La música es un elemento fundamental a la hora de disfrutar de la comida fuera de casa y es algo que no pocas veces se descuida. Conscientes de esto, son cada vez más los bares y restaurantes que apuestan por otorgarle la máxima importancia a esta cuestión e incluir como parte de su propuesta la música en vinilo.
El madrileño barrio de Salesas alberga la calle Barquillo que fue el epicentro del mundo del sonido hace décadas. Ahora sus alrededores se han llenado de locales donde se puede disfrutar por igual de la música, la comida y la bebida en diferentes momentos del día.
Faraday
Música, diseño y café. Estos son los pilares de esta quimera que no es cafetería, ni tienda de discos, ni de objetos y antigüedades, sino todo a la vez. Con una ambientación inspirada en una casa de los años 60, lo tienen claro, su misión es que todo el que pase por allí salga por la puerta con un humor distinto al que tenían cuando entraron. Dicho de otro modo: “Descubrir un disco que te cambia el día mientras tomas un selecto café de tueste local”, como afirman sus creadores.
El centro de la sala lo preside su disquería, una especie de vitrina donde colocan una cuidada selección de títulos de discos que va cambiando cada semana. Es casi una exposición temporal comisariada. Michelle y Rodrigo, ideadores de Faraday, siempre están dispuestos a conversar sobre música y a hacer recomendaciones y compartir sus nuevos descubrimientos con los clientes.
Los fines de semana, además, ofrecen pinchadas llamadas Magnetics sessions donde diferentes DJ’s se alternan para armonizar la cafeína con su música en este espacio que debe su nombre al físico David Faraday. // Faraday. c/San Lucas, 9, 28004, Madrid.
Mateo Honten
Todo en este local es sorprendente. Su decoración retro-vanguardista despista y nadie se espera que esta taberna japonesa o izakaya tenga un origen mexicano. Tampoco que los vinilos estén girando mientras se degustan nigiris y brochetas que se cocinan en robata y concesiones a otras cocinas como sus tiraditos.
Con pocas mesas y una barra que rodea la cocina, este local es el segundo que abren bajo el mismo nombre desde el grupo Edo Kobayashi, cuyo primer local se encuentra en la Ciudad de México.
Entre su barra de coctelería y la de degustación se ubica la estantería que contiene el equipo de sonido desde donde su DJ residente pincha discos de jueves a sábados mientras van saliendo platos como las almejas con mantequilla y sake, un katsu sando que cambia el cerdo por atún rojo, o el pollo frito karaage con mayonesa de yuzukosho. Su conexión con México hace que uno de los puntos fuertes, además de sus cócteles de autor, sean sus mezcales. // Mateo Honten. c/San Mateo, 14, 28004, Madrid.
Gota
Con una reconocible decoración y diseño de interiores firmado por Plantea Estudio, donde se combinan el brutalismo de los materiales y el minimalismo en el mobiliario, Gota nació hace tres años. Su propuesta es clara: vinos naturales, vinilos y una carta que va cambiando conforme lo hace el producto de temporada, aunque hay clásicos perennes como la polenta frita que el chef Cadu Gasparini ejecuta desde sus inicios cuando este bar de vinos se ocultaba tras la cortina de Acid Bakehouse (su casa madre) con alma clandestina.
Gasparini siente cierta predilección por la cocina italiana y la inglesa y eso le lleva a incluir en su menú platos de pasta o ingredientes fetiche como el radicchio o el cordero. En la oferta líquida cuentan con más de 200 referencias de vinos, entre los que la mayoría son etiquetas internacionales.
Los domingos, desde las 17h, ofrecen una selección de vinos poco usuales que van cambiando mes a mes y que pueden disfrutarse por copas. Si se tiene suerte, algo un poco difícil, se puede degustar una de sus copas entre los dos platos que se colocan en la barra. // Gota. c/Prim 5, 28004, Madrid.
Los 33
Hace ya dos años que este asador abrió sus puertas en la plaza de las Salesas esquina con Santo Tomé, pero sigue siendo una de las mesas más difíciles de conseguir en Madrid (las reservas se abren cada día a las 24h a dos meses vista). Un local muy acogedor de luces tenues donde las sombras bailan al ritmo de las velas, la madera es innegable protagonista y las estanterías repletas de discos dentro de sus carátulas crean un ambiente familiar que recuerda a una sala de estar.
Al fondo, la parrilla se escucha crepitar. O lo haría de no ser por la música, ya que a partir de las 21h, todos los días, un DJ pone a girar algunos de los más de 3.000 vinilos que llenan las baldas de sus muebles. Todos ellos son propiedad de Nacho Ventosa, que dirige Los 33 junto a Sara Aznar. Si hay algo que distingue a este restaurante es el bikini o sándwich mixto de jamón y queso havarti que se funde por la acción del fuego de la parrilla y que se ha convertido en un must.
También pueden encontrarse platos que honran la cultura uruguaya como las empanadas criollas o el chivito al pan partido, y otros que se salen de lo esperado en un asador como una sopa de cebolla presentada de manera más decadente. Como no podía ser de otra manera, la carne cobra especial protagonismo con suculentos cortes que se cocinan al fuego en su punto justo.
Las verduras no escapan de la parrilla y Oswaldo González aprovecha lo mejor de cada temporada para acariciar con las brasas. Piparras, pimientos, espárragos blancos de Navarra, alcachofas de Tudela o calçots son algunos de los vegetales que se pueden probar como entrante o como guarnición. // Los 33. Plaza de las Salesas, 9, 28004, Madrid. Tel.: 914 997 258.