La nueva vida del Pinotxo en el Mercat de Sant Antoni y el "efecto Boquería" que teme el barrio

CRÓNICA | Desayunamos en el Pinotxo Bar y conversamos con Jordi Asín sobre su cocina, que no cambia, y sobre esta nueva etapa en el barrio de Sant Antoni

Iker Morán, periodista y autor en Hule y Mantel

Periodista

Guardar

Jordi Asín tras la barra del Pinotxo en el Mercat de Sant Antoni / Foto: Iker Morán
Jordi Asín tras la barra del Pinotxo en el Mercat de Sant Antoni / Foto: Iker Morán

Es una de las noticias gastronómicas del momento en Barcelona: reabre el mítico Pinotxo Bar. No en La Boquería, claro, si no en el Mercat de Sant Antoni. Mientras todos los titulares repasan las historia del lugar y celebran su nueva etapa tras la muerte de "Juanito" (Joan Bayén), y el turbulento cierre del bar original, en el barrio de Sant Antoni el tema se vive de otra manera.

Desde el pasado julio, un cartel pegado en la persiana de un puesto en obras del mercado indicaba que allí abriría sus puertas el Pinotxo. Meses de espera en los que los habituales de la zona han mirado con cierta preocupación la novedad. "¿Has visto lo del Pinotxo?", me comentaba en agosto una vecina del barrio. No ha sido la única vez que el tema ha salido en la conversación de quienes viven —vivimos— por aquí, les gusta comer y llevan tiempo observando los cambios en la zona. También gastronómicos.

Las cafeterías de especialidad y sus lattes a tres euros para expats son ya la norma. El brunch gana a los desayunos de tenedor y y sólo mencionar el nombre de La Boquería produce escalofríos. La foodificación —ese concepto que señala la gentrificación gastronómica de algunos barrios— aquí tiene una de sus zonas cero. Pero el Mercat de Sant Antoni resiste. Aquí la gente viene a comprar. Eso que en La Boquería es ya casi una rareza.

En la barra del Pinotxo

Jordi Asín limpia setas en la barra del Pinotxo / Foto: Iker Morán
Jordi Asín limpia setas en la barra del Pinotxo / Foto: Iker Morán

Así que llegamos a la barra del Pinotxo con cierta preocupación. Jordi Asín está al otro lado. Primer vistazo tranquilizador: 100% de clientela local. Suena casi impertinente decirlo así. En cualquier otro contexto nos daría vergüenza andar revisando pasaportes, pero en esta Barcelona se entiende la idea y el miedo a perder otro mercado a manos de los vendezumos de colores, brochetas de gambas y compañía.

Asín limpia setas en un gran puchero. Pedimos pincho de tortilla (5€) y café con leche (1,70€) para tantear el terreno, mientras charlamos con él. En la vitrina lucen los clásicos de la casa, garbanzos, codornices, anchoas, alcahchofas y berenjenas listas para animar tortillas. También hay conejo, capipota, callos. “Lo de siempre”, responde a un habitual de la casa cuando pregunta.

El turista gastronómico

Dos turistas en la barra del Pinotxo / Foto: Iker Morán
Dos turistas en la barra del Pinotxo / Foto: Iker Morán

Llevan apenas unas semana abiertos y se muestra sorprendido por la expectación. “Este bar no se entiende fuera de un mercado —nos explica— y el de Sant Antoni es lo que más se parecía a nosotros”. De bares de mercados sabe. Nació en uno. No es una licencia literaria, su madre rompió aguas en el Pinotxo de La Boquería.

Una pista de como duele lo ocurrido hace unos meses. “No es lo más duro que me ha pasado, pero…” deja en el aire. Pasamos de puntilla por aquello, aunque no parece que la historia esté cerrada. “Quisimos traernos las banquetas, dice, pero no nos han dejado”.

Antes de las nueve y media de la mañana llegan las primeras turistas. Piden la carta en inglés. No pasaban por aquí, han venido a buscarlo. Piden, comen, hacen fotos… Lo que todos hacemos cuando vamos de viaje. Aprovechamos para comentar las conversaciones en el barrio y el miedo de que el Pinotxo sea un imán que traiga hasta aquí el "efecto Boquería".

Foto Apertura Hule y Mantel (Laia) 2023 11 16T110903.268
Foto Apertura Hule y Mantel (Laia) 2023 11 16T110903.268

“Siempre te encuentran”, comenta. Pero no es lo mismo que vengan turistas gastronómicos buscando el Pinotxo que estar en La Boquería y te suelten miles de personas de un crucero que simplemente pasan por allí. “Ha pasado de ser el mejor mercado del mundo a ser un parque de atracciones”, critica Asín, dejando claro que entiende la preocupación.

Aunque al Pinotxo siempre iban locales, en los últimos diez años todo cambió, reconoce. “Había gente que venía, pedía, sacaba la foto y no se lo comía porque ni sabía lo que era ni le gustaba. Y eso duele”, recuerda. No es el caso de las dos turistas con las que compartimos barra, que dan buena cuenta de los platos que les van llegando. Siguen siendo las únicas del bar, más concurrido pasadas las 10 de la mañana de un jueves.

“Antes me lo pasaba mejor”

Plato de capipota en el Pinotxo / Foto: Iker Morán
Plato de capipota en el Pinotxo / Foto: Iker Morán

El horario lo marca el mercado, aunque la idea es cerrar después de las comidas del mediodía. ¿Mismos precios que en la Boquería? También. “Siempre hemos sido baratos si pensamos en calidad-precio”. Apuramos con pan lo que queda de la media ración de capipota (5€) que hemos pedido. Está muy rica. Es uno de los platos estrella de la casa. Cada día hacen un puchero con más de cuatro kilos y se suele acabar

Somos los mismo, así que hacemos lo mismo”, recuerda Jordi Asín mientras reivindica la esencia de un bar familiar de mercado. “Pinotxo es una marca, pero sobre todo es mi familia”, apunta mientras descarta que se le haya pasado por la cabeza vender esa marca y dedicarse a otra cosa o descansar.

Exigir al Pinotxo que no convierta el Mercat de Sant Antoni en otra Boquería posiblemente ni tiene sentido ni sea justo, por mucho que resulta fácil de entender la preocupación en el barrio. “Antes me lo pasaba mejor, era mas divertido”, nos cuenta Asín hablando de La Boquería y de cómo aquello cambió. La idea, claro, es volver a pasarlo bien en este nueva etapa.