góriz para el Monte Perdido, y las ascensiones más peligrosas, especialmente en invierno.
¿Hay que reservar en los refugios?
En cuanto las temperaturas empiezan a ser agradables, el monte se llena de senderistas y es imprescindible reservar con tiempo, incluso si pretendes acampar en las zonas asignadas alrededor de los refugios. Sus barras ganan dinamismo y, en cuanto anochece, hay que calmar el ambiente, la alta montaña es una cosa seria y, para la mayoría, el día será duro.
En los meses de frío el panorama es totalmente diferente. Entre semana, es fácil encontrarte con el guarda como única compañía. Hay que reservar igualmente, no solo para que cuenten contigo para el alojamiento y la comida, también para que sepan que andas por el monte.
Los refugios son mucho más que un sitio donde dormir y comer. Tienen emisoras, estaciones meteorológicas y los guardas, además de cocinar, limpiar, encargarse del mantenimiento y despejar de nieve y hielo las placas solares, te pueden sacar de más de un apuro. Aunque, si vas solo, lo tendrás difícil para ponerte en contacto con ellos. En el monte no hay cobertura, así que si no llevas un dispositivo de conexión vía satélite, te resultará imposible pedir socorro.
Como es lógico, hay que evitar los riesgos tanto como uno pueda, pero hay que decir que es una maravilla pasar un par de días sin cobertura y, como consecuencia, sin audios de whatsapp, correos electrónicos o redes sociales. ¡Qué descanso!
¿Qué comidas se preparan en un refugio?
Y si nos centramos en las cosas del comer, que es lo que nos ha traído hasta aquí, hay otro gran aliciente, comer cuando te lo has ganado, cuando lo mereces, comer con un hambre atroz, ganada a base de esfuerzo, comer como en ninguna otra circunstancia.
Se supone que pasas el día caminando, así que se sirven desayunos y cenas, además de picnics para llevar. Lo habitual es llegar pasada la hora de comer, con tiempo para acomodarte tras una ducha rápida, varía en función del refugio, pero lo normal es tener menos de cuatro minutos de agua caliente por persona. En torno a las 19.30 horas, se sirve la cena. Es pronto, pero el hambre aprieta, además, a las 22 horas se apagan las luces y hay que darle tiempo a la digestión.
¿Qué platos integran el menú?
El guarda/cocinero no cuenta con producto fresco, así que tira de conservas, congelados y productos no perecederos, como el arroz, la pasta o las legumbres secas. Las limitaciones son evidentes, pero el repertorio amplio.
Para empezar, un plato de cuchara que llega a la mesa en una fuente enorme, para que te pongas lo que te pida el cuerpo y un poquito más. Suele tener verduras, fideos y alguna legumbre. Como alternativa, también es habitual que haya un caldo como entrante, para coger calor, y después un plato de verduras, unas judías salteadas con jamón, por ejemplo, antes del segundo.
Después, si no has indicado lo contrario al hacer la reserva, te servirán algo de carne, un guiso, o algún corte a la plancha o al horno. Siempre con una guarnición, arroz, puré de patatas o algo similar. De postre, natillas, yogur y, en alguna ocasión, algo de queso e incluso una infusión para acostarse calentito. Es un menú abundante y, en las circunstancias en las que uno se encuentra, se acoge con entusiasmo y sabe a gloria.
¿Se puede desayunar?
Y, por la mañana, a primera hora, un buen desayuno. Café o infusión, zumo, tostadas, miel, mantequilla, aceite y seguramente alguna galleta o magdalenas. Así uno empieza el día con la energía necesaria, ya sea para seguir subiendo o para volver a casa con una buena experiencia en la mochila.
Llueva, nieve o estés en medio de una ventisca, en los refugios de alta montaña de los Pirineos vas a encontrar un plato caliente con el que recuperar fuerzas. Jamás se ha estado tan cómodo sentado en un banco de madera frente a una mesa corrida. Si algo puede llamarse comfort food, es decir, comida reconfortante, es esto.
Ahora te toca elegir. En Aragón tienes Góriz, La Renclusa, Ibones de Bachimaña, Cap de Llauset o Respomuso. En Andorra el de Comapedrosa o el de l’Illa. Y, en Cataluña, Amitges, Certascan, Malniu y el de Ulldeter (consultar apertura, algunos sólo en temporada de verano).