Barras acrobáticas, trapecio, rueda cyr, telas aéreas, equilibrio, bailes y malabares con fuego... sin olvidar a los eternos y divertidos payasos. Alegría es probablemente la producción más icónica de la compañía canadiense Cirque du Soleil —se estrenó en 1994 y la han visto más de 14 millones de espectadores en todo el mundo—, un clásico que se presenta actualizado y que desde hace unas semanas, y hasta el 19 de mayo, se ha instalado en l'Hospitalet de Llobregat (Barcelona).
Las cifras de esta producción circense siempre impactan: Alegría. Bajo una nueva luz viaja en 70 camiones de remolque que transportan cerca de 2.000 toneladas de equipamiento, su carpa tiene capacidad para más de 2.600 personas y un total de 114 personas de 26 países forman parte del elenco y del equipo en la gira de este espectáculo, por mencionar algunas.
Todo sucede en una gran ciudad sobre ruedas, que cuenta con carpa artística, talleres técnicos —con espacios tan fascinantes como la zona de maquillaje y vestuario, donde se arreglan artesanalmente los más de 90 trajes y 500 elementos de vestuario que aparecen en el espectáculo— y, por supuesto, una cocina que da de comer a todo este personal.
Hemos tenido la oportunidad de acceder a este espacio ambulante formado a partir de la unión de cuatro grandes camiones, y que, durante el día y tras sus entrenos y funciones, se convierte en el lugar de socialización de los artistas y trabajadores. Pero, ¿qué se come en el Cirque du Soleil? Y, ¿qué es lo más complicado de trabajar en una cocina que está en constante movimiento?
¿Cómo funciona la cocina?
Mia Messier es la kitchen manager de este espectáculo y lleva más de 20 años trabajando con el Cirque du Soleil. Con ella viajan, de manera habitual, tres sous chefs procedentes de distintos países y, en cada ciudad en la que se instalan, incorporan al equipo unos diez profesionales locales que les ayudan en todas las tareas de cocina.
Mia nos cuenta que alimentan a un promedio de 100 o 120 personas cada día, lo que se traduce en alrededor de unas 250 comidas diarias. "Los fines de semana siempre hay más trabajo, porque tenemos más funciones". La cocina está abierta prácticamente todo el día, aunque los desayunos suelen empezar a las 8.30 horas, las comidas sobre las 12.30 horas y las cenas (previas al espectáculo) sobre las 17.30 horas, siempre ajustándose a las funciones que haya esa jornada.
En la cocina, con mesas y sillas bastante básicas donde sentarse a comer y charlar —también tienen mesas de madera al aire libre, fuera del gran camión— la comida se presenta tipo buffet y los miembros del equipo pueden elegir aquello que les apetezca o se ajuste a sus necesidades físicas y de rutina artística.
De hecho, la oferta gastronómica general es prácticamente la misma para todos, pero el equipo de cocina siempre está preparado para dar respuesta a las peticiones concretas de cada artista o trabajador: dietas específicas, régimen alimentario, costumbres culturales, intolerancias, alergias, etc. Muchas personas de procedencias distintas se juntan ante estos fogones, y hay que poder dar respuesta a todos.
Por eso, también es habitual que preparen platos de cocinas de todo el mundo: mexicana, asiática, brasileña, francesa... y que intenten incorporar platos tradicionales del país o de la ciudad en la que están instalados, como el gazpacho fresco que habían preparado el día que les visitamos.
¿Qué tipo de alimentos utilizan?
En general, Mia nos explica que la propuesta es "bastante básica", siempre hay sopa, diversas proteínas —también vegetariana—, carbohidratos tipo patata y arroz y una barra de ensaladas, para prepararlas al gusto. Además de las estaciones de pan, postres, fruta, café y salsas y aderezos. "Tenemos lo mismo que una persona puede encontrar en un restaurante o en su casa, aunque intentamos evitar la comida pesada", afirma.
"Mi trabajo es asegurarme de que todos coman de manera saludable y sigan un menú equilibrado", apunta. Pero, ¿qué es lo más complicado de trabajar en una cocina itinerante? "Lo más desafiante es poder ofrecer buena calidad, comida fresca y creatividad. Asegurarme de que van a tener algo diferente todos los días. Y también evitar cocinar siempre lo mismo, salir del pollo, pollo y pollo", comenta.
Para ello, explica que, en cada ciudad, trabajan con proveedores locales de pescado, frutas y verduras y carne, entre otros, con los que tratan prácticamente a diario. Un importante trabajo de gestión, pero que les permite adaptarse a la oferta de productos de temporada.
¿Hay alguna restricción alimentaria para los artistas? "Una vez que cruzan la puerta, pueden hacer lo que quieran. Aquí encuentran comida de buena calidad. No voy a comparala con la de un restaurante, pero aquí pueden encontrar prácticamente todo lo que necesitan". Y bromea diciendo: "En realidad, tengo los mejores clientes del mundo, porque siempre regresan".
¿Qué come un artista?
"Siempre hay carne y pescado, siempre hay algo que te va a gustar. Tenemos mucha suerte de tener tantas opciones y variedad en la comida", confirma el artista francés Ghislain Ramage, con más de 14 años de trayectoria en la compañía y que ha pasado por otros espectáculos como Zarkana y Kooza. Ahora lleva más de un año dando vida a uno de los primeros números del show Alegría: el de la rueda cyr.
Ghilain utiliza su propio impulso para hacer rodar y girar por el escenario un gran aro mientras realiza auténticas virguerías gimnásticas dentro de su estructura circular. Pura poesía acrobática. Pero para dar respuesta a ese desgaste físico, ¿hay que seguir alguna dieta especial? "Sí, de cookies", bromea el artista y reconoce que la estación de postres es uno de sus espacios favoritos en la cocina.
"Me gusta mucho comer, la comida que nos hacen aquí es increíble y es muy difícil entrar a la cocina y salir sin haber comido tres platos", confiesa. Y añade: "Como de todo, mi cuerpo necesita gasolina para estar en el escenario". Y es que el extremo ejercicio físico que realiza en su espectáculo le permite darse esos caprichos y mantenerse en forma: "Hacemos muchas funciones a la semana, y mi peso sigue siendo el mismo desde hace 10 años".
Aunque, a pesar de ello, es consciente de que, igual que hacen sus compañeros, debería incorporar más verduras a su dieta. Mia se lo pone fácil, sólo hay que acudir a la barra de ensaladas. Uno de los espacios destacados de la cocina que, como reconoce el francés, se convierte además en un lugar "donde nos encontramos todos, con artistas con los que no coincidimos en el espectáculo, y pasamos tiempo juntos y más relajados".
Explica que come dos o tres horas antes de la función, "para sentirse bien en el escenario", pero que tampoco le gusta salir a actuar con hambre. Eso sí, una vez termina su función, vuelve a la cocina a alimentarse. "Paso mucho tiempo en la cocina", bromea de nuevo. En sus horas libres también le gusta probar la cocina local y visitar restaurantes, "aprender de un país y de su cultura también viene con la comida".
Ghislain, como el resto de artistas, sabe encontrar su propio equilibrio. Comer bien, reconoce, es importante para "la salud, la salud mental, la onda general de los artistas y la calidad del espectáculo. Todo tiene impacto en el espectáculo, y la cocina también", concluye.