Solsona es una pequeña ciudad situada en el corazón geográfico de Catalunya, a medio camino entre las llanuras de La Segarra y las estribaciones del Prepirineo. Sede arzobispal desde siempre, el hecho de tener catedral la ha convertido en el polo económico y social de la comarca de El Solsonès. La tradición religiosa marca el calendario festivo de la ciudad, y existen dos grandes momentos en los que la ciudad se prepara para pasarlo en grande: la fiesta mayor y el Carnaval. Los gigantes y la comida son esenciales en estas celebraciones, por lo que os proponemos un paseo festivo y gastronómico para descubrir Solsona en una de las épocas más esplendorosas del año.
Tradición de gigantes
La relación de Solsona y de sus gentes con los tradicionales gigantes (gegants, en catalán) —figuras de cartón piedra de gran tamaño— es de profundo amor y respeto. Todos los niños sueñan con ellos y buena parte de los adultos son portadores de gigantes. En el Carnaval de Solsona, creado en la Transición, se hace mofa de las solemnidades de la fiesta mayor y del Corpus, se olvidan los protocolos y todos se ríen del resto de elementos festivos más serios.
Aquí los protagonistas son los gigantes locos (bojos, en catalán) que bailan y desfilan por el casco histórico con actitud desenfadada y repartiendo estopa a todo aquel que se le acerca. Otra característica de esta celebración, y que la hace diferente, es que no verás a nadie disfrazado porque los de Solsona van uniformados con el traje de cada colla de Carnaval. Como colofón, la fiesta tiene uno de sus puntos álgidos con la penjada del ruc (cuelgue de un burro) desde un campanario. Efectivamente, es un burro de mentira, pero dice la leyenda que así se rememora la brillante idea de un sacristán de subir a un burro atado del cuello para que se comiera las malas hierbas del campanario. La mofa, nuevamente, está servida.
La despensa y sus ingredientes estrella
La gastronomía también está ligada a esta fiesta y no faltan tres productos que son emblema de la ciudad: las setas, la carne de caza y las patatas. Una despensa propia de esta zona, situada en el centro geográfico de Catalunya, y marcada por un clima más severo. De hecho, los bosques de la comarca de El Solsonés son lugar de peregrinaje para los cazadores de setas durante la temporada de recolección, con una riqueza en hongos que se traduce en la cocina. Las setas forman parte de todos los guisos.
La relación con el bosque se plasma también en la carne de caza: jabalí, corzo, liebre o perdiz son ingredientes esenciales en la gastronomía de esta zona. Y la patata, que aquí llaman trumfo, se cultiva en la zona de Odén, en unas condiciones especiales que la convierten en una patata premium. Sin olvidarnos de los embutidos ni de la carne de ternera, que aquí el fricandó es un plato obligatorio, ya sea en casa como en muchos de sus restaurantes.
Dónde comer en Solsona
Si vas durante el año, encontrarás la calma para disfrutar de la ciudad, pero si vas en Carnaval, tendrás que reservar con antelación, ya que se llena de visitantes. Para empezar, propongo tomar el vermut en Casa Adroguer Nou, en el pleno corazón de la ciudad (c/Sant Cristòfol, 11). Una vinoteca que mantiene la esencia intacta desde su fundación, donde además se pueden catar quesos, embutidos, conservas y otros productos gourmet y de proximidad.
Ya pensando en la comida, y si vas con niños o en grupo, la mejor opción es el restaurante Mare de la Font (Carretera de Bassella, s/n. Km 1,5). Situado a las afueras de Solsona, se llega después de un agradable paseo por el bosque. Roger y Laia no tienen carta, llegan y te cantan lo que van a cocinar ese día. Si es tiempo de setas, te ofrecerán de todos los tipos; si los días son fríos, no faltarán caldos, asados y guisados. Y todo ello con un amor por el producto de la comarca que se transmite en cada elaboración.
Si sois más comodones y queréis comer en el meollo de Solsona, el Restaurante Fermín (Carretera de Bassella, 26) es garantía de calidad y tradición. Regentado por la segunda generación de la familia, mantiene la decoración rústica y es ese sitio en el que disfrutarás con el tratamiento que le dan a las carnes y cómo miman la cocina de siempre. Suele estar siempre lleno y eso es síntoma de que es un lugar altamente recomendable.
La última recomendación de nuestro paseo gastronómico por Solsona, y no menos importante, es la Cabana d’en Geli (Ctra. de Sant Llorenç s/n), con las mujeres al poder. Conxita es la madre, y Laia y Sandra sus hijas. Dos en cocina y otra en sala, han creado en la Masia Cabana d’en Geli un restaurante que transmite amor por la cocina, con un trato personal inmejorable y un espacio amplio en el centro de la ciudad. La carta se adapta a la temporada y funcionan con unos menús que colman las expectativas, tanto en laborables como en fines de semana. No se olvidan de las sopas ni de las cremas, que para épocas de frío son idóneas, ni de la carne de caza, las butifarras o el cabrito. Ah, y el vino también lo miman. Es cosa de Sandra, que es sumiller y te aconsejará en la elección dentro de su extensa bodega.