Por fin llegan sus vacaciones de verano. Es la hora de comer, se encuentra en un lugar desconocido y no sabe qué bar o restaurante elegir. Por eso, recurre a las reseñas que se encuentran por internet en distintas plataformas, aún sabiendo que no siempre son el mejor indicador.
En no pocas ocasiones cocineros y restauradores han mostrado su disgusto ante las críticas que reciben en este tipo webs y en redes sociales. No obstante, en mi opinión, estas reseñas pueden resultar muy útiles si sabemos leerlas. Por eso, el objetivo de este artículo es compartir algunos consejos útiles para ayudar a desentrañar este tipo de comentarios y que usted coma lo mejor posible.
En el caso de las críticas profesionales, es esencial conocer cuál es nuestra afinidad con el crítico que la realiza, si nuestros gustos o intereses encajan con los suyos, o no. Además, una cosa son las opiniones que vierten en los medios y otra las que aparecen en sus redes. Las críticas amateurs, sin embargo, son harina de otro costal. ¿Existe algún filtro para separar el grano de la paja en un mundo en el que cualquiera puede y está incentivado a opinar? Hora de arremangarse.
El número de opiniones
En primer lugar, si visitamos alguna de las conocidas páginas de valoración de restaurantes, resulta imprescindible fijarse, antes que nada, en el número de opiniones que ha recabado este sitio. Estadística básica: una muestra poco significativa tiene una probabilidad alta de no coincidir con la realidad.
Si esta afirmación le ha provocado un sano escepticismo, pruebe a lanzar una moneda diez veces y anote los resultados; después, si sigue sin confiar, hágalo cien veces y observe cómo los números de cara o cruz convergen cada vez más hacia el cincuenta. Si aún no lo tiene claro, déjelo, pues es bastante probable que también piense que la Tierra tiene forma de tarta.
Volviendo al tema que nos ocupa: un número bajo de opiniones, según donde esté situado (no es lo mismo un pueblo poco turístico que una capital), no suele ser representativo. Un sitio con un número alto de referencias nos dará una mejor idea. Seguidamente, debemos fijarnos en la fecha en que estas opiniones se escribieron, por si se da el caso de que la última persona que visitó el lugar escribió su opinión en un Nokia 8210 y, una vez descartado, podemos enfrascarnos en la lectura.
Analizar las críticas negativas
Toda información es buena, de modo que las críticas negativas nos pueden aportar datos incluso más valiosos que las positivas. ¿Es un problema con la comida? ¿Con el servicio? ¿Del tiempo entre platos?
Traigo al caso un restaurante que, personalmente, me gusta mucho. He ido tres veces y en todas he salido más que satisfecha con la experiencia. Quizás la última vez algo menos porque el servicio era nuevo y le faltaba rodaje. Su puntuación en la aplicación de valoraciones más famosa, sin embargo, es de 3’5 sobre 5. Una nota por la que hubiera descartado a priori el lugar. No obstante, otras cuestiones me animaron a probarlo y todavía no me he arrepentido.
El principal problema que deducimos de las reseñas parece ser la actitud poco amistosa de la jefa de sala. Prácticamente todas las opiniones sobre la comida son muy positivas. Un sitio que en principio hubiera rechazado, resulta ser un lugar donde se come bien y a un precio ajustado.
Dar un vistazo a las fotos
Por último, pasaremos a las fotos. Concretamente a las de los comensales. Aunque Isabel Coixet pone en boca de la protagonista de Foodie Love que no tiene sentido hacer las fotos antes de probar la comida, esta costumbre, practicada por unos y denostada por otros, es una gran fuente de información.
Ya dicen que una imagen vale más que mil palabras y, en el caso de la comida, aunque no nos diga nada sobre su olor o sabor, nos aporta detalles sobre lo cuidadosos que son con la presentación, el concepto del local o si abusan del vinagre de Módena y siropes similares. Es más, son especialmente llamativos aquellos casos en los que las fotos del restaurante nada tienen que ver con las de los comensales. Desconfíen inmediatamente.
Evitar las prisas y el postureo
Si tenemos en cuenta todo lo anterior y, además, revisamos la carta y sus precios, podemos hacernos una idea bastante acertada de cómo va a ser nuestra experiencia. A pesar de ello, esta guía es como una receta: suele funcionar, pero en ocasiones puede fallar por diversos motivos. El principal, las prisas. Además, cuando comparamos varios lugares puede llegar a ser agotador si no se dispone de tiempo. Otro de los motivos puede ser que no hayamos afinado todavía nuestro gusto y no sepamos bien qué queremos. Antes de terminar, les dejo varias advertencias.
Cuidado con aquellos locales que, de un tiempo a esta parte, solo reciben 5 estrellas: podrían estar regalando chupitos u otros favores a cambio de la máxima puntuación. Y no, por desgracia, en este punto no puedo poner la anotación de que "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia". Quizás otro día podríamos hablar de las nuevas estrategias de captación de clientes más centradas en satisfacer los algoritmos de las distintas aplicaciones de reseñas que el paladar de sus clientes.
Asimismo, es necesario tener en cuenta que la metodología expuesta no siempre resulta fiable en zonas de playa o muy turísticas ya que aquí se unen la falta de criterio con el exceso de postureo, que ensalza lugares mediocres de precios elevados y platos comodín. Eso sí, si su objetivo es pasar el día repantingándose bajo el sol, sin dedicarle mucho esfuerzo a buscar un lugar apropiado para saciar el apetito, con entrar en un sitio con vistas bonitas donde la carta no esté directamente en el idioma de Shakespeare, debería ser suficiente.
Disfruten de sus vacaciones y busquen valoraciones con moderación, en ocasiones quien no arriesga no gana, por lo que un poco de aventura nunca está de más.