Estos días, Alemania cuenta con un aroma especial, el de las especias que inundan los mercados de Navidad en el centro de las principales ciudades y el del jengibre que se esparce entre las atracciones de los más pequeños. También con un ambiente cargado de luces, decoraciones y ese imaginario, a veces kitsch, propio de estas fechas. Pero como lo que nos interesa es la gastronomía, nos hemos propuesto hacer, entre panecillos, mazapanes y vino caliente, un repaso a las comidas, bebidas y dulces más tradicionales que no te debes perder en los mejores mercadillos navideños germanos.
Las galletas Printen de Aquisgrán
Conocida por albergar las reliquias de Carlomagno, Aquisgrán —o Aachen en alemán—, es una ciudad balneario estratégica en el triángulo formado por Bélgica, Holanda y Alemania. Las aguas termales y su mercado navideño, ubicado a los pies del ayuntamiento del siglo XIV, invitan a descubrir los sabores de la Navidad alemana.
Un imprescindible son las típicas galletas Printen, que con su penetrante aroma a canela y jengibre invaden las calles del casco histórico. Una elaboración de intenso sabor y gusto arenoso que vale la pena degustar entre el gentío de los puestos o mientras se contempla la enorme figura de galleta navideña que decora la escalinata que mira hacia la catedral de Aquisgrán. Interesante el hecho de que su receta original tenga en este dulce bocado un aspecto tosco y duro, similar a las tartas de viaje, para lograr así su perfecta conservación.
Glühwein, el vino caliente en Düsseldorf
Quienes visiten la capital de Renania del Norte se sorprenderán con su cuidado y prácticamente peatonal casco histórico, además de sus galerías de arte y su espíritu cosmopolita. A orillas del río Rin, Düsseldorf ofrece un auténtico cuento navideño en los seis mercados temáticos que jalonan el centro de la ciudad. Además, una noria navideña y panorámica gira con vistas al embarcadero de la ciudad y al paseo fluvial.
En el corazón de su coqueto histórico, el Mercado de los Ángeles parece competir en belleza con el de los artesanos, ubicado en la plaza del ayuntamiento. En uno u otro, la humedad del Rin hace que sea imprescindible tomar una buena taza de chocolate caliente o, para los más atrevidos, una de vino.
Son varias las casetas de inspiración alpina con el nombre de glühwein, el característico vino caliente especiado que no puede faltar por estas fechas. Existe toda una tradición germana de vivir una suerte de afterwork navideño para ir a beberlo con los compañeros del trabajo. Así, los mercados de una de las ciudades con más jóvenes de Europa se tornan impracticables a la salida del trabajo.
Un nougat en Colonia
Una de las ciudades alemanas que más representa el espíritu de estas fechas es Colonia. También bañada por el río Rin, y a pocos kilómetros de Düsseldorf, existe cierto pique entre las dos urbes por ver quién tiene los mercados de Navidad más espectaculares y por diferenciarse en la mesa con las características cervezas negras de Colonia o las rubias de Düsseldorf.
La catedral de Colonia es testigo de un auténtico cuento de hadas, con árboles iluminados y vistosos artificios que hacen creer en la magia. Será, quizás, que los restos de los Reyes Magos se encuentran dentro de la propia catedral. Entre las casetas del mercado, la rivalidad se desvanece mientras se comparte un pedacito de nougat. Aunque original de la cocina francesa, la cercanía de las tierras francófonas hace que sea un dulce muy típico por estos lares. Similar a lo que conocemos como turrón de almendras, en su receta se utiliza clara de huevo y miel. También es habitual incorporar otros frutos secos, como el pistacho, o bañarlos en chocolate. Indispensable el que lleva fresa confitada, toda una delicia.
Currywurst y dulces en Berlín
Rebelde, transgresora y cosmopolita. Berlín, la capital alemana, también cae rendida al aroma del vino caliente y las galletas de jengibre. Si bien es cierto que hay tantos mercados como caras ofrece la vanguardista ciudad, nadie puede perderse el espectáculo que se ofrece cada noche en la Gendarmemplatz, en el corazón de la capital alemana y muy cerca de la isla de los museos.
Con las gemelas iglesias alemana y francesa, su mercado navideño —de pago— es uno de los mejores lugares para disfrutar de los dulces típicos, vinos calientes especiados y ricos platos de elaboración casera. Si uno quiere introducirse en el lifestyle más berlinés, debe darse el capricho de comer en alguna de las casetas-restaurante que se levantan estos días en la plaza. Con platos tan suculentos como el schnitzel vienés o las elaboraciones a base de pato, los turistas pagarán por comer en una suerte de cuento de Navidad pensado por y para ellos.
Quienes busquen alternativas algo más económicas, la cosmopolita Alexanderplatz ofrece un pequeño mercadillo donde su plato estrella es el currywurst, la siempre famosa salchicha alemana acompañada de patatas fritas y una exquisita salsa de tomate —o ketchup— y curry. Simple, pero efectivo. Otras versiones la introducen dentro de un panecillo hueco, siendo una delicia perfecta para compartir.
Auténtico ponche de huevo en Múnich
Los mercados navideños originales nacen en esta ciudad, capital de Baviera, situada a pocos kilómetros de los Alpes. Un recorrido por el mercado frente al ayuntamiento nos inundará de espíritu navideño a cada trago de ponche de huevo, una de las bebidas más consumidas estos días. Acompañado por crema o nata montada, es todo una dosis de dulzura que no deja indiferente —lo amas o lo odias— con un pronunciado golpe de alcohol. No hay mejor forma de entrar en calor.