Pura nostalgia. Para muchos, una de las razones para amar el verano. Para otros, un simple placer que refresca las calurosas tardes de balón de playa, palas y profundo aroma a cloro. Sea como fuere, hay tantos helados como gustos. Lo que es difícil copiar es la calidad, el respeto al producto, el uso de leche local o la sofisticación que pueden tener algunas de las heladerías con más solera de Gijón (Asturias).
Maestros artesanos del gélido placer que han conseguido mantener en la memoria de varias generaciones el aroma –y sentimiento- inconfundible. Pinceladas de crema, chocolate o limón que evocan el recuerdo de esas tardes en Poniente, las olas de San Lorenzo y la brisa del Cantábrico sobre el Elogio del Horizonte. No es Jijona, pero suena y sabe parecido. La gijonomía o xixonomía, que le llaman.
Heladería Islandia
La tradición no está reñida con la imaginación, como demuestra la heladería Islandia, donde apuestan por convertir los grandes clásicos de la cocina asturiana en formato helado. El toldo de cuadros rojos vichy permanece inalterable a las exclamaciones de sorpresa que los visitantes muestran al ver creaciones tan singulares como los helados de oricio, gin-tonic, pastel de cabracho, sidra, lentejas, arroz con leche o boquerones en vinagre. Aunque entre sus referencias, existe una clara vencedora: el helado de fabada. Sí, puede parecer raro, pero crean al que escribe: está rico, y sorprende. Quizás sea por eso que ha recibido un Solete de la Guía Repsol.
Para quienes no quieran arriesgar en demasía, por aquello de ser cautos en lo gastronómico, prueben el de la tarta gijonesa. Cremosidad característica de post-festines navideños, donde las sobras de turrón blando se mezclaban para dar una sugerente tarta que, desde Islandia, hacen helado. Una delicia. // Heladería Islandia. San Antonio, 4 / 985 350 747
Federico Verdú
A sus turrones de Jijona o las tiras de naranjas cubiertas de chocolate les ha salido un duro competidor veraniego: sus helados. Aunque el de turrón, con buenos tropezones, es indiscutiblemente el rey en ventas, la quinta generación de Federico Verdú ha apostado por diversificar sus productos. Mérito que los ha llevado a conseguir el sello Biosphere –siendo el único comercio en la ciudad en tenerlo- por su compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Interesante su línea de sorbetes veganos, con una docena de referencias. De melocotón con maracuyá, chispeante manzana verde o refrescante mandarina. Asimismo, casi toda su línea de helados y sorbetes es sin gluten. Uno infalible que no se arrepentirán de probar: el helado tarta de queso. Un pequeño placer que se disfruta perdiéndose por los rincones y callejuelas de Gijón. // Turrones & Helados Federico Verdú. Calle de los Moros, 16 / 985 341 170
La Ibense
¿Para qué buscar combinaciones imposibles si lo básico es un éxito? Algo así debe pensar la tercera generación de La Ibense, una de las heladerías más conocidas por los gijoneses pero que apenas visitan los turistas. A pesar de contar con varios locales por Gijón, su característico bombón helado es un secreto que pasa de generación en generación entre los playos (como se llama a los oriundos de la ciudad).
Un bombón de nata y chocolate, sin mucha más floritura, en un papel metálico rudo y con el sello de la heladería. Básico, pero efectivo. Sabroso y por menos de tres euros. Las noches en la playa o en el merendero no se acaban hasta que no se sacan los bombones de La Ibense. Nostalgia de veranos pasados donde primaba la sencillez y que, hoy en día, varias generaciones rememora con una pequeña sonrisa. Por suerte, La Ibense sigue abierta, sin hacer mucho ruido, en el cosmopolita barrio de La Arena. // Heladería La Ibense. Emilio Tuya, 54 / 985 365 337 //