Presume de espíritu balinés. Y lo cierto es que, si cerramos plano, el juego funciona: una pequeña playa normalmente tranquila, agua transparente, rocas, tumbonas y cócteles, platos frescos y propuestas de brasa que incluso podemos degustar con los pies en la arena. Un paraíso cercano, porque estamos a unos 20 minutos de Barcelona, en Cala Ginesta, al final de Castelldefels.
Punta Roca lleva semanas sonando como el chiringuito de moda este verano en la costa de Barcelona, así que nos hemos animado a llegar hasta allí para comprobar si el lugar es tan idílico como parece y la comida está a la altura de localización. Respuesta rápida y corta: sí
¿Dónde se ubica?
Parte del encanto es que está un poco aislado, justo donde empieza la carretera del Garraf. Se puede llegar caminando desde Castelldefells —está al final del paseo— o bien en coche, aparcando en Port Ginesta. Más cómodo, pero no sale barato si la idea es pasar unas horas en esta cala. Y seguramente lo sea, porque se está francamente bien.
La decoración es bonita y, sin haber estado en Bali, efectivamente no es difícil imaginarlo así. El espacio es reducido y está bien provechado, pero resulta cómodo para tratarse de un chiringuito de playa. Ojo a los fines de semana, porque no es fácil encontrar sitio, así que reservar es casi imprescindible.
Pescados y carnes a la brasa
Gestionado por el grupo Tibu-Ron que cuenta con varios locales en primera línea de playa de Castelldefels, esto ya nos da una pequeña pista de la carta. Aquí en una versión más corta y simplificada —la cocina es minúscula— pero hay espacio para un arroz, una de las especialidades del grupo.
De todos modos, las brasas son las protagonistas del lugar, donde manejan pescados y carnes que pasan por el fuego. Desde piezas nobles y cotizadas como el rodaballo o el tomahawk de un kilo, a propuestas más sencillas pero muy bien resueltas, como unas estupendas sardinas asadas (por poco más de 10 euros la media docena) o un calamar que llega con patatas y verduras asadas.
¿Algo más exótico que ligue con esa idea de Balí en versión mediterránea? Los mejillones al vapor con leche de coco, cilantro, chili y un punto cítirico a base de hoja da kaffir están muy buenos, por ejemplo. También se ofrece tiradito de salmón, edamame trufado o un falso niguiri de anguila con manzana... No es que sea muy indonesio, pero igual ayudan a meterse en ese papel, como si durante un rato pudiéramos improvisar unas vacaciones paradisiacas muy cerca de casa.
De todos modos, quienes quieran saltarse la fantasia viajera, las gambas a la brasa, las bravas o las croquetas también permiten un tapeo playero más tradicional e igualmente solvente. Y con unos precios en general nada disparados teniendo en cuenta lo que se estila en muchos chiringuitos de playa que no ofrecen este nivel. Ni esta playa.